Muscari dijo a este diario: “El encuentro con los clásicos es una cita obligada. Comencé hace mucho con ´Electra´ de Sófocles, que fue ´Electra shock´ con Carolina Fal; después hice ´La casa de Bernarda Alba´ de Lorca con Norma Pons y más tarde ´Madre coraje´ de Bretch, con Claudia Lapacó. Llegó el momento de meterme con Shakespeare, a quien nunca transité. Lo tenía adaptado hace mucho y siempre sentí que un ‘Julio César’, por ser una de sus obras más importantes, con tantos personajes y la decisión rupturista de incluir a Moria, tenía que estar en un contexto que legitimara la propuesta como es el CTBA. No me propongo reinventar el clásico sino que lo tomo como propio y a partir de la base le doy mi impronta. Cuando transpolé los personajes, situaciones y génesis, ya tengo una nueva obra y no vuelvo al original, salvo excepciones. No reinvento el clásico sino que lo uso como disparador para escribir mi propio ‘Julio César’. Es una obra que habla de hombres peleando por el poder político de una nación con lo cual, en su síntesis, ya nos habla del presente. Dejé que eso dialogara con la actualidad a través del lenguaje, el humor de los personajes y las particularidades de la puesta”.
Tito Andrónico
Marcos Arano Forteza, uno de los autores de la versión de “Tito Andrónico”, protagonizada por Vanesa González, reflexionó: ¨Son textos probados desde hace siglos pero algo se reinventa en las relaciones humanas a lo largo de los tiempos. Los clásicos son textos superadores del individuo, hablan de lo colectivo, de nosotros como comunidad y como especie. Son un tablero para jugar. En un teatro que está tomado en Buenos Aires por el realismo, poner estos textos grandes en verso desde el clown, las máscaras y los géneros populares, es un festín. Cualquier clásico propone un cruce de discursos y cada época añade su lectura. Es insoslayable la lectura de género de esta época y más en una obra con tremendas atrocidades. La adaptación y traducción es siempre una traición porque pensarla para un contexto actual le añade nuestra mirada de época. El texto en sí habla de la condición humana a través de los tiempos y tiene una musicalidad, se asemeja a la idea isabelina de mezclar géneros y conjugar lenguajes. Eliminamos las marcas de época y cosas lejanas del mundo medieval o renacentista, priorizamos el anacronismo. La historia se resignifica hoy con la guerra entre Rusia y Ucrania y habla sobre cómo volvemos a caer en la barbarie de manera sistemática. Shakespeare nos está hablando de cosas actuales, en Tito está la violación en grupo, como acto de poder y no exclusivamente libidinal. Cómo hay un sometimiento de los cuerpos que le habla a la sociedad toda”. El elenco se completa con Santiago Cejas, Darío Chiocconi, Juan Pablo Galimberti, Magalí Meliá, Manuel Lorenzo, Federico Tombetti y Abián Vainstein. Se presenta los lunes a las 20 en el Picadero.
Gabtriel Graves, coadaptador de este Tito Andrónico, indicó: “Calvino dice que el clásico es un texto que uno está siempre releyendo. Tiene la capacidad de seguir significando más allá de su contexto de enunciación y produce sentido más allá de cuando se haya realizado por primera vez. Eso es atractivo porque es meterse en una tradición que ha pasado el juicio del tiempo. Hay una matriz muy poderosa que, una vez explorados, invitan a descubrir el secreto que guardan. No hay que reinventarlos o sentir presión de tener que ser demasiado originales, el tiempo en que se ponen en escena los resignifica. También las decisiones de reescritura y puesta llevan a ver qué zonas del texto nos interesa iluminar. Estos autores parecen haber captado cuestiones fundamentales de la condición humana. Sacamos del texto lo que está muy atado, lo que envejece peor, y también es una oportunidad para plantear problemas a los que hoy no nos animamos. Podemos volver a decir ciertas barbaridades en esta época de corrección política. Se le pierde el temor reverencial o adulación, por tener en el pedestal a estos personajes que pueden volverse compañeros de juego con los que uno se puede divertir. Se gana familiaridad por fuera de la obligación de tener que ser demasiado originales o respetuosos. El teatro debiera seguir buscando entretenimiento, Shakespeare lo logró de manera superlativa y después de frecuentar a estos autores uno consigue desacralizarlos y acercarlos¨.
Lisístrata
Silvia Gómez Giusto, que coadpatósu versión de “Lisístrata” con Agustina Gatto y la dirige con actuaciones de Matías Broglia, abián Carrasco, Camilo Polotto Javkin y Marcelo Pozzi, expresó: ¨Me convocaron desde la Facultad de Derecho para un ciclo de teatro griego y me dieron a elegir cualquier autor. Me encontré con Aristófanes y sus comedias y advertí que había visto muchas reversiones de tragedias griegas pero comedias no tanto. El primer interrogante que estuvo mucho tiempo dentro de la filología fue si esta obra representa realmente cuestiones feministas y si Aristófanes era abanderado de cuestiones feministas. La filología determinó que no, que toda esa mirada no era así y que ese autor estaba del lado opuesto. Me encontré con un texto insultante y muy difícil para las mujeres. Era muy complicado reírse de una comedia tan hiriente. Puede ser un texto muy vigente, vemos el patriarcado del que venimos y no logramos combatir y que el hombre elige la guerra para resolver sus conflictos. Sentí que la obra tenía que ser representada por hombres en todos los papeles, como en ese momento cuando el teatro estaba escrito, representado, dirigido a hombres y las mujeres no podían acceder a las fiestas dionisiacas. Al título le añadimos ´la risa de los hombres´ porque sólo los hombres podían reírse de esto en ese entonces y hoy algunos lo siguen haciendo. Tomamos las voces de los músicos y narradores para que pongan el contexto histórico en que se escribió la obra. Aquí el tema central es la guerra interminable entre Atenas y Esparta ante lo que las mujeres intentaron llegar a la paz con una única arma que fueron capaces de hallar: quitarles a sus maridos el sexo. Los varones se encerraron en la Acrópolis y empezaron a desvariar, sin poder llevar la guerra adelante. En esa época se reían de que las mujeres tomaran el poder sobre los asuntos públicos y sobre su cuerpo. Jugamos con el grotesco y absurdo para avanzar con una obra que presenta un nivel de groserías e insultos inaudito. Revisité mucho a Tato Bores, uno de mis ídolos de la infancia, quien lograba criticar los asuntos del momento a través del humor, como la comedia antigua. Después de investigar y debatir concluimos que Aristófanes, a fin de cuentas, le estaba diciendo a Atenas que estaba peleando tan mal la guerra que hasta un grupo de mujeres la manejaría mejor. Eso cambia el foco y la mirada sobre ‘Lisístrata’”.