Macron viajó a la ciudad de Dénain (norte), donde se impuso Le Pen en la primera vuelta, tras alertar en la noche del domingo que “nada está decidido” y que las próximas dos semanas serán “decisivas” para Francia y Europa.
“Aquí quedé tercero [en la primera vuelta] y vine al encuentro de nuestros compatriotas para escuchar, para convencer”, dijo el mandatario, a quien sus conciudadanos cuestionaron por temas como la educación y las pensiones.
El candidato de La República en Marcha (LREM) logró su boleto para la segunda vuelta con un 27,6% de los votos, mejor de lo que estimaban los sondeos, seguido de su rival de la Agrupación Nacional (RN, 23,41%).
Francia se dispone a revivir el mismo duelo que en 2017, cuando Emmanuel Macron ganó el balotaje con un 66,1% de votos. Según los últimos sondeos, su ventaja ante Marine Le Pen se reduciría ahora a entre 2 y 10 puntos.
“Es un partido de vuelta completamente diferente”, aseguró no obstante a la AFP el politólogo Brice Teinturier.
En su opinión, el presidente saliente “ya no es el nuevo candidato que encarna una forma de frescura” como en 2017 y su rival ya no genera “mucho rechazo”, al haber trabajado su imagen y estar “más en contacto con los franceses”.
Francia tampoco es la misma. Su primer mandato estuvo marcado por protestas sociales contra su política hacia las clases populares, una pandemia que confinó a millones de personas y, ahora, por los efectos de la guerra en Ucrania.
La ofensiva rusa en Ucrania opacó la campaña de la primera vuelta, pero sus consecuencias en los precios de la energía impulsaron la inflación y reforzaron la principal preocupación de los franceses: la pérdida de poder adquisitivo.
Reforzado por su imagen de presidente estable en tiempos de crisis, el candidato de LREM, de 44 años, busca situar el debate en el impacto que una llegada de Marine Le Pen al poder tendría para las alianzas internacionales.
La candidata de RN, de 53 años, propone abandonar el comando integrado de la OTAN, que fija la estrategia militar de la Alianza, y su elección asestaría otro revés a la Unión Europea (UE) tras la reciente reelección del húngaro Viktor Orban.
Macron, cuyo país ejerce la presidencia semestral de la UE, rechazó así una “eventual Francia que fuera de Europa solo tenga como aliados la internacional de populistas y xenófobos”.
El liberal busca resucitar la imagen de radical que la ultraderechista difuminó durante su campaña de la primera vuelta, cuando dejó a un lado sus propuestas sobre migración y se presentó como la defensora del poder adquisitivo y de las clases populares.
“Lo que estará en juego el 24 de abril será una elección de sociedad y de civilización”, aseguró el domingo por la noche Marine Le Pen, para quien Francia necesita “una gran alternancia”.
La candidata de extrema derecha defendió su visión de “reunir a los franceses en torno a la justicia social y la protección, garantizada por un marco fraternal en torno a la idea milenaria de nación”, que opuso a “la división, la injusticia y el desorden impuestos por Macron en beneficio de unos pocos”.
El inquilino del Elíseo aparece con más posibilidades de recuperar una mayor cantidad de votos de electores, después que la mayoría de sus rivales derrotados llamaron a votar por él o a impedir que la extrema derecha llegue el poder.
“¡No hay que dar ni un solo voto a Le Pen!”, urgió el izquierdista Jean-Luc Mélenchon, tercer candidato con más sufragios (21,95%), sin llamar explícitamente a votar por el mandatario.
Pero el alcance de estos llamados es incierto, vista la personalidad divisiva entre los votantes de izquierda del presidente, que si es reelegido busca retomar su propuesta de retrasar la edad de jubilación de 62 a 65 años.
Subrayando esta impopular reforma y la reciente polémica sobre la contratación de consultoras privadas por el gobierno, el partido de Le Pen también busca pescar electores en el caladero izquierdista.
En los papeles, la heredera del Frente Nacional cuenta con el 7% de los votantes del ultraderechista de Éric Zemmour, que llamó a votar por ella, y del 2% del derecha radical, Nicolas Dupont-Aignan.
Fuente Ambito