
El Museo diseñado por Rafael Viñoly posee luz natural. Su fachada vidriada es el orgullo del arquitecto y una genuina dificultad para curadores y montajistas. En este territorio, la artista junto a la curadora Gelfman, coincidieron en un montaje especial: decidieron potenciar y trasladar al interior de la sala el paisaje exterior. Pintaron entonces el cielo del amanecer en los muros con los colores lila, rosa y amarillo, fundidos en suave degradé.
Los antecedentes de la artista prefiguraban un proyecto ideal para explorar a Penalba. Durante la pandemia Ojeda Bär indagó su propia vocación a través de los libros de historia del arte. Consiguió buenas reproducciones y pintó obras de Man Ray y también esculturas de Brancusi, Kiki Smith, Sarah Lucas, Ennio Iomi, Saint Clair Cemin o Elba Bairon. “Pinté cuadros de pequeño formato que van en busca de una experiencia íntima, sensible y personal con quien los mira”, observó. La propuesta del Fortabat parecía pensada para ella.
La obra de Penalba, aunque es casi plenamente abstracta, está estrechamente ligada a la naturaleza. ¿Cómo hablar del fitomorfismo sin pronunciar ni una sola palabra? La pintura de la figura alada en color verde, habla de la relación con las plantas. Para subrayar esta interpretación, hay otra pintura, también verde, donde las alas se abren y entre ellas se percibe una flor. La artista pone a prueba la capacidad visual y retoma la enseñanza que nos dejaron los impresionistas, las variaciones que provoca en la percepción de una obra la distancia desde la cual la mira el espectador. La escultura, pintada en la lejanía del horizonte, ostenta la cualidad de un árbol, mientras colocada a una distancia media, parece aprestarse a girar sobre sí misma.
Por otra parte, la firma de Penalba en primer plano y en versalita, con la P superpuesta a la A, recuerda la vida trágica y hasta novelesca de la escultora que cambió su nombre cuando se instaló en París. Allí rompió su obra figurativa y en medio de una ascendente carrera de conquistas que parecía no tener fin, murió en un accidente.
Al terminar el recorrido de la exposición, sobre pedestales, se encuentran dos afiches que presentan la muestra. El proyecto era ofrecer láminas para que el público se las lleve, como las de Félix González Torres, pero los protocolos sanitarios lo impidieron. Finalmente, la artista concluye: “junto al tema de la luz, otro pilar fundamental de la muestra es poder generar intimidad con un objeto tan aurático como una escultura famosa. Una persona me dijo que ahora puede ‘ver la obra de Penalba con amor’. Y es lo que me importa”.