El repunte de la inflación es, sin lugar a dudas, el motivo de mayor preocupación para los bancos centrales. “La alta inflación es un gran desafío para todos nosotros”, comienza el comunicado del Banco Central Europeo (BCE) tras alertar de que las presiones inflacionistas se han ampliado e intensificado, con un fuerte aumento de los precios de muchos bienes y servicios, lo que hará que el IPC se sitúe en el 6,8% en 2022, su nivel más alto desde la historia del euro. Posteriormente, disminuirá hasta el 3,5% en 2023 y el 2,1% en 2024, situándose ligeramente por encima del objetivo de la institución monetaria.
Cifras bastante más altas de las previstas en marzo, puesto que por aquel entonces el BCE pronosticó que la inflación sería del 5,1% para este año —1,6 puntos porcentuales menos— y del 2,1% para 2023, nivel que sí se alcanzará un año más tarde.
Con este escenario, prevén un crecimiento del PIB real del 2,8% para 2022 y del 2,1% en 2023 y 2024, también por debajo de las proyecciones de marzo, que eran del 3,7% y 2,8%, respectivamente. De hecho, constatan que la guerra de Rusia en Ucrania “continúa pesando sobre la economía en Europa y a nivel global. Está interrumpiendo el comercio, provocando escasez de materiales y contribuyendo al aumento de los precios de la energía y las materias primas, lo que sigue pesando sobre la confianza y frenando el crecimiento, especialmente a corto plazo”, según señala el comunicado.
No obstante, alejan la posibilidad de que se produzca la temida estanflación, puesto que el escenario es para que la economía siga creciendo gracias a la reapertura de la economía, un mercado laboral sólido, los apoyos fiscales proporcionados durante la pandemia y el ahorro acumulado. “Una vez que los vientos en contra disminuyan, se espera que la actividad económica se recupere nuevamente”.
Con el repunte de la inflación y su consiguiente impacto en el crecimiento económico, el BCE ha confirmado que dejará de engordar su balance con compras netas de deuda y, sobre todo, adelanta al mercado que subirá en 25 puntos básicos el tipo de interés en julio, hasta el 0,25%, y volverá a tocarlos en septiembre. Por tanto, tal y como descontaba el mercado, se producirá la primera subida en el precio del dinero en una década, pero no será de medio punto porcentual, como demandaban algunas voces.
Porcentaje de subida que no podría descartarse de cara a septiembre, puesto que “la calibración de este incremento dependerá de las perspectivas de inflación de medio plazo actualizadas. Si la perspectiva persiste o se deteriora, será apropiado un incremento mayor en la reunión de septiembre”, dice el comunicado.
El Consejo de Gobierno anticipa así que será apropiado un incremento gradual pero sostenido de los tipos de interés. En línea con su objetivo de medio plazo del 2%, el ritmo al que se ajuste su política monetaria dependerá de los datos entrantes y de cómo sea la evolución de la inflación a medio plazo.
El repunte de la inflación es, sin lugar a dudas, el motivo de mayor preocupación para los bancos centrales. “La alta inflación es un gran desafío para todos nosotros”, comienza el comunicado del Banco Central Europeo (BCE) tras alertar de que las presiones inflacionistas se han ampliado e intensificado, con un fuerte aumento de los precios de muchos bienes y servicios, lo que hará que el IPC se sitúe en el 6,8% en 2022, su nivel más alto desde la historia del euro. Posteriormente, disminuirá hasta el 3,5% en 2023 y el 2,1% en 2024, situándose ligeramente por encima del objetivo de la institución monetaria.
Fuente El Confidencial