
El objetivo, según expresó el organismo, es que los países puedan hacer uso de este conjunto de herramientas para preservar la estabilidad económica y, al mismo tiempo, aprovechar los beneficios que brindan los flujos de capital, ya que estos pueden ayudar a los países a crecer y compartir riesgos.
En relación al ingreso de capital, reconoce que las medidas de gestión de flujos podrían ser apropiadas por un período limitado, cuando un aumento en las entradas de capital restringe el espacio político para abordar la sobrevaluación de la moneda y el recalentamiento económico. Y en relación al egreso, afirmó que los controles podrían ser útiles cuando las salidas disruptivas corren el riesgo de causar una crisis, como ocurrió en Argentina durante la vigencia del stand by aprobado en 2018. En este punto recalcó que estas herramientas solo son útiles si se considera que los riesgos para la estabilidad financiera de las entradas surgen principalmente por este contexto.
Sobre las economías con grandes deudas externas, el Fondo advirtió que estas pueden ser vulnerables a crisis financieras y recesiones profundas cuando el capital se va. “Los pasivos externos son más riesgosos cuando generan descalces de moneda, cuando la deuda externa está en moneda extranjera y no se compensa con activos o coberturas en esa moneda. Un alto stock de deuda denominada en moneda extranjera puede exponer a los países a vulnerabilidades que den lugar a problemas sistémicos”, señaló el informe.
En esta línea, remarcó que la tenencia de valores por parte de inversores puede actuar como amplificador ante una reversión abrupta en respuesta a un shock global, que puede derivar en una depreciación y, en consecuencia, aumenta el valor en moneda local del vencimiento de la deuda en divisas extranjeras.
Antecedentes
El directorio ejecutivo del FMI aprobó esta revisión después de una sesión realizada la semana pasada. Fue publicada en el Blog del organismo junto a un informe que propone un enfoque en dos pasos para evaluar los riesgos sistémicos de los descalces cambiarios.
El proceso comenzó en 2020, observando las dramáticas salidas de capital que se presenciaron al comienzo de la pandemia global. En adición, señala que “la reciente turbulencia en los flujos de capital en algunos mercados emergentes después de la guerra en Ucrania, son claros recordatorios de cuán volátiles pueden ser los flujos de capital y el impacto que esto puede tener en las economías”.
El FMI adoptó por primera vez la Visión Institucional en 2012, en un momento en que muchos mercados emergentes se enfrentaban a grandes y volátiles flujos de capitales, moldeados por las crisis financieras de la década de 1990 y la crisis financiera mundial de 2008.
Como principio central, la Visión Institucional del Fondo plantea que los flujos de capitales son deseables porque traen beneficios sustanciales a los países receptores. Sin embargo, ante los desafíos macroeconómicos que pueden generar estos flujos, señala que “la actualización principal es la adición de que estas herramientas pueden aplicarse de manera preventiva, incluso cuando no hay un aumento abrupto en las entradas de capital, al conjunto de herramientas políticas ya que pueden surgir riesgos para la estabilidad financiera a partir de una acumulación gradual de deuda externa denominada en moneda extranjera”.
Fuente Ambito