
Alfredo Staffolani: La escritura es una representación del destino, es un ejercicio de encuentro constante. Si bien quise escaparle a temas habituales, y no me había propuesto hablar del vínculo padre hijo, eso aparecía e insistía, y me conmovía. Uno piensa que escribir es ese ejercicio de la libertad genuino pero en realidad pareciera que se construye con motivos que insisten, con estéticas que a uno lo formaron y que terminan apareciendo como espectros.
P.: ¿Cómo surgió esta obra?
A.S.: En 2019 me convocó el teatro de Munich para reinaugurar el ciclo Escenarios en el mundo, que ya lo había hecho un director en Hamburgo con una obra de Spregelburd. La condición era que tenía que vivir allí un tiempo y escribir sobre una temática libre. Primero pensé en una reescritura de Medea pero ya había algo similar, luego me interesó algo que me contaron sobre dos actores que usaban la página porno Only Fans para leer poemas y me gustó eso de la mercantilización de la poética. Cuando llegué a Munich, un lugar que tiene un sauna en cada esquina, lleno de piletas de natación por ser ciudad olímpica, con cantidad enorme de iglesias abandonadas que se convierten en proyectos inmobiliarios, el destino me llevó a conversar con dos curas que vivían en una de esas hacía 60 años. Me atendieron vestidos con ropa deportiva, como si fueran porteros de un colegio, y con el que hablaba inglés se dio una charla que al volver a casa empecé a escribir. Ese cruce ridículo era el germen de algo.
P.: ¿Cómo se convirtió todo aquello en un guión?
A.S.: Empecé a explorar este mundo de masculinidades, la creencia y la fe. Pensé en la relación de las personas con sus ídolos, y el máximo que fue Jesucristo como un rockstar, y si bien existe Jesucristo Superstar, sentía que había motivos de adoración a una iconografía religiosa que funciona como los ídolos que están en posters y fotos, más que una relación con el héroe. Jesucristo está sexualizado en su cruz, rodeado de hombres desnudos y las mujeres vestidas, eso completó el recorrido. También se sumó un discurso apocalíptico mientras en Italia se desencadenaba fuerte el Covid. Yo vivía cerca y escribía, no sabía que algo de la fatalidad iba a empujar el trabajo. A todas las religiones les sirve esa fatalidad para activar los discursos.
P.: ¿Qué huellas tiene el material por haber sido escrito en Alemania?
A.S.: Empecé a recorrer los lugares por los que había pasado uno de mis ídolos, Fassbinder, la estación donde se suicidó, su último departamento, los lugares donde había escrito sus obras. Y ese recorrido estaba plagado de iconografía religiosa, como su tumba al lado de una iglesia. Como Hansel y Gretel con las huellas, Fassbinder hace confluir el club y la capilla, lo mundano y lo profano, la celebración minada por la moral. También hay referencias al cine de Pasolini, el relato de quien espera un milagro, un mundo oscuro, la nocturnidad y Munich como ciudad conservadora y de derecha que dio a un prolífico Fassbinder, quien en sus 38 años hizo 38 películas. Su producción está dedicada a la contradicción que encierra esa ciudad.
P.: ¿Cómo están hoy las artes escénicas?
A.S.: Las estéticas bastante cruzadas, el comercial y oficial se nutren mucho del independiente. Hay obras realistas que reproducen algo de lo cotidiano, lastimado. No me gustaría que el teatro hable de la pandemia pero sí que haga un movimiento sobre esa herida tan reciente que fue haber estado sin trabajar dos años. Siento que en el off hay un fanatismo por los autohomenajes y las poéticas del yo. Pareciera que con nombrar la propia vida alcanza. Todos estamos lastimados y es difícil sostener la actividad en Buenos Aires sin apoyo.
P.: Está cerca de las jóvenes generaciones, ¿qué ve?
A.S.: Trabajo en proyectos de la bienal de arte joven y veo que los artistas están sacudiendo de forma poderosa. No todo está absorbido por la tecnología, redes sociales y plataformas. Hay impulso genuino por hacer teatro. Con las plataformas se da un cruce que en teatro se vuelve extraño, porque si el independiente convoca figuras populares para que la gente vaya, se reproduce un modelo preocupante. A fin de año haré un Ibsen en el Regio y con Eva Halac estamos pensando en el elenco. Es un teatro grande que puede invitar a convocar a una figura televisiva porque es la única pregnancia, ahí tenemos que militar la idea del teatro en todas sus formas y crear audiencias.