Hoy, se cumplen 100 años de la creación de YPF, un hito fundamental en la historia del petróleo en Argentina. El 3 de junio de 1922, durante la presidencia del radical Hipólito Yrigoyen, se creó la Dirección General de Yacimientos Petrolíferos Fiscales. Esta Dirección quedó a cargo de Enrique Mosconi, impulsor de la exploración y la explotación del petróleo en nuestro territorio, y modelo posteriormente adoptado por otros países de la región.
Lamentablemente, esas glorias quedaron en el pasado y atravesamos un presente complejo. La errática política en materia energética aplicada en las últimas décadas, con la pérdida del autoabastecimiento energético en el año 2011, una errónea política de subsidios a sectores que no debían recibirlos (en los últimos diez años los subsidios a la energía fueron superiores a los 134 mil millones de dólares), la falta de inversiones y la inexistencia de obras que permitan la reconversión de la matriz energética, entre otros aspectos, hacen que existan muchas cosas para recordar en el centenario de Yacimientos Petrolíferos Fiscales, pero pocas para festejar.
Sin ir más lejos, por estas semanas atravesamos en todo el país, producto de la improvisación y la falta de planificación, graves problemas con el abastecimiento de gasoil, lo que perjudica al transporte, a la generación de energía, a la industria, y eleva los costos logísticos en un contexto económico ya bastante difícil. Las bajas temperaturas auguran un agravamiento de la situación, más allá del anuncio de importar mayor cantidad de este combustible.
Es innegable la importancia y preponderancia de YPF en el sistema energético de nuestro país que depende el 85% del petróleo y el gas natural, en gran parte aportado por esta empresa. Según el Instituto Argentino de la Energía “General Mosconi”, YPF produce el 47% del petróleo, casi el 30% del gas natural y el 55% de los combustibles refinados. Las noticias no son buenas, la producción de petróleo y gas de YPF va en caída, a lo que se le agrega la caída de reservas lo que plantea un escenario a futuro bastante complejo.
A finales del año pasado, la empresa YPF (USD 1.377 millones) valía el 90% menos que en el 2008 y su deuda superaba los 7.400 millones de dólares. Esto limita la capacidad de inversión de la empresa, haciendo que se agrave la situación a medida que transcurre el tiempo. Además, más del 80% de los ingresos de la misma dependen del mercado local, por lo que queda sujeta a la intervención en los precios que realiza continuamente el propio Estado Nacional.
A lo anterior, le agrega incertidumbre la demanda radicada en los tribunales de Nueva York por la expropiación de YPF que hizo el Estado nacional en el año 2012 (con la estatización del 51% de las acciones de YPF S.A. -Ley 26.741-) y que todo indica que no serán noticias favorables para nuestro país; esperemos que finalmente no suceda porque será un perjuicio para Argentina en general y para YPF en particular.
Asimismo, y más allá de lo hecho en materia de hidrocarburos, es importante analizar la matriz energética y la falta de reconversión de la misma hacia energías renovables como la eólica, solar, etc. Seguimos con una matriz preponderantemente fosilizada. Debemos recuperar la soberanía energética y reconvertir la matriz cambiando su composición, pero en lugar de incentivar este tipo de obras como parques eólicos y solares o la construcción de represas como Portezuelo del Viento, se dilatan las mismas o directamente se descartan.
Lo mismo con la demorada obra del gasoducto Néstor Kirchner, fundamental para el abastecimiento de gas a más de la mitad del territorio nacional y para establecer las bases de una matriz exportadora de este combustible. Una vez más Argentina desperdicia, por la falta de obras como este gasoducto y la inexistencia de una planta de licuefacción de gas, condiciones históricas en los términos de intercambio de un commodity como el gas licuado, que garantizaría el ingreso de divisas y el crecimiento de reservas internacionales, tan necesarias en el contexto macroeconómico actual.
YPF posee un pasado que nos enorgullece, pero un presente que nos preocupa. Un siglo atrás, el Estado Argentino ponía en marcha YPF, orgullo nacional y nave insignia de la política petrolera durante décadas. Hoy, cien años después, los problemas son grandes y los desafíos aún mayores. Esperemos estar todos a la altura para revertir este presente.
Fuente Mendoza Today