
Tras adoptar un estilo confrontativo con los medios de comunicación y considerar referéndums para eludir al Congreso, Chaves ha sido comparado con otros líderes polémicos como el estadounidense Donald Trump, el mexicano Andrés Manuel López Obrador, Jair Bolsonaro en Brasil y Nayib Bukele en El Salvador.
Chaves cosecha el 41,3% de las preferencias, según una encuesta de la Universidad de Costa Rica publicada el martes. El exmandatario centrista José María Figueres, quien enfrenta denuncias de corrupción, obtiene el 38,3%.
En la última semana, la intención de voto a favor de Chaves, de 60 años, se redujo levemente, mientras que Figueres, de 67 años, se mantuvo y los indecisos subieron 1,5 puntos porcentuales para colocarse en 18%, según el sondeo del Centro de Investigación y Estudios Políticos (CIEP) de la prestigiosa casa de estudios costarricense.
“El escenario político está en situación crítica, parece anunciar un agotamiento del modelo social, económico y político del Estado costarricense”, opinó Ilka Treminio, politóloga y directora de la sede costarricense de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).
“El candidato Figueres plantea atenderlo desde dentro de lo institucional en un estilo más tradicional y el candidato Chaves, por fuera, con un discurso desafiante, políticamente incorrecto y proyecta matices típicamente asociados a líderes populistas”, agregó.
Desde mediados del siglo XX, Costa Rica ha tenido un crecimiento sostenido de su Producto Bruto Interno (PBI), altos indicadores de desarrollo humano y cobertura universal de salud, en medio de una de las democracias más “plenas” del continente, según el índice de democracia de The Economist.
Pero su economía, fuertemente dependiente del turismo y el ambientalismo, empezó a mostrar grietas con el nuevo milenio, que luego se agravaron con la pandemia: una persistente pobreza aqueja al 23% de los 5,1 millones de habitantes, la creciente disparidad de ingresos lo convierten en uno de los países más desiguales del mundo y el desempleo ha aumentado casi 10 puntos porcentuales en las últimas dos décadas.
Ello, en medio de un pronunciado déficit fiscal, que el año pasado cerró en 5,18% del PBi, y la mayor deuda pública en Centroamérica, que equivale al 70,3% del PBi.
Esta situación ha sido aprovechada por Chaves quien, bajo el lema trumpista de “hagamos que Costa Rica vuelva a ser el país más feliz del mundo”, propone bajar el costo de la vida mediante decretos que abaratarían el precio del arroz, la electricidad, las medicinas e insumos agrícolas.
Además, ha anunciado referéndums para aprobar proyectos si no obtiene el apoyo del Congreso.
Por su parte, Figueres, expresidente entre 1994 y 1998 con el histórico Partido Liberación Nacional (PLN), se presenta a sí mismo como la opción responsable frente al “salto al vacío” que, repite, significaría votar por Chaves, a quien le reprocha la falta de equipo y de experiencia nacional, además de sus ataques a los medios de comunicación a quienes llama “canalla”.
Gobernabilidad
La primera vuelta de febrero no sólo selló el paso de Chaves al balotaje sino que dejó un Congreso fragmentado, donde ningún partido tiene mayoría, algo que le complicaría al nuevo mandatario implementar su agenda y cumplir con reformas convenidas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para acceder a un crédito de 1,780 millones de dólares.
El PLN, fundado por el padre de Figueres en 1951, es la agrupación que más veces ha gobernado Costa Rica, aunque despierta críticas de una parte importante de la población por denuncias de corrupción. Sin embargo, en los próximos cuatro años será la mayor fuerza legislativa, con 19 de 57 curules.
“Una administración de Chaves enfrentaría importantes desafíos de gobernabilidad dada la pequeña participación de su partido en la Asamblea Legislativa (10 escaños) y las limitadas alianzas en el Congreso”, opinó la consultora Eurasia.
Chaves, candidato del novel Partido Progreso Social Democrático (PPSD), llega al domingo con opciones de triunfo a pesar de cuestionamientos a su financiamiento electoral y denuncias de acoso sexual durante su paso por el Banco Mundial, que ha negado argumentando que se malinterpretaron sus formas.
Sin embargo, quien fungió brevemente como ministro de Hacienda del saliente mandatario Carlos Alvarado, se beneficia del alto rechazo que recibe Figueres, cuestionado por el cobro de 2,7 millones de dólares en asesorías a la compañía francesa Alcatel en 1999, un caso que no llegó a tribunales, pero que lo obligó a renunciar al Foro Económico Mundial en 2004.
Ambas candidaturas son reprobadas por el 73% de la población y 54% opina que ninguno será un buen presidente, según un sondeo de la pública Universidad de Costa Rica de la semana pasada.
“Vi los debates y menos ganas me dan de votar. Sólo se sacan trapos sucios y uno no escucha que propongan cosas serias. Iba a votar por Chaves, pero lo veo muy altanero. Estoy más cerca de abstenerme”, aseguró Yorleny Chacón, una oficinista de 41 años.
Fuente Ambito

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