Por Yosef Cohen-Especial Total News Agency-TNA-
China es, sin duda, la superpotencia predominante en África.
Una estrategia bien orientada que ha permitido a Pekín ejercer su influencia, mediante la cual obtiene grandes beneficios tanto económicos como diplomáticos.
La influencia que ejerce China en el continente africano es un punto central en el camino de ésta hacía su conversión en superpotencia. Un continente que cuenta con una gran riqueza en materias primas, y una población que se estima se duplique para el año 2050, donde sus países están necesitados de grandes inversiones para su modernización y desarrollo. Inversiones que desde hace años vienen de la mano de los gobernantes de Pekín. Según el Informe Anual de Relaciones Económicas y Comerciales entre China y África, China ha invertido en el continente africano en el año 2020 2,96 mil millones de dólares.
Dicha influencia conlleva unas relaciones complejas y cuenta con múltiples capas más allá de lo meramente económico. Al analizar alguno de los principales ámbitos de las relaciones sino-africanas, podremos dilucidar la magnitud de la influencia de China en el continente africano.
Desde el inicio de la República Popular China en 1949, Pekín estableció relaciones diplomáticas con un gran número de países africanos, llegando a ser reconocido por 45 países en 1980. En ese periodo, la política china se centró en ayudar al desarrollo de las economías africanas, con proyectos como el tren entre Tanzania y Zambia. Mediante estas inversiones, China consiguió granjearse el favor de los países africanos, materializándose en la obtención de su asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU.
Desde entonces, han ido profundizando en sus relaciones diplomáticas. Este acercamiento favoreció la creación del Foro de Cooperación China-África (FOCAC), en el año 2000. Desde entonces, las relaciones entre ambos han estado marcados por la igualdad política y la confianza mutua, la cooperación económica beneficiosa para todos y el intercambio cultural, siguiendo los cinco principios de convivencia pacífica. La octava edición del FOCAC, que se celebra en el 2022, será un buen indicador sobre el estado de las relaciones entre África y China tras el impacto de la pandemia.
Mediante el fortalecimiento de las relaciones sino-africanas, Pekín consigue afianzar su papel de superpotencia y proteger sus intereses. La mayoría de los gobiernos africanos expresan su apoyo a la política de Pekín de «una sola China», un requisito previo para atraer la ayuda y las inversiones chinas. Además, gracias al apoyo de los países africanos, de los 15 organismos de las Naciones Unidas, China dirige cuatro de ellos, entre ellos la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, y la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial.
En los últimos años, África ha experimentado un aumento de las bases militares de varias potencias, bajo el pretexto de la supuesta lucha contra el terrorismo y la piratería y la prestación de ayuda humanitaria.
Entre dichas potencias, también se encuentra China, que abrió recientemente su primera base de ultramar en Yibuti, convirtiéndose en el octavo país en número de efectivos en las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU, con más de 3.000 efectivos en África.
Mediante su presencia militar, China se beneficia de crear entornos seguros, lo que favorece el desarrollo económico mientras que protege sus inversiones estratégicas. Esta presencia pone en duda el principio de no injerencia defendido históricamente por los dirigentes chinos.
Hoy en día, el compromiso de China con la seguridad en la región está conformado por el Plan de Acción de Cooperación China-África de Pekín (2019-2021). El plan incluye asistencia para actividades militares, mediante el intercambio de información, la formación de personal militar, la venta de armas comerciales y la celebración de foros periódicos sobre paz y seguridad.
Es en este ámbito en donde China consigue ejercer una mayor influencia en los países del continente africano. Mediante dicha influencia, alguno de los objetivos que pretende lograr son: una fuente para las importaciones de recursos naturales, un mercado creciente al que exportar sus productos, así como una oportunidad para que las empresas chinas aumenten su presencia internacional.
Esto ha acabado convirtiendo a China, según el Ministerio de Comercio de la nación del centro, en el mayor socio comercial bilateral de África, después de la Unión Europea como conjunto, multiplicando su volumen de transacciones por 20 en los últimos 20 años, y pasando de 9.860 mil millones de dólares en el 2000 hasta los 207.030 mil millones de dólares en el 2018.
Alguno de los proyectos más destacados en los que ha invertido el gigante asiático es la autopista transmagrebí, desde el Sáhara Occidental hasta Libia, invirtiendo 11.000 millones de dólares desde el 2015 o la línea ferroviaria que une Etiopía y Yibuti.
Si bien es cierto que son varias las empresas estatales chinas las que están construyendo los principales proyectos de infraestructuras, según datos del Ministerio de Comercio de China. Estas son responsables de alrededor del 70% de las inversiones del país en África. Pero las inversiones no se limitan a infraestructuras, existiendo también inversiones chinas en la fabricación de media y alta tecnología, en la sanidad y en la economía digital.
Aunque China no ha revelado el alcance de sus préstamos a África, el equipo de la Iniciativa de Investigación China-África ha realizado un seguimiento de unos 1.000 préstamos que ascienden a 152.000 millones de dólares y que se han concedido a 49 gobiernos africanos y empresas públicas entre 2000 y 2018. Toda esta inversión, muchas veces en forma de préstamos con condiciones más ventajosas, han provocado el aumento de la deuda de los países africanos.
Dicho endeudamiento, denominado por la administración Trump (2016-2020) como “la trampa de la deuda”, han suscitado el temor de que los préstamos chinos sean una táctica geoestratégica y coordinada, que endeuda deliberadamente a los países africanos para hacerse con el control de activos clave.
Se afirma que los préstamos chinos están garantizados por activos estratégicamente importantes, desde recursos minerales hasta proyectos portuarios, que pueden llegar incluso a confiscar como medio de pago. El anuncio de que Angola ofrece un acceso preferente a la inversión en yacimientos petrolíferos a las compañías petroleras chinas durante un periodo en el que está buscando una reducción de la deuda de China ha inflado el temor a dicha situación por otras potencias.
Con la segunda economía mundial, un puesto permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, unas fuerzas armadas avanzadas y un ambicioso plan de liderazgo tecnológico, el gigante asiático podrá sustituir a Estados Unidos como la mayor superpotencia.
Para llegar a dicho estatus, China ha desplegado todas sus capacidades en el continente africano para asegurarse un papel importante en la región y proteger sus intereses nacionales mediante las actuaciones geopolíticas. De dicho despliegue, es cierto que los países africanos también se han beneficiado, principalmente mediante el desarrollo de sus economías. En este sentido, China está actuando como lo haría cualquier otra superpotencia, papel que espera alcanzar para el año 2050.
China tiene interés en las riquezas naturales de Ucrania y participa en la reconstrucción del Estado Ucraniano. Asegurar su actuación geopolítica en Ucrania a semejanza de lo que China está haciendo en los Balcanes.
Todo esto con el permiso de los ” boys coca cola ” de los servicios de inteligencia del occidente salidos de las mejores universidades del occidente, pero nada saben de historia y geo-estrategia…informes y análisis llenas de errores por desconocimiento de la religión, historia, cultura, de los pueblos y sus países.
Los mayores” embajadores “de los EE.UU y de la Europa occidental en África, eran los misioneros cristianos, trabajando directamente con la población y defendiendo las mentes humanas del comunismo.
Una Ucrania destruida es un buen negocio para los chinos.
Mr. Trump cómo buen estratega que es sabia y sabe que es mejor para occidente tener buenas relaciones con Moscú, que tener a China cómo primera superpotencia mundial.