Es posible que la parroquia Nuestra Señora del Encuentro pase demasiado inadvertida entre calles del barrio de Bellas Vistas, lo que ahora se denomina en algunos ambientes «El pequeño Caribe», por la predominante presencia de personas procedentes de la República Dominicana. Es posible que el templo, recién remodelado, de la impresión exterior de un encajonamiento entre edificios de viviendas. Es posible que la historia marque el ritmo de la vida parroquial. Sin embargo, lo que se esconde, una vez traspasada la puerta material y simbólica informativa de esta parroquia, en la calle Pedro Barreda, 22, es una sorpresa tras de otra. Comencemos por la historia. En una placa bajo dos imágenes, en la zona de la entrada que domina un confesionario, que ciertamente invita a entrar en él, se lee: «Imágenes de Nuestra Señora de las Cruces y de san Pantaleón, titulares de las parroquias del mismo nombre creadas por el arzobispo Morcillo en agosto de 1965. Hoy abren paso a la de: Nuestra señora del Encuentro, fruto de la fusión de ambas, creada por el cardenal Suquía el 26 de marzo de 1981. Y bendecida por le mismo el día 29 de mayo de 1993». Por cierto que no es la única placa conmemorativa de la parroquia. Nada más traspasar el umbral, hay una reproducción de Ichthys, antiguo símbolo de identificación del cristianismo, de la vida que se sobrepone a la vida, y junto a él una leyenda que dice: «Sé de quien me he fiado (2 Tim 1, 12) nadie muere nunca solo. Siempre estamos acompañados por ese rostro de Dios que nos despierta a la vida infinita y nos sonríe para saciarnos de gozos en su presencia. En recuerdo de los fallecidos en la pandemia. 2020». No fueron pocos los que, feligreses de esta parroquia de unos dieciséis mil habitantes, con zonas desiguales sociológicamente, murieron durante los días más duros del confinamiento por causa de la pandemia. En el templo que ahora habla de claridad, de luz, de presencia del misterio, hay un cuadro de la Anuciación de Nuestra Señora, del siglo XVII, que es la joya artística escondida de la parroquia. El actual párroco de Nuestra Señora del Encuentro es el sacerdote Juan Carlos González Osorio, artífice de una reforma exterior y de un interesante proceso de conversión interior de la parroquia. También es capellán del cercano Hospital de la Cruz Roja. Está acompañado por el sacerdote Antonio Pla que lleva más de treinta años en la parroquia. Como señala González Osorio , «la evangelización desde la caridad es el centro y el leit motiv de la vida parroquial». El milagro mensual es Cáritas, que atiende a 310 familias de la zona con alimentos, alquileres, ayudas especiales, lo que suponen muchos kilos, toneladas habría que decir, de comida, al mes y al año. El párroco describe algunas situaciones de la forma de vida de las personas que se acercan a Cáritas que hielan el corazón. El señor que vivía en un abandonado coche fúnebre –metáfora casi macabra, si no fuera cierta- y que dice que tiene que dar gracias a Dios porque en su colchón, al menos, no está la intemperie; la señora que va todos los días a dormir al altillo de una casa, y que paga mensualmente una cantidad de dinero que prefiero no reproducir, o la familia, con dos niños, que tiene alquilada la cocina y un sofá, recién llegados de América. Ahí está Cáritas, con la ayuda de la Vicaría y de los servicios sociales. Por cierto que existe cierta preocupación en la zona por el cierre anunciado del economato de Cáritas de Bravo Murillo y por la situación futura del Banco de Alimentos. El grupo de voluntarios que atiende este impagable servicio serviría de ejemplo de la generosidad de una feligresía, mayoritariamente de edad avanzada. La parroquia cuenta además con un CEM, centro de formación para los niños y los jóvenes, con una alta asistencia. También hay que destacar la ayuda de un grupo de religiosas, de los institutos de María Inmaculada, Mercedarias, Divina Pastora y del Sagrado Corazón, que colaboran en diversas actividades de la parroquia. Ha llegado el momento de dejar la pandemia atrás y de volver a la vida ordinaria de la parroquia. Aunque la catequesis, en sus diversos niveles, y con números simbólicos de niños, ha funcionado con normalidad, es hora de comenzar de nuevo. Tanto en los grupos de formación de adultos, de matrimonios jóvenes, como en los Scouts, con sus actividades, como el campamento de verano. Dos notas finales de la sorpresa que es Nuestra Señora del Encuentro. La alta asistencia a los actos devocionales, exposición con el Santísimo y el rosario diario. Y que aquí sí se puede decir que estamos en una parroquia de puertas abiertas, en la que constantemente hay personas en una oración que permite un encuentro que cambia la vida.
Fuente ABC