La historia y la memoria de Galicia se guarda con moho, podrida y bajo inundaciones. Cientos de miles de documentos históricos padecen unas condiciones pésimas en los diferentes archivos que hay repartidos por la comunidad, echando a perder siglos de datos que son clave para investigaciones y procesos actuales. Así lo denuncia Teresa, una trabajadora que comprobó el terrible estado de los documentos durante la realización de un censo de todos los archivos de Galicia, tanto de la Xunta como de los ayuntamientos. Utiliza un nombre ficticio como condición para facilitar esta información temiendo posibles represalias que cree que podría sufrir de desvelarse su identidad. Durante la revisión de las instalaciones, Teresa encontró documentos de hace dos siglos en condiciones que para ella son «vergonzosas y denunciables», con incluso algunos ejemplares prácticamente destruidos. Para Teresa, uno de los casos más graves y que más le impactaron fue lo que se encontró en el edificio administrativo coruñés de la Plaza de Pontevedra. Al bajar al tercer sótano vio que muchos de los documentos estaban totalmente empapados. Alarmada, preguntó a los trabajadores la razón y le contestaron que lo que sucede es que «entra la marea todos los años». «¡Pues sacadlo de ahí! Si no hay dinero para arreglar el problema, por lo menos que quiten los documentos de un lugar que saben que se inunda frecuentemente», recuerda indignada. Y asegura que estos archivos no son, ni mucho menos, los únicos que sufren ese mismo problema. «La situación de La Coruña es para denuncia pública, es muy remarcable. En el edificio de Monelos no tenían ni luz, iban con una linterna», cuenta justo antes de describir una auténtica escena de terror. «En esa oscuridad recogían las goteras con una bañera vieja que estaba desbordada porque nadie la vaciaba. Los documentos estaban podridos, con hongos, moho y de todo lo que te puedas imaginar», añade. Tras terminar el censo, Teresa notificó las pésimas condiciones en las que están algunos archivos y el grave peligro que corren cientos de miles de documentos, pero asegura que nada ha cambiado. Y es que hay una notable desatención por parte de los propios funcionarios, que usan las instalaciones como almacén sin tener en cuenta el deterioro del material archivado. Teresa asegura que se ha llegado a encontrar árboles de Navidad, carritos, chatarra, disfraces de Carnaval y hasta un inodoro, todo amontonado sin cuidado en el archivo, lo que hace imposible encontrar el documento que se busca. La solución, según cuenta, es sencilla. «El arreglo pasa por que los concellos y la Xunta tengan interés real por conservar y recuperar los documentos, y en difundir esa información a la población. El problema es que la mayoría de la gente no sabe para qué vale un archivo, y la sociedad tiene que saber estas cosas. Tienen mucha importancia y muchos usos en el presente», comenta. Archivo en Monforte – CEDIDA
Contra lo que pueda pensar la mayoría de la población, Teresa aclara que los archivos no son meros almacenes de documentos inútiles. «Hay mapas antiguos, que tienen más precisión que el programa AutoCAD que usan ingenieros y arquitectos. También hay levantamiento de actas de Gobierno, padrones, registros de nacimientos, mortalidad, matrimonios, documentos de cuando hay pestes, variaciones de normativas municipales, peticiones de la ciudadanía, registros de flora y fauna… todo esto es vital para procedimientos actuales, aún se usa, y sirve para proyectos de investigación de todas las áreas de conocimient»o. Sin ir más lejos, en el concello de Cervantes (Lugo) hay mucha gente que se apellida Saavedra. La documentación de ese archivo es imprescindible para averiguar si Miguel de Cervantes tenía origen gallego, como se sospecha. «Antes los nombres se construían con el nombre de pila, seguido del lugar de donde eras, en este caso ‘de Cervantes’, y luego el apellido del padre, Saavedra. Sus padres seguramente eran de allí y se fueron a la meseta», explica. El alcalde del lugar, consciente de la importancia de esos documentos, comentó a Teresa que tenía que haber algo en el archivo que lo acreditase. «Y seguro que lo hay, pero para encontrarlo tiene que estar bien guardado y conservado», reflexiona ella. Pero no es solo la opinión popular la que duda de la importancia de los archivos históricos. Teresa afirma que los propios trabajadores encargados de cuidar estas instalaciones no son conscientes de lo que tienen guardado. «Me han llegado a decir que los documentos no sirven, que hay que digitalizarlos y quemarlos. Sería un error gravísimo, hay que mantenerlos, organizarlos y cuidarlos, no es seguro guardarlos solo en la nube. ¿Qué consistencia tiene una nube? Ninguna. Si ya le pusieron ese nombre a propósito», lamenta entre risas. Tras la conversación, Teresa enciende su ordenador y muestra las imágenes que tomó durante la revisión de los archivos. Asegura que los que están en peores condiciones son los que dependen de la administración autonómica, aunque en los ayuntamientos también hay casos muy graves. En las fotos, ordenadas con cuidado, se ven archivadores sumergidos por el agua de inundaciones, libros deshechos por la carcoma hasta el punto de ser casi arena, y documentos comidos por la humedad y la podredumbre. «No sé para qué me pidieron hacer este censo y reportar problemas, todo sigue igual», comenta releyendo algunos informes desfavorables que escribió. Aunque para ella es triste, asegura que esta desatención que sufre el patrimonio no es nueva. Cree que, por desgracia, en Galicia no se les da a la cultura y la historia su valor real. «En Europa esto no pasa, fuera de España todos los archivos están muy cuidados, porque saben lo que vale. Esos documentos son historia de Galicia y del pueblo. Si no sabemos de dónde venimos, no sabemos quiénes somos y estamos desvalidos ante el futuro».
Fuente ABC