Los investigadores recogieron datos de una muestra de 94 adultos que trabajaban a tiempo completo y que habían contraído o no el virus al menos un mes antes del estudio. Ambos grupos se emparejaron en cuanto a características demográficas clave.
“En relación con el grupo que nunca había tenido, el grupo que lo había contraído informó de más fallos cognitivos en el trabajo, que se definen como problemas de memoria, atención y acción“, apunta Beck.
Un segundo hallazgo del trabajo es que los fallos cognitivos se asociaron con una disminución de la autoevaluación del rendimiento laboral, así como con un aumento de las intenciones de abandonar voluntariamente el trabajo actual.
“Estos resultados pueden tener importantes implicaciones para los directivos y las organizaciones en general. Las personas que se reincorporan al trabajo después de contraerlo, pueden tener dificultades para volver a su nivel de rendimiento anterior, y puede ser necesario realizar adaptaciones. Estas podrían incluir la reducción de la carga de trabajo, la ampliación de los plazos o la provisión de acuerdos de trabajo flexibles”, concluye Beck.
Fuente Ambito