De Jorge Ignacio Palma se ha hablado mucho en las últimas semanas en la Audiencia de Valencia ante el jurado popular que debe dilucidar si es responsable de las tres muertes y los ocho casos de abusos sexuales de los que se le acusa. El próximo martes 5 julio, y no el miércoles como estaba previsto inicialmente, Palma tendrá la oportunidad de explicar su versión de los hechos ante los miembros del tribunal. Algunos creen que no lo hará. Otros, que solo responderá a las cuestiones que plantee su defensa. En el aire, una misma pregunta: ¿Qué pasó, en realidad, con Marta Calvo? Hasta la fecha y desde el 13 de junio, los presentes en la Sala Tirant de la Ciudad de la Justicia de Valencia ha podido escuchar cronológicamente el reguero de casos que se destaparon a raíz de la desaparición de la joven de 25 años, natural de Estivella. Su rastro se perdió el 7 de noviembre de 2019 en la localidad valenciana de Manuel, en la misma vivienda en la que el acusado -cuando se entregó el 4 de diciembre de ese año ante la Guardia Civil- confesó que había descuartizado a la chica al darse cuenta de que había muerto tras una noche de sexo con drogas y había esparcido sus restos por contenedores de la zona. Una versión que los especialistas en escenas del crimen de la Benemérita ha desmontado por completo. «En los últimos años he estado en cinco escenas de desmembramientos, siempre queda algún resto, es imposible limpiarlo todo, hay fluidos que no se pueden quitar, y aunque los limpies a la vista, el olor hubiese sido captado por el perro», explicó en el juicio uno de los agentes que inspeccionaron la casa alquilada por el procesado. La búsqueda de cualquier resto biológico, incluso con los guías caninos, fue infructuosa: prácticamente arrancaron la ducha -el descuartizamiento se habría producido en el baño- para inspeccionar hasta las cañerías. Tampoco hallaron rastro de químicos, pese a que las cámaras de seguridad y la geolocalización de su móvil sitúan a Palma en varias tiendas en las que compró sierras, guantes, bolsas y productos de limpieza. Los agentes que testificaron ante el tribunal coincidieron en señalar que es «imposible» desmembrar un cuerpo sin dejar rasto y «difícil» trasladarlo en bolsas de basuras en el maletero de un coche sin que puedan encontrarse pruebas. Según el acusado, seis de los sacos fueron a parar a contenedores de Alzira y tres a Silla, por lo que se removieron sin éxito unos 16.800 metros cúbicos de basura en el vertedero de Dos Aguas, un arduo trabajo que tuvieron que realizar durante nueves meses, incluso durante el confinamiento, una veintena de agentes de la Benemérita para cribar la basura que llegó a este espacio en las fechas posteriores a la desaparición de Calvo. De hecho, un agente de Homicidios señaló que, por el proceso que se sigue y que él mismo observó en las plantas de residuos a las que habrían llegado los restos de la joven, es «imposible» que no se hubiera detectado la presencia de un cuerpo humano o de partes de él. De la presencia de la joven en el domicilio de Manuel nadie duda: se encontró una de sus lentillas debajo de la cama del acusado y su móvil se apagó a las 00.03 horas del 7 de noviembre, tras haber mandado la ubicación a su madre. Ha señalado que el teléfono móvil de Marta Calvo se apagó a las 00.03 horas del día 7 de noviembre aunque desconocen si fue de manera forzada o voluntaria. Previamente la víctima había mandado su ubicación a su madre. Los familiares de Calvo solo piden una cosa, además de justicia: que el procesado confiese el verdadero paradero de la chica para que todos puedan descansar en paz de un sufrimiento que se viene alargando durante casi tres años. Imagen del acusado durante el juicio que se celebra en la Audiencia de Valencia – ROBER SOLSONA
El modus operandi: sexo y cocaína de alta pureza
Pocas horas después de su muerte, Palma siguió contactando con prostitutas. Es, precisamente, uno de los nexos de unión de este caso con el resto. Todas las víctimas ejercían la prostitución. El desgarrador testimonio de algunas de las supervivientes, que también han comparecido durante el juicio, permitió a la Guardia Civil tejer un mapa de la conducta del procesado. Las víctimas reconocieron su rostro en los medios o, incluso, la fachada de la casa de la localidad valenciana de Manuel en la que murió Calvo. El jefe de Homicidios confirmó ante la juez que el modus operandi de Jorge Palma -con antecedentes por tráfico de drogas- coincide durante quince meses de horror -desde junio de 2018 hasta noviembre de 2019-. Contactaba por Whatsapp con chicas que anunciaban sus servicios sexuales en webs para realizar «fiestas blancas» utilizando una «cantidad importante de cocaína». De hecho, tenía que sostenerla «con las dos manos» y se mostraba «muy tozudo» con aquellas que preferían no consumir. Cinco de los ocho relatos también coinciden con la realización de masajes en los que introducía cocaína de alta pureza en los genitales sin su consentimiento y provocaba estados de somnolencia e incluso la pérdida de conciencia. Así murieron Arliene Ramos y Lady Marcela Vargas. El cadáver de esta última presentaba una dosis de cocaína en sangre –9,31 miligramos por litro– muy por encima de lo que se considera letal –entre 0,25 y 5–. Asimismo, al menos en tres ocasiones, aquellas que accedieron a beber una copa animadas por Palma, dijeron haber entrado en «sueños profundos» y desconocen el tiempo que estuvieron en esa situación. En un principio, las mujeres eran reacias a denunciar por su condición de trabajadoras sexuales, pero creyeron importante hacerlo para evitar más agresiones. Los médicos forenses del Instituto de Medicina Legal de Valencia coincieron en señalar que, debido al efecto narcótico relatado por las víctimas, es probable que la cocaína estuviera adulterada por alguna sustancia que, además, la apelmezaba y convertía el polvo en roca. La madre de Jorge Ignacio rechaza declarar
Aunque su declaración estaba prevista para el próximo lunes, la madre de Jorge Ignacio Palma ha renunciado a declarar durante la vista oral. Sí lo hizo dos veces ante la Guardia Civil cuando su hijo estuvo en paradero desconocido durante un mes. En la primera, les facilitó dos números de teléfono del acusado y relató que el fin de semana posterior a la desaparición de Marta, ella llegó a Valencia por motivo de un cumpleaños y no le notó nada extraño. Días después volvió a personarse ante la Benemérita para entregar ropa de su hijo y un iPad. En ese momento, los agentes le dijeron que si su hijo no había hecho nada, debía dar la cara. Si no, difícilmente le iban a creer. Justo dos días después, Jorge Ignacio se entregó, motivo por el que los agentes cree que madre e hijo estaban en contacto mientras él estaba huído. La Fiscalía solicita 130 años de cárcel para el acusado, mientras las acusaciones piden que se le aplique la prisión permanente revisable. Por su parte, la defensa pide la libre absolución. La juez ha decidido dividir la vista oral en once partes, con una exposición cronológica de los hechos por parte de testigos y peritos, para facilitar su comprensión a los miembros del jurado, que empezarán a deliberar a finales de la próxima semana o principio de la siguiente. La cuenta atrás para Jorge Ignacio Palma ha comenzado.
Fuente ABC