Vivaz, coqueta y resiliente, la Moby Dick ha conseguido mantener su espíritu y su filosofía durante tres décadas en Madrid, y gracias a la tregua pandémica va a poder celebrar su cumpleaños por todo lo alto ofreciendo una programación especial que arrancará hoy mismo con un concierto solidario contra la ELA a cargo de The Loitte Band, cuya recaudación irá íntegramente destinada a la Fundación Luzón para financiar proyectos de investigación de esta enfermedad. «Cumplir treinta años nos da felicidad y una enorme satisfacción», dice Carolina Pasero, directora y programadora de la sala. «En algún momento de los dos últimos años, en los peores momentos de la crisis covid, hemos temido por la supervivencia de la sala. Así que ahora mismo estamos de subidón total. También da un poco de vértigo cuando miramos atrás y sumamos años: notamos la presión de seguir estando al pie del cañón, pero nuestro optimismo puede con todo». La historia de ‘la Moby’ comenzó con un concierto de Montana, un grupo de rock and roll madrileño que alcanzo cierta fama a principios de los noventa versionando canciones de Elvis Presley y Jerry Lee Lewis. Después, grupos noveles como Lori Meyers, Pereza, The Sunday Drivers, Dover, Vetusta Morla o Los Petersellers se curtieron allí antes de convertirse en estrellas. «De aquella época, lo que más recuerdo es la ilusión, la energía y las noches sin fin», dice Pasero. «Madrid era una auténtica fiesta de lunes a domingo, aunque esté muy manido el tópico, pero es la verdad. Llegamos incluso a tener nuestra propia banda, The Moby Dick Club Band, que actuaba todos los lunes a modo de jam sesión, y la sala se llenaba. Eso hoy en día resulta difícil de imaginar». Dice Pasero que en estos treinta años, en los que ha pasado de todo en Moby Dick, «sería difícil, si no imposible» elegir los conciertos más memorables. «Uno de ellos sería el concierto-encierro de tres días para protestar por la conversión de radio 3 en radiofórmula (que por suerte no se produjo) y en el que, entre otros, actuaron unos jovencísimos Planetas. Otro sería el de Dover, con la sala a medio aforo. A los pocos meses estaban abarrotando el Palacio de Deportes del Real Madrid Baloncesto. Pero ya se veía el potencial de la banda. También el de Klaus & Kinski, un concierto que fue maravilla y en el que al finalizar, y para estupor de todos, anunciaron su disolución. Otro sería el de Los Punsetes, el primer concierto tras el confinamiento, a finales de mayo, con solo treintapersonas de aforo, sin poder moverse del sitio ni consumir, todos pertinentemente distanciados y por supuesto con mascarillas. Era todo muy marciano, pero fue un chute de optimismo muy necesario en ese momento. Un subidón volver a ver el telón alzado. Quiero citar un internacional, y esto es también muy difícil, porque recuerdo con mucho cariño los conciertos de Mando Diao, de Dresden Dolls, de Jay Jay Johanson, de The Sound of Arrows, de Coco Rosie, de Mica P Hinson, de Beach House, de OK Go (y sus coreografías imposibles)… pero cómo no citar aquel célebre concierto de The Horrors, que acabó casi en tragedia, con uno de sus integrantes subiéndose a la bola de cristales, soltándola entre el público, con cortes y sangre por todos lados y finalmente teniendo que bajar el diferencial central para que acabara el concierto de forma abrupta… un concierto que se ha quedado en el imaginario colectivo, que recurrentemente aparece en artículos sobre la sala y que, no, no fue el mejor de la historia de la ballena». Dover, en la barra de Moby Dick – Archivo Moby Dick
¿Cuáles han sido los momentos clave en la evolución de la sala, y qué obstáculos han sido más difíciles de superar estas tres décadas? El primer momento clave fue cuando a los pocos años de abrir se decidió apostar en firme por la música en directo y se pasó del escenario original (apenas una tarima en una esquina de la sala) a un escenario netamente profesional y con condiciones para albergar a cualquier banda. Otro momento clave fue la creación en 2001 de la asociación La Noche En Vivo, de la que Moby Dick Club fue socio fundador. Fue un paso decisivo para visibilizar a las salas de conciertos de Madrid y reivindicar nuestro papel como agentes dinamizadores de la vida cultural de la ciudad. Gracias al trabajo de la asociación y a la unidad, hemos conseguido, por ejemplo, que salas como la nuestra hoy en día formen parte del catálogo de salas patrimonio cultural de la ciudad. La gran reforma de la sala acometida durante el verano de 2016 también ha sido un punto de inflexión para la sala. Había cierto miedo en modificar con el aspecto de viejo buque de madera que había tenido la sala hasta entonces, y pasar a un aspecto más actual, más industrial, más abierto a la calle gracias a la gran cristalera… sin embargo, con la perspectiva de los años, vemos que fue un gran acierto, que ha permitido que la sala funcione mejor como bar de copas cuando no hay conciertos, que se celebren más conciertos en horario vermut para los que su En no pocos momentos hemos sentido que había una presión e incluso persecución injustificada contra la noche en general, y en especial contra la música en directo. busca un espacio más «amable» y luminoso, y todo ello sin haber perdido un ápice de las aplaudidas condiciones acústicas de la sala. En cuanto a los obstáculos más significativos con los que nos hemos encontrado en estas tres décadas, una buena parte se los llevan los de carácter administrativo. Subidas de IVA dejándonos fuera del IVA cultural reducido, normativas cambiantes y cada vez más restrictivas sobre aforos, sobre horarios, sobre las condiciones laborales y contractuales de los músicos, sobre los decibelios… fue especialmente duro el acoso que sufrimos (como muchas otras salas) tras la malograda fiesta de Halloween en el Madrid Arena en la que fallecieron varias personas. Pese a que esto ocurrió en un recinto deportivo titularidad del Ayuntamiento de Madrid, todas las miradas de los bares, discotecas y salas de conciertos. El Halloween siguiente llegamos a tener hasta 3 controles de aforo en menos de 4 horas. En general, y me atrevo a asegurar que este es un sentir habitual en el sector, no nos hemos sentido bien tratados por las diferentes administraciones. Otro obstáculo que enfrenta la sala y el sector, es un cierto desapego por parte de las generaciones más jóvenes hacia la música en directo. La forma de salir, de consumir cultura, de disfrutar del ocio, de descubrir artistas, ha cambiado notablemente en estos 30 años. Hace falta mucha labor a todos los niveles por poner en valor el papel de las salas de conciertos pequeñas en la carrera de bandas y artistas. Para que C Tangana o Izal llenen un Wizink, han tenido que hacer cientos de bolos en salas pequeñas y esto parece que a veces se olvida. De algún modo habría que incentivar el descubrimiento, por parte de los jóvenes, de nuevos artistas en concierto, no solo en plataformas o en redes sociales. Mencionaría también que la Avenida de Brasil, que en los años 90 y principios de los 2000 fue una gran zona de ocio nocturno, con multitud de bares y discotecas. Una zona por la que era habitual salir, como lo era Argüelles, Malasaña, Juan Bravo… hoy no tiene este peso en la noche madrileña, pues la zona, aunque sigue estando muy viva, ha ido evolucionando más hacia la gastronomía. Hay una generación, de en torno a 30-40 años, a la que le cuesta poner un pie de Malasaña, como si un rayo les fuera a fulminar por salir de ese perímetro. Pero es esperanzador que las nuevas generaciones no tienen tales límites geográficos al disfrutar de su ocio, lo que está contribuyendo a rejuvenecer en gran medida el público de la sala, especialmente después de los conciertos. Por último, aún es un obstáculo la pandemia. Ha modificado hábitos, ha demonizado los interiores, ha hecho bajar el consumo en sala, y aunque poco a poco la situación va mejorando, aún queda tiempo para la total recuperación, especialmente en lo que se refiere a las giras de artistas internacionales, que llegan con cuentagotas. ¿Cuál ha sido el criterio para la selección de artistas para la programación de aniversario? Para el Aniversario queríamos una programación variada y representativa. Es cierto que por los motivos que mencionaba antes derivados de la pandemia, se ha caído algún internacional. Aun así tendremos a Mueran Humanos, The Lords of Altamont y City of the Sun. Hemos intentado que sea una programación lo más paritaria posible, y esto será sobre todo visible en la primera semana del mes, con el Girrrls Fest y la Fiesta Rocking Girls de Delia Records. Desde hace años la sala hace un notable esfuerzo por aumentar la presencia femenina en el escenario. No en vano al frente de la misma está una mujer, Carolina Pasero, y también cuenta con Jefa de Sala, Directora de Producción, Técnica de Luces, Directora Comercial… la presencia femenina es apabullante y motivo de orgullo. También hay criterios de novedad, como por ejemplo en el caso de Los Rastreadores (nuevo proyecto de Ortiga con Grande Amore) o Asunción, de diversidad musical (Mohama Saz, Compro Oro, Enol…), de trayectoria consolidada (Los Pilotos, The Capaces) y también hay un guiño a la historia de la sala con el concierto de Los Petersellers, banda estrechamente vinculada a Moby Dick Club. Por último, hemos querido que hubiera bandas de todo el país en este aniversario, ya que llevamos 2 años con conciertos muy de bandas locales por las dificultades para hacer giras, cierres perimetrales, etc. Tenemos a Los Pilotos desde Granada, a Los Rastreadores desde Galicia, The Capaces desde Barcelona, Novembre Eléctric desde Valencia… ¿Cómo veis el año 2022 para la Moby Dick? Como el año del fin de la pesadilla y de la vuelta a la normalidad. Como el año en que la gente por fin volverá a disfrutar de la música en directo como antes, sin miedo, con su cerveza en la mano, sus bailes, incluso sus pogos… La programación para el resto del año, una vez pase el aniversario, va viento en popa, apenas quedan fines de semana disponibles para lo que queda de 2022, vuelven los internacionales… todo parece indicar que será un buen año. ¿Y el futuro a largo plazo? Ya he dicho que somos de naturaleza optimista y que estamos cargados de ilusión y de amor por la música en directo. Es la única manera de mantenerse a flote, pues de otro modo es un negocio y un sector que da tantos reveses, que a la primera de cambio cerraríamos y nos dedicaríamos a otra cosa. De hecho no nos sorprende, ni afeamos la conducta, a todos aquellos empresarios del sector que un día deciden bajar definitivamente el telón y dedicarse a otra cosa, aunque sea simplemente a poner música de Spotify y servir copas en un local que antes ofrecía música en directo. Pero la ballena tiene cuerda para rato. De la pandemia hemos salido tocados económicamente, pero muy reforzados anímicamente. Hemos notado el cariño de la gente, de los músicos, de la industria, también de los periodistas musicales y de los medios de comunicación. Así que en el largo plazo nos vemos siendo una sala de referencia de la música en directo, descubriendo al público bandas y artistas que luego llenarán estadios, adaptándonos a los nuevos hábitos y horarios de la gente con nuestra mejor disposición y sobre todo, proporcionando a las nuevas generaciones ese necesario momento de felicidad y evasión, de olvidarse de los problemas, incluso de catarsis colectiva, que supone asistir como espectador a un concierto. Después del arranque de hoy, mañana el turno será para Susi & The Electroshocks, que llevarán a la sala la mejor música al más puro estilo country y rockabilly de los cincuenta en una velada compartida con Roni Di Capo. El viernes les seguirán The Capaces con su explosiva y particular mezcla de punk-hardcore old school y high speed rock’n’roll de alto octanaje, y el sábado tomará el relevo Mueran Humanos, el dúo argentino de electropop formado en Barcelona y afincado en Berlín. Como es tradición, Moby Dick Club se suma en marzo a las celebraciones por el Día de la Mujer, con una nueva edición de Girrrls Fest en Sesión Vermut, una iniciativa de la sala para poner en valor la música hecha por mujeres y las bandas con participación femenina, y reivindicar la paridad escénica y en el ámbito de la música en general. Será el domingo, con el garage de Generador, el rock de Varonas y el folclore de Juana Chicharro. Las celebraciones de cumpleaños seguirán la semana que viene con City Of The Sun y St. Woods (martes 8), Los Petersellers (jueves 10), Asunción (viernes 11), Compro Oro y Nestter Donuts (sábado 12) y Le Flam (domingo 13). Para el resto del mes, la programación se reserva a Petit Riot Comedy, The Lords of Altamont, Reciclaje, Los Pilotos, Moahama Saz, Novembre Eléctric, The Rat Pack, Ortiga y Grande Amore, Soul Beats, Snake Sister o Enol, culminando en un gran fin de fiesta con el ‘Antikaraoke Atómico’, un evento de micro abierto con banda en directo y con Silvia Superstar como maestra de ceremonias, en el que serán llamados a palestra algunos de los artistas que han protagonizado momentos épicos en su escenario, como Monigote, Anaut, Bernardo Refrescos, María Grooves, Juan Luis Cano (Gomaespuma), Natalia Calderón y un largo etcétera.
Fuente ABC