Esta es la historia de una mujer que triunfó en el fútbol al más alto nivel, y decidió colgar las botas para emprender otro reto en el mundo de la investigación científica. Lola Martín Alonso, 25 años, ingeniera de Materiales y máster en ciencia y Tecnología Químicas, cambió los tiros a puerta y los córners por el estudio de los biomateriales. Y un contrato profesional en el Real Madrid para jugar en primera división por un doctorado para el que tuvo que buscar financiación. La niña Lola tenía apenas 9 años cuando comenzó a dar patadas al esférico. Su afición temprana por el deporte rey se desarrolló en paralelo a su pasión por la ciencia. Pasaron los años mientras crecían tanto su pericia con el cuero como su interés científico. Y así llegó a Bachillerato, cuando «mi madre se entera de que existe una Ingeniería de Materiales». Un campo que comenzó a tocar en esos últimos años de instituto, dentro de la asignatura de Tecnología. «Es algo que nos rodea, pero que nunca nos adentramos en ello; y empiezo a ver el mundo que hay detrás de los materiales y me enamoro». Los cuatro años de la Ingeniería de Materiales los compatibilizó con su fichaje por el Tacón, un equipo femenino luego fusionado con el Canillas, y cuyo nombre es un acrónimo de las palabras trabajo, atrevimiento, conocimiento, organización y notoriedad. Y ahí le tocó darlo todo, sobre la hierba y en las aulas: «Fueron años difíciles, para compaginar ambas cosas. En el mundo del fútbol no se valoraba mucho el estudiar una carrera, y más una ingeniería. Me tocó faltar a alguna clase, irme corriendo de los exámenes para llegar a entrenar…»”. Un estrés galopante con el que Lola Martín pudo, y de sobra: no sólo terminó la carrera, sino que su equipo logró el ascenso a primera división, y fue absorbido por el Real Madrid. El momento de elegir
Llegó el momento de elegir: conseguir un contrato profesional con el club merengue, en la máxima categoría deportiva, o iniciar su vida laboral en la rama científica. «Empecé a darle vueltas, a plantear en la balanza las cosas buenas que tenía el fútbol, y lo que me perdía si lo dejaba». Reconoce que «era más fácil seguir en el fútbol; me esperaba Valdebebas, el Madrid, exigente en lo físico pero sin muchas más preocupaciones que entrenar y jugar». Pero en su cabeza y en su corazón, la ingeniería seguía marcando el paso: «Era un mundo que me estaba apasionando, sobre todo lo relacionado con los biomateriales». Su elección fue por esta vía, y eso que «dedicarme a la investigación y hacer un doctorado me obligaba, de momento, a buscar financiación; no tenía nada seguro». La ciencia ganó al fútbol. Y Lola Martín encontró su hueco en el IMDEA Materiales, uno de los siete institutos madrileños de estudios avanzados con que cuenta la Comunidad de Madrid. En la actualidad trabaja en un proyecto para desarrollar implantes de magnesio realizados en 3D, para la regeneración ósea. «Ahora se hacen de titanio o aleaciones de cobalto, pero provocan mucho rechazo, por lo que suelen necesitar una segunda cirugía después de instalados, para cambiarlos». Los que ella realiza con polvo de magnesio y con impresoras 3D «son biodegradables: como un andamio que se va disolviendo mientras sobre él se reconstruye el material óseo; en unos meses el implante ha desaparecido totalmente y sólo queda el hueso regenerado». La técnica 3D permite además reproducir en estos andamios la estructura porosa del hueso. Primeros estudios
Lola Martín tiene abierto un blog de divulgación científica, ‘Domingo en el laboratorio’, para extender el conocimiento básico sobre estas materias de ingeniería. «subo infografías, muchas veces de cosas cotidianas, como por ejemplo los materiales de los abrigos de sky, donde hay mucha tecnología». En el Día Internacional de la Mujer en la Ingeniería, Lola Martín Alonso es el mejor ejemplo del cambio que se está produciendo en este colectivo, donde las mujeres van abriéndose hueco de forma imparable. Aún queda mucho por hacer, reconoce, empezando por los primeros años de estudios: «Es importante que haya referentes femeninos en ciencia, porque eso te crea admiración y ésta te lleva a aprender». Destaca, por ejemplo, cómo «en los libros de física y de química ves ingenieros o científicos, siempre hombres. Inconscientemente, es algo muy importante, y hace que a veces las niñas no se planteen estudiar carreras técnicas y científicas: si no lo ves en los libros, en la tele, en tus padres…». Anima, sin embargo, a que las féminas con vocación científica no la abandonen, porque «una vez que te metes, no encontré ninguna traba por ser mujer, a pesar de que era la única chica en la clase».
Fuente ABC