Hace 14 años, el país parecía a punto de explotar en mil pedazos. Se definía entonces una ley crucial, la resolución 125 que aumentaría las retenciones al campo. Si ello ocurría, gran parte de la sociedad había anticipado que saldría a las calles a protestar.
Julio Cobos era vicepresidente, y a la sazón presindente del Senado de la Nación, y debió desempatar. Lo hizo de madrugada, con la voz temblorosa y con evidente temor (ver video al pie). Y terció en contra de los intereses del kirchnerismo, a favor del campo.
A partir de entonces, se rompía el matrimonio entre Cristina y el mendocino. Pocos meses más tarde, renunciaría también Alberto Fernández, entonces jefe de Gabinete.
Así lo contaba este cronista entonces, aquel 17 de julio de 2008, en el otro medio que dirige, Tribuna de Periodistas:
“No creo que sirva una ley que no dé solución a este conflicto. La historia me juzgará, no sé cómo. No puedo acompañar, y esto no significa que esté traicionando a nadie, estoy actuando de acuerdo a mis convicciones (…) Que la historia me juzgue, pido perdón si me equivoco. Mi voto no es positivo“. Cuando el vicepresidente Julio Cobos pronunció estas palabras desconocía la trascendencia que iban a tener. Más allá de su elocuente significado intrínseco, su alegato pasará a la historia como el quiebre de una mezquina manera de hacer política.
No quiso patear el tablero, pero lo hizo. Cobos sabe que, a partir de este momento, ha abierto una grieta con el kirchnerismo imposible de cerrar. En verdad, es un cisma que ya existía pero que ahora se ha ampliado a niveles insospechados.
La palabra “renuncia” quedó flotando en el aire parlamentario. El mismo Cobos lo admitió de alguna manera al asegurar que quería “seguir siendo el vicepresidente de todos los argentinos”. ¿Será un traidor hijo de puta a partir de ahora, como lo fue Felipe Solá hace unos días en Diputados?
El vacío total de la Plaza del Congreso a minutos de la negativa del vicepresidente, es una postal de la frustración que se vive en el seno del oficialismo en estas horas. Habrá venganza, no hay dudas, es parte de la naturaleza K.
¿Cómo sigue la historia? Por un lado, Néstor Kirchner aseguró que respetaría la decisión soberana del Senado. Lo dijo minutos después de haberse asegurado la mayoría de la cámara alta, luego de haber comprado el voto del otrora adversario Ramón Saadi.
Por otro lado, es dable mencionar que la resolución 125 sigue vigente, jamás fue dada de baja a pesar de los insistentes pedidos de la mesa de enlace del campo. Si hay voluntad, basta con una mera firma para hacerlo.
A partir de ahora, el trabajo que debe plantearse es el de trabajar a futuro en una ley que realmente se ocupe de los commodities argentinos, sobre todo en un momento en el que el mundo lo pide a gritos. Si una cosa quedó clara, es que hay un peligroso vacío legal en un tema más que sensible a los intereses vernáculos.
Un detalle: el eventual nuevo proyecto tendrá que tener su puntapié inicial en la Cámara de Diputados, como lo prevé la Constitución Nacional.
Temor K
Cuando empezó a hablar, la voz de Cobos se mostraba temblorosa: “Hoy debe ser el día más difícil de mi vida“, dijo. Después de una breve disertación, pidió un cuarto intermedio que fue tajantemente rechazado. El primero en hacerlo fue el titular del bloque kirchnerista, Miguel Ángel Pichetto, quien no dejó dudas de las órdenes kirchneristas: “Tengo instrucciones. Lo que haya que hacer, hagámoslo rápido”.
Pichetto fue el mismo que observaba la alocución del vicepresidente con un odio visceral. Antes, lo había presionado sin eufemismos para que votara a favor del proyecto del Gobierno: “Saben muy bien lo que significa para el Ejecutivo el rechazo a la iniciativa”. Acto seguido, lo instó a irse del Ejecutivo en caso de no atreverse a acompañarla.
¿Por qué Julio Cobos aseguró que era un hombre de familia justo antes de negarse a votar a favor de la resolución 125? ¿Qué teme? Son preguntas que irán develándose al paso de las horas.
Lo cierto, es que el vicepresidente ha dado un paso histórico que aún parece no poder disfrutar del todo. Ha sido el primer funcionario del riñón del oficialismo que da la espalda en un tema sumamente relevante a los intereses K.
Es un golpe duro para el matrimonio Kirchner, al menos así lo dejó entrever el propio Néstor hace sólo dos días en el último acto oficial que lo mostró en público. No sólo ha sufrido un duro revés, sino que ha quedado sumamente debilitado a futuro. ¿Podrá Néstor plantarse a partir de ahora con la prepotencia de siempre para resolver los conflictos que vendrán?
Por si esto no fuera suficiente, ahora el kirchnerismo deberá hacerse cargo de todas las promesas hechas a diputados y senadores para que apoyen la iniciativa oficial. Parte de los fondos con los que se han comprado esas voluntades aparecen reasignados al Ministerio de Planificación Federal de Julio de Vido, en el Boletín Oficial del 7 de julio próximo pasado. Se trata de la friolera de 2.510 millones de pesos.
Mientras, el campo festeja. Sabe que es el protagonista principal de un día que pasará a la historia argentina. El día en que todo un pueblo se plantó contra la prepotencia K.
Fuente Mendoza Today