Al respecto, se apunta que desde la llegada de la pandemia, en marzo de 2020, “términos como Fase III, placebo, grupo de control, que eran expresiones que eran chino básico para la mayoría de los argentinos, de pronto se volvieron de todos los días en la tele y hasta en las conversaciones de la gente”, y se recordó que “cinco ensayos clínicos sobre Covid-19 se hicieron en el país”.
La Cámara Argentina de Especialidades Medicinales es la entidad que nuclea a los laboratorios extranjeros, y suelen ser los principales impulsores (o sponsors, como se dice en la jerga) de los ensayos.
Según CAEME, en 2020 se iniciaron los protocolos de 183 estudios y en 2021 se incrementó un 16% la cantidad. En ambos años, la investigación estuvo dominada por la oncología.
Una encuesta aseguró que 3 de cada 10 personas consideran que saben más del tema que antes, y 7 de cada 10 participarían incluso si no tuvieran una enfermedad, como voluntarios sanos (como ocurrió con las vacunas).
“Se cambió el miedo de probar algo nuevo, por la oportunidad de probar algo nuevo. El ensayo clínico ahora es visto como una oportunidad”, afirma la entidad.
Muchos voluntarios participan por un deseo de contribuir a la ciencia, pero es innegable que para los pacientes, el ensayo es una luz de esperanza, concluye CAEME.
Fuente Ambito