Es una apuesta a largo plazo, pero que empieza a dar motivos de esperanza, la medicina avanza con todos sus conocimientos y herramientas para derrotar a una de las enfermedades más mortales en el mundo: el cáncer.
Para que un cáncer se desarrolle, las células tumorales deben avanzar extendiendo cada vez más nuevos vasos sanguíneos con los que logra alimentar su crecimiento y hasta expansión a otros órganos. Nueve de cada diez muertes por cáncer se deben en parte a este problema: cuando los médicos detectan la enfermedad, ésta ya se ha extendido a otros órganos causando metástasis.
Es por eso que la comunidad científica busca prevenir esta enfermedad mediante la creación de vacunas que impulsen a nuestro sistema inmunitario a bloquear el crecimiento del cáncer en el organismo, en lo que los expertos denominan la “batalla del microambiente tumoral”, dado que la frontera de la investigación del cáncer no está dentro del tumor, sino en todo lo que le rodea. Los oncólogos lo denominan microambiente. Y las más recientes investigaciones apuntan a desarrollar vacunas terapéuticas para curar el cáncer, las cuales ya están en pleno desarrollo y hasta en experimentación con animales.
El equipo del doctor David Mooney, bioingeniero de la Universidad de Harvard, fue el que diseñó una vacuna basada en la molécula identificada por su colega del Dana-Farber que genera anticuerpos contra esas dos proteínas. Estas moléculas se unen a ellas e impiden su cortado. Eso retira la capa de invisibilidad del tumor y hace que al lugar acudan dos tipos de células inmunitarias: linfocitos T y células asesinas naturales. Los científicos han mostrado que la vacuna es efectiva en varios experimentos con ratones generando en ellos una respuesta inmune satisfactoria, que también fue probada con éxito en monos. Esta inmunización funciona incluso en casos de tumores avanzados que han causado metástasis en los animales.
“La mayoría de las vacunas contra el cáncer se dirigen a antígenos peptídicos, lo que requiere personalización debido a la gran diversidad interindividual en las moléculas del complejo mayor de histocompatibilidad (MHC) que presentan péptidos o proteínas de origen natural a las células T. Aquí presentamos una vacuna contra el cáncer que induce un ataque coordinado por diversas poblaciones de células T y células asesinas naturales (NK). La vacuna se dirige a las proteínas de estrés MICA y MICB (MICA/B) expresadas por muchos cánceres humanos como resultado del daño en el ADN”, explicaron los científicos en el paper de Nature.
“Los anticuerpos inducidos por la vacuna aumentan la densidad de las proteínas MICA/B en la superficie de las células tumorales, mejoran la presentación de antígenos tumorales por parte de las células dendríticas a las células T y aumentan la función citotóxica de las células NK. En particular, esta vacuna mantiene la eficacia contra los tumores deficientes en MHC de clase I resistentes a las células T citotóxicas a través de la acción coordinada de las células NK y las células T CD4″, aclararon los expertos a cargo de la investigación.
Y agregaron: “La vacuna también es eficaz en un entorno clínicamente importante: la inmunización después de la extirpación quirúrgica de tumores primarios altamente metastásicos inhibe el crecimiento posterior de metástasis. Este diseño de vacuna permite una inmunidad protectora incluso contra tumores con mutaciones de escape comunes”.
“Esta vacuna podría ayudar a muchos enfermos con diferentes tipos de cáncer porque no depende de las mutaciones específicas en el cáncer de cada paciente”, indicó el bioingeniero Mooney, que presentó una de las características más destacadas del estudio y es aquella que inhabilita uno de los mecanismos de invisibilidad ante el sistema inmune más utilizados por muchos tipos de tumores, incluidos los de páncreas y glioblastoma cerebral. “El principal mensaje es que es posible desarrollar vacunas que funcionen en muchos pacientes y en tipos de tumor diferentes”, resume Wucherpfennig.
Fuente Ambito