Por Alexei Navikov -Especial Total News Agency-TNA-
En 1932 Abdulaziz ibn Saud es coronado como primer rey de Arabia Saudí tras 30 años de combates y conquistas. En esa misma época se encuentran cantidades ingentes de petróleo en la zona que tras la Segunda Guerra Mundial se explotan a gran escala produciendo grandes beneficios, siendo ésta la base de la fortuna de los grupos salafistas.
Saud estuvo desde muy niño bajo la autoridad religiosa del descendiente de ibn Abd al-Wahhab que dio origen a la vertiente del wahabismo. La tribu de Saud propicia y favorece a todos aquellos adoctrinados a partir de esta visión del islam y se hacen rápidamente con el poder. Tras la Segunda Guerra Mundial, se expanden por todo Oriente Próximo ocupando puestos en las administraciones y en la universidad como ocurriría, por ejemplo, en Egipto y una vez en las aulas, la expansión de las ideas salafistas, aumentando su exaltación varios grados, sufrieron un espaldarazo tal que el resultado lo vemos en nuestros días.
Con ese texto, tomado de un trabajo que publicó hace unos 6 años el analista de defensa Carlos Delgado Fernández, creador de ECH y que encontramos en el siguiente enlace.
Puedo decir que es la antesala al tema que del cuál quiero hablarles hoy en relación a los 2 tipos de células con que libra su “guerra” el fundamentalismo islámico, en su intento de lograr y justificar, por cualquier medio, su perverso y criminal objetivo utópico de “islamizar” al mundo entero. Definimos a estas células como las células intelectuales, y las células del criminal terrorismo que solo buscan aniquilar a sus “enemigos”, que no somos otros que quienes no formamos parte del pretexto religioso del criminal Islam.
Comenzaré por las células intelectuales. Estas células tienen como misión la profusión del perverso Islam a través del adoctrinamiento y conversión al Islam de ciudadanos occidentales o no, que posteriormente serán la fuente de suministro de los radicales que pasarán a formar parte de esos grupos terroristas fanáticos y asesinos.
Refiriéndome en primer término a las Células terroristas intelectuales que mencioné, en el extracto del artículo del analista Delgado al comienzo de mi artículo, se narra la experiencia de difusión del Islam desarrollada en universidades, y agregaría otros centros educativos del medio oriente. Esa estrategia permitió la difusión, adoctrinamiento e ideologización de jóvenes estudiantes a quienes se les sembró la semilla del radical fundamentalismo islámico que a lo largo del tiempo transcurrido hasta nuestros días, constituye el criminal accionar de organizaciones como Al Qaeda, Isis, Hezbollah, Hamas, entre otras, que tienen en común el crimen terrorista para la imposición de su “religión” y cultura al resto del mundo.
Esas células intelectuales tienen años actuando en centros educativos de todo tipo y comunidades en prácticamente todo el mundo. Basta ver lo que sucede en Europa y en el propio Estados Unidos y Canadá como ejemplo. Ese es su trabajo, desarrollado por igual en cualquier parte del mundo, y produciendo los radicales extremistas que de ahí pasarán a integrar las células criminales terroristas, no siendo necesariamente ya formadas por ciudadanos del medio oriente, si no de todas las naciones donde desarrolla su perverso mal, facilitando las acciones del terrorismo asesino con ciudadanos de otros países, lo que les facilita mimetizarse y penetrar en cualquier sociedad o país donde ya han actuado, como lo hemos visto en países como Francia, Alemania, Estados Unidos, etc..
En centro y Suramérica ya han comenzado a trabajar esas células intelectuales, con mayor dificultad por las raíces culturales de los habitantes de Latinoamérica, sin embargo, en países como Venezuela, usan el hambre de sus ciudadanos para atraerlos a sus mezquitas o centros de adoctrinamiento, entregándoles comida por su asistencia a los centros donde realizan la difusión del Islam. Comida por adoctrinamiento, que aunque no hemos visto aún el éxito con que lo hicieron en Europa y América del Norte, en algún momento pueden lograr sus objetivos a mayor escala.
Todo lo expuesto anteriormente nos debe hacer entender que las células intelectuales del terrorismo islámico son mas peligrosas que las células que solo se dedican al terrorismo criminal, asesinando víctimas inocentes, o a cualquiera que se entrometa en su camino, como es el caso del fiscal paraguayo asesinado en territorio colombiano, caso que ya las agencias de inteligencia han determinado que fue ejecutado por Hezbollah, usando como autores materiales a sicarios vinculados al narcotráfico suramericano, ya que esas células intelectuales son el criadero donde se forman los asesinos que posteriormente integraran las células terroristas del crimen directo, fanáticos de una “religión” que justifica el crimen como medio para imponerse y controlar a sus creyentes y al mundo, la religión de los asesinos.
Una vez aclarado en que consiste una célula intelectual islámica, entro a explicar lo relativo a la célula terrorista, que no son otra cosa que las células operativas de los que asesinan en nombre de un falso Dios a víctimas inocentes, y que dan soporte criminal a las también criminales dictaduras de izquierda en Latinoamérica, facilitando sus objetivos. Un ejemplo reciente de la presencia de estas células lo tenemos en el caso del avión de Mahan Air recientemente detenido en Argentina, avión dotado con fachada venezolana, recordando que hoy, 18 de Julio se cumplen, no se celebran, 28 años del impune atentado a la AMIA en Argentina. Impune porque la justicia argentina así lo quiere, recordándoles que los gobiernos de esos dos países vinculados al caso del avión mencionado, Argentina y Venezuela, fueron cómplices encubridores de ese horrendo acto criminal que dejó un importante número de víctimas fatales y heridos, todos civiles inocentes. Creo que al ver lo sucedido con la AMIA en Argentina no es necesario explicar mucho lo referente al accionar de las células terroristas islámicas. Francia, Estados Unidos, entre muchos otros países, incluidos los musulmanes, han sido víctimas de acciones asesinas de esas células terroristas islámicas. Tenemos la obligación de ubicarlas y destruirlas.
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