“Un propietario de una farmacia que vende cannabis en la ciudad de Maldonado nos contaba que llegaban los cruceros y muchos cruceristas se tomaban un taxi ahí mismo en el puerto para llegar a su farmacia a adquirir la famosa marihuana legal”, evoca como ejemplo.
Para encontrarse con la sorpresa de que no podían comprar.
Aprobada en 2013, la legislación uruguaya implementó tres mecanismos para adquirir marihuana: el autocultivo, los clubes cannábicos y la compra en farmacias, todos bajo regulación estatal y restringidos a quienes residen en el país.
La idea ahora es que los visitantes puedan comprar durante su estadía mediante alguna de esas vías.
Negocios como hoteles o “grow shops” podrán ofrecer a turistas una membresía temporal en un club cannábico, o registrarse para adquirir la marihuana en farmacias como exige la ley a los usuarios locales, explica Antonini.
El factor económico es determinante. Antonini vislumbra en la apertura del mercado cannábico al turismo un “ingreso significativo” suficientemente alentador como para dar luz verde a la propuesta.
La fórmula es simple: si crece el turismo aumenta el gasto, aumentan los puestos de trabajo y aumentan las inversiones.
Fuente Ambito