Las sanciones financieras que han impuesto los países desarrollados a Rusia han supuesto un auténtico terremoto económico para el país. Nadie, ni siquiera el propio presidente Vladímir Putin, esperaba una reacción tan contundente por parte de los países europeos en respuesta a la invasión de Ucrania. El resultado ha sido un golpe devastador que previsiblemente hará caer la economía rusa si no recibe auxilio por parte de China.
La onda expansiva de las sanciones se ha extendido rápidamente por los países del este de la Unión Europea, que son los que quedan ahora en una situación comprometida. Su relación más estrecha con la economía rusa, de la que obtienen materias primas y energía y con quien tienen intereses empresariales mutuos, ha despertado las dudas entre los inversores. El resultado ha sido una rápida depreciación de estas monedas en los mercados internacionales.
De hecho, si se excluye el desplome del rublo ruso, que se ha depreciado un 18% en la última semana contra el euro, el resto de las peores divisas del año han sido las de estos países del este. El florín húngaro y el zloty polaco han sufrido una depreciación del entorno del 4% en la última semana respecto al euro y casi del 5% frente al dólar. También la corona de República Checa está sufriendo un importante descenso con una caída superior al 3% respecto al euro.
Los ciudadanos rusos acuden en masa a los bancos para retirar su dinero
Esta depreciación es el resultado de las dudas que tienen los inversores sobre la capacidad de estos países de resistir la onda expansiva de la crisis en Rusia. En el caso de Hungría, se trata de uno de los países del mundo con mayores relaciones comerciales y empresariales con Rusia. Algunas de las mayores compañías del país tienen una gran exposición a Rusia y también a Ucrania. Uno de los mejores ejemplos es el banco OTP Bank, cuyas acciones se han desplomado casi un 30% en los últimos días. La filial rusa del banco húngaro sufrirá el corralito al que previsiblemente está abocada Rusia tras las sanciones, lo que impactará directamente en su cuenta de resultados. También la petrolera MOL tiene una gran exposición a Rusia, con campos de producción incluidos.
El resultado de estas estrechas relaciones comerciales y empresariales ha sido el fuerte descenso de la divisa, que se intercambia en los mercados internacionales a mínimos históricos. En concreto, por cada florín húngaro se ofrecen menos de 0,27 euros.
Los expertos están ya valorando el riesgo de contracción de las economías del este de Europa por las sanciones a Rusia. Marek Dimal, estratega de Société Générale, declaró el lunes a la agencia Bloomberg que “el riesgo de recesión está incrementándose”. La depreciación de sus divisas tiene efectos muy negativos sobre la economía, ya que encarece las importaciones de forma inmediata: todo lo que se compra en moneda extranjera es mucho más costoso.
Lucas Proto. Lviv (Ucrania)
Si la inflación ya estaba alta antes del conflicto en estos países, con la escalada de los precios de la energía y la depreciación de sus divisas, provocará grandes presiones inflacionistas. Para los bancos centrales, la reacción natural ante esta situación es subir los tipos de interés para proteger sus divisas de la depreciación. Cuando los tipos de interés suben, la inversión en activos denominados en florines o en zlotys es más rentable, lo que permite captar inversión extranjera y así se frena la caída de las monedas. Sin embargo, la subida de los tipos provoca un encarecimiento de los costes financieros para familias y empresas, lo que frena el crecimiento económico. Y si el endurecimiento de la política monetaria no se controla, puede terminar provocando una recesión.
Este es el panorama actual para estos países, para los que es urgente frenar la caída de sus divisas. En el caso de Hungría, su banco central había subido los tipos de interés en varias ocasiones desde mediados del año pasado para frenar la inflación y su divisa era una de las mejores del mundo hasta que estalló el conflicto en Ucrania.
Además de las tensiones económicas que sufrirán estos países en las próximas semanas, se enfrentan a una oleada de refugiados que podría ser difícil de gestionar desde el punto de vista político y social. De ahí que sea necesaria la ayuda del resto de socios europeos para contrarrestar el golpe económico de las sanciones y ayudar a la acogida de los refugiados de la guerra.
Fuente El Confidencial