«¿Alguien se preocupa por los derechos de los vecinos?». Esta es la queja común entre los vecinos de Malasaña, que han sufrido su propioDos de Mayo, en las dos acepciones del término: un maratón de fiesta y alcohol hasta altas horas de la madruada sin que nadie lo evitara. Bien es verdad que el barrio vive sus festejos institucionales (promovidos por el Ayuntamiento) y los populares (los denominados autogestionados); pero ya desde la tarde del sábado y el domingo empezó a llenarse de jóvenes y personas de mediana edad que se reunían a beber sin control y sin nada que ver con los residentes de un barrio que está más que harto. Antes de la medianoche, tanto la plaza del Dos de Mayo como las calles adyacentes estaban repletas de cientos de individuos que entraba y salían de los comercios de conveniencia (normalmente, regentados por chinos) con su bolsa con alcohol, vasos y hielo. Pero lo que más se veía era, sobre todo, latas de cerveza, muchas despachadas por los vendedores ambulantes bengalíes que no tienen, lógicamente, licencia para ello. Cabe recordar que la ley antibotellón de la Comunidad de Madrid, de 2002, prohíbe la venta de alcohol desde las diez de la noche en comercios que no sean de restauración y su consumo en la vía pública. «Es un desmadre colectivo»
«El problema que tenemos es la noche, porque el barrio se ha convertido en un polo de atracción para estas cosas», se queja Jordi Gordon, representante de SOS Malasaña. «Este año no había recinto ferial, pero aun así esto es la ley de la selva. Es lo que suele ocurrir cada fin de semana. Había miles de personas a las cuatro de la madrugada. Esto es penoso. Porque el verdadero problema es que se permite que se llegue a esto», añade. El consumo masivo de alcohol tiene sus consecuencias. Afirma el representante vecinal que se traduce en «destrozos en el mobiliario urbano, meadas, pintadas, un ruido insoportable que no deja dormir…». A veces, ni los propios vecinos pueden entrar en su portal. «Hay miles de latas de cerveza por todos lados. Es un desmadre colectivo». Y no estamos hablando solo de veinteañeros, «sino de mucha gente de 30 y 40 años que se comportan como adolescentes». Fuentes policiales indicaron ayer a ABC que, si bien es verdad que hubo mayor afluencia de personas en Malasaña por las fiestas del Dos de Mayo, el «servicio fue tranquilo, sin incidencias destacables». Pero Gordon considera que no se les está dando el trato de ciudadanos de primera: «Nuestros derechos están sometidos a los derechos de los hosteleros. Es una inconsciencia absoluta de lo que tiene que ser una ciudad histórica y habitable como Madrid. Luego, lo pagaremos». Pone de ejemplo «una barra de degustación que había en la Corredera Alta de San Pablo, acumulando denuncias, y ahora le han dado licencia de bar». «Y eso que la normativa municipal prohíbe la apertura de más establecimientos como ese en la zona», se queja Jordi Gordon. Mientras, siguen con la doble problemática de las «terrazas ilegales» («La Policía Municipal está harta de denunciar a locales, pero no pasa nada») y la de la proliferación de viviendas de uso turístico, una plaga en todo el distrito de Centro. Entre enero y marzo, primer trimestre con datos públicos en el portal del Ayuntamiento de Madrid, se interpusieron 74 denuncias por consumo de alcohol en la calle. Una cifra ascendente, y eso que aún están por llegar los meses de más calor del año.
Fuente ABC