LA HABANA, Cuba. — En su sección de cocina de la revista Bohemia “El menú de la semana”, Adriana Loredo escribió un artículo, publicado el 30 de octubre de 1949, bajo el título Comamos mejor para ver mejor, donde se refería a los esfuerzos del doctor Tomás Yanes Rojas por fundar un hospital oftalmológico.
Escribía la periodista: “El doctor Tomás Yanes se ha decidido a pedir ayuda al pueblo cubano para poner en pie de lucha lo que ha sido el sueño de toda su vida, la ´Liga Contra la Ceguera´”.
El profesor A. Vázquez Barriere, presidente del Segundo Congreso Pan Americano de Oftalmología, señalaba que estaba totalmente de acuerdo con el proyecto de construir un gran hospital central aquí en La Habana, pero, antes, hacer pequeños dispensarios en los pueblos del interior.
La iniciativa de levantar fondos para sufragar los gastos empezó por buscarlos entre los mismos miembros del proyecto. Los primeros mil pesos los donó, de su peculio particular, el doctor Tomás Yanes en persona.
Un Comité Gestor llamó a hombres y mujeres de buena voluntad para que hicieran donaciones dedicadas a la construcción del hospital. Había una escala flexible de cuotas. El socio numerario aportaría un peso al año, y el benefactor vitalicio, mil pesos de una sola vez.
Luego de leer el artículo de Adriana Loredo, me interesé en el tema. Buscando en Internet, encontré datos históricos sobre el desarrollo de la oftalmología en Cuba en un escrito del doctor Marcelino Río Torres, quien fuera hasta hace poco tiempo el director del Instituto Cubano de Oftalmología “Ramón Pando Ferrer”.
Por dicho escrito supe, por ejemplo, que el precursor de la especialidad en Cuba fue el doctor Enrique Veitía en 1835; y que el Hospital Calixto García creó en 1926 un servicio de oftalmología en el pabellón Juan Santos Fernández en honor al Padre de la Oftalmología cubana, que hoy continúa con esa labor.
Ya en 1937 el doctor Tomás R. Yanes era presidente del Instituto Protector de la Visión, situado en la Manzana de Gómez, en el N° 346, en Habana Vieja.
El antecedente más próximo a la “Liga Contra la Ceguera” se estableció el 4 de enero de 1953 en un consultorio de la esquina de 25 y L, en El Vedado, que tenía tres especialistas y una enfermera. Trasladado después para un complejo de edificios alquilados en 11 y K, contó hasta con 18 camas, seis oftalmólogos, ocho enfermeras y un salón de operaciones. El presidente del patronato fue el doctor Tomás R. Yanes Rojas.
1956 marca el inicio del dispensario instituido gracias a la recaudación de un comité de damas en el sitio donde hoy se halla el hospital, en 31 y 76, Marianao.
En enero de 1957 se puso la primera piedra del actual edificio principal, proyectado por el arquitecto Emilio Fernández.
En 1959, cuando triunfó la revolución, ya el edificio contaba con dos pisos terminados.
El doctor Yanes, que fue el primer director que tuvo el hospital, se marchó del país en junio de 1959 por inconformidad con el proceso revolucionario y no pudo ver concluido el sueño de su vida.
En el texto del doctor Río Torres hay pocas referencias al papel jugado por el doctor Yanes y se presenta el hospital como una obra de la revolución. El texto abunda sobre la llamada “Operación Milagro”, las cirugías de catarata y otras afecciones visuales practicadas por iniciativa de Fidel Castro y Hugo Chávez.
El doctor Río Torres explica que el hospital cuenta con tecnología de punta, y en sus más de cinco décadas de existencia ha atendido a miles de pacientes, tanto nacionales como extranjeros.
El actual Instituto Cubano de Oftalmología tiene tres edificios, el primario y otros, dos construidos en épocas más recientes, que ampliaron su capacidad para la prestación de servicios.
Llama la atención el nombre que lleva el hospital: Ramón Pando Ferrer. Este hombre, nacido en Villa Clara, trabajador del comercio y muerto en la lucha contra el anterior régimen, nunca tuvo relación con la medicina. ¿Por qué no bautizaron al instituto con alguien relacionado con la oftalmología?
El mejor nombre para este centro de salud sería el de doctor Tomás Yanes. Hoy ni siquiera existe una tarja donde se mencione al creador, el hombre que con espíritu humanista y desinterés puso todo su empeño en la construcción del hospital. Otro hecho más tergiversado u omitido de nuestra historia.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org