El 13 de enero de 1974 fue una jornada inolvidable. Ese día se corrió en el autódromo de Buenos Aires la primera fecha del Campeonato Mundial de Fórmula 1 de ese año y de manera impensada Carlos Alberto Reutemann estuvo a media vuelta de ganar. El final es bien recordado: se quedó sin nafta.
Viendo que punteaba la carrera, el presidente Juan Domingo Perón había viajado en helicóptero desde Olivos hasta el autódromo, para ser quien le entregara el trofeo. No pudo hacerlo, pero el piloto argentino subió al palco para saludarlo. Perón estrechó en un abrazo al desilusionado pero sonriente ídolo naciente; luego buscó en sus bolsillos y tuvo un breve diálogo con Reutemann: “Mire pibe, no tengo otra cosa para entregarle. Es la lapicera que tengo”, le dijo.
El General moriría 169 días más tarde. 17 años después, Reutemann uso la lapicera del General para firmar el acta de asunción como gobernador de Santa Fe. Días después de esa recordada carrera que estuvo a punto de ganar en Buenos Aires, Lole había vuelto a ver a Perón, en el marco de la firma de un acuerdo para que YPF apoyara al piloto argentino. El Presidente le dijo: “Para que no se quede sin nafta”.
“El poder no pasa por la lapicera, sino por quien tiene el poder de convencer. Perón nunca necesitó de una lapicera”, señaló el presidente Alberto Fernández el viernes en la CGT, precisamente en el acto de conmemoración del 48° aniversario de la muerte de Perón. La pregunta que todos se hacen es cuánta nafta le queda al Presidente.
El insólito ida y vuelta que se da entre un mandatario y su vice que ahora solo se hablan a través de los actos públicos, continuó al día siguiente en el acto de Cristina Kirchner en Ensenada, también por los 48 años de la muerte de Perón. Ahí la exmandataria le contestó al Presidente remontándose en la historia. Recordó que cuando el General “cazó la lapicera” en la Secretaría de Previsión “no la largó más. Cazó la lapicera y entró a firmar”.
Y enumeró las cosas que “firmó” Perón desde esa dependencia: el Estatuto del peón Rural, el aguinaldo, las vacaciones, las asociaciones profesionales, fundó la Justicia del trabajo… “Se la pasó firmando, firmando y firmando”. Y ante un auditorio cuyas presencias expresaban dónde radica el verdadero poder en el seno del Frente de Todos, la vicepresidenta cerró: “Creo que es importante que entendamos la mecánica de la construcción del poder en el peronismo, y por qué fue tan atacado. Porque usaba la lapicera en función del pueblo. Por eso lo atacaron”.
Mientras Cristina Kirchner le daba una lección pública de peronismo al Presidente, Martín Guzmán anunciaba su renuncia. De manera no menos insólita, pues lo hizo él mismo a través de las redes sociales. Publicando su carta de renuncia dirigida al Presidente de la Nación, en la que recordaba haberle dicho en su primera charla que su objetivo era “tranquilizar la economía”. Y admitía que podía ser que “a varios ese concepto no les genere demasiado entusiasmo, pero a mí siempre me pareció (y me parece) que tranquilizar la economía constituiría una verdadera épica”. Se fue sin haberlo conseguido.
Sobre el final de la carta, Guzmán le recomienda al Presidente que quien él elija para sucederlo “tome las riendas del ministerio”, advirtiendo que “será primordial que trabaje en un acuerdo político dentro de la coalición gobernante para que quien me reemplace, que tendrá por delante esta alta responsabilidad, cuente con el manejo centralizado de los instrumentos de política macroeconómica necesarios para consolidar los avances descriptos y hacer frente a los desafíos por delante”. Cosas que él no tuvo.
La carta tiene una extensión de siete páginas. Claramente no la redactó este sábado; más bien cuando asistió al acto del Presidente en la CGT el viernes ya sabía que esa sería su última aparición pública como ministro. Y eligió el momento para difundirla como una sutil venganza para con quien lo viene vapuleando desde hace meses.
Si hubiera renunciado un día después, habría sido tomado como el desplazamiento de otro ministro tras un discurso de la vicepresidenta. Si lo hacía antes, en su mensaje Cristina podría haber condicionado más la elección del sucesor. De la manera como sucedió, al menos Guzmán se garantizó restarle centralidad a quien tanto hizo por su renuncia.
El ahora exministro había puesto en marcha los aumentos de tarifas amparados en una segmentación ponía en duda la efectividad de la medida, pero cuya difusión llevaba al menos dos semanas de atraso. Los últimos días había hecho trascender Guzmán que quería el desplazamiento de los funcionarios de Energía que responden a la vicepresidenta, con la vaga esperanza de que esta vez el Presidente respaldara esa medida. Transcurrió otra semana sin que eso sucediera y entonces el jefe del Palacio de Hacienda tomó la decisión que debió haber adoptado cuando a fines de abril de 2021 no pudo echar a Federico Basualdo de la Subsecretaría de Energía Eléctrica.
Previsiblemente la salida de Guzmán fue recibida con beneplácito desde el kirchnerismo. La legisladora porteña Lorena Pokoik, de La Cámpora, no tuvo empacho en publicar en las redes sociales una foto de Cristina Kirchner en el acto en Ensenada con este texto: “Mueve la reina y jaque mate! Renunció @Martin_M_Guzman”.
La duda persistente este fin de semana radica en si el final del juego se limita al ministro saliente o alcanza al Presidente, cuya autoridad vuelve a ser una vez más limada. Ya se admitía en el gobierno que el Presidente estaba dispuesto a ceder todo menos a Guzmán, pues eso implicaría su pérdida total de poder.
Alberto Fernández ha dicho una y otra vez que bajo ningún punto de vista está dispuesto a renunciar. Ante allegados, esas cosas no se hablan públicamente. Siempre se pensó también que su vicepresidenta tampoco tiene intenciones de hacerse cargo de esta papa caliente. Este fin de semana había quienes ya lo ponían en duda. Con el mismo criterio de los que no la imaginan candidata presidencial el año que viene, sino candidata a senadora, pues una derrota por la primera magistratura la dejaría en el llano y sin fueros. Pero atento a las circunstancias y el avance de las causas judiciales que ella pensaba que quien eligió para encabezar la fórmula se encargaría de resolver y no hizo, tal vez no sería una mala opción sucederlo ahora.
“Respeto con esta mujer. Si el peronismo gobierna el país es por la decisión de esta mujer”, expresó este sábado Mario Secco, el intendente anfitrión del acto en Ensenada en su discurso, y desde el público comenzaron a cantar: “Cristina presidenta/Cristina presidenta”. Ella, que estaba sonriente, se puso seria en ese instante y movió la cabeza de manera negativa. Habrá que creerle.
Acorde lo que viene haciendo en los últimos tiempos, Sergio Massa no estuvo ni en el acto de Alberto del viernes, ni este sábado en el de Cristina. Como si deseara cumplir el pedido que le hizo su partido: evitar mediar entre el Presidente y la vice. Los dirigentes del FR le hicieron saber al presidente de la Cámara baja que están “un poco cansados de verlo sometido al desgaste de buscar la unidad, resignando el camino de lo que podría ser su posicionamiento personal”. De eso hablarán los renovadores en el congreso partidario previsto para mediados de este mes en Mar del Plata.
Lo cierto es que Massa cavila desde hace rato sobre qué hacer. Llegó a especularse con que daría un paso al costado bajándose de la presidencia de la Cámara, a propósito de la opinión de su partido de que “está demasiado atrapado en esta agenda parlamentaria que lo obliga a realizar sus máximos esfuerzos en busca de consensos que le quitan la posibilidad de salir y caminar los territorios”, según confió a este medio alguien del entorno del tigrense. Eso no sucederá.
La renuncia de Guzmán, de quien venía siendo muy crítico, lo tomó por sorpresa al salir de la cancha de Tigre. Se fue a su casa y luego viajó a Olivos para reunirse con el Presidente. ¿Será el sucesor de Guzmán, a cargo de un superministerio, como tantas veces se especuló? Si su deseo es fortalecer su imagen como hacedor de un cambio, eso no pasará donde hoy está, de ahí que no pueda descartarse un pase al Ejecutivo. Recordemos que quiere ser candidato presidencial el próximo año.
Massa insiste en que Alberto Fernández haga drásticos cambios en su gobierno, y en eso coincide con Cristina, aunque difieran en las políticas a implementar. Con todo, habrá que tener en cuenta que una eventual mudanza suya al Gabinete sería dejar un lugar en la escala sucesoria, para ocupar otro donde estaría a tiro de decreto. Y ya se sabe que en el gabinete de Alberto Fernández no se le garantiza estabilidad a nadie.
Fuente Mendoza Today