
La Argentina vive una de las crisis más elocuentes de su historia, con indicadores pocas veces vistos: un dólar que llegó a los 350 pesos y un riesgo país que araña los 2.900 puntos.
A ello hay que agregar que el Banco Central carece de dólares de reserva y el déficit fiscal del primer semestre alcanzó los $800.681,4 millones.
No es magia: son indicadores que fueron desmejorando al paso de los años. El derrotero arrancó durante el primer kirchnerismo, luego fue sostenido por el macrismo y finalmente terminó potenciado por el gobierno Alberto Fernández… y Cristina Kirchner.
La situación es tal, que hay referentes de la talla de Carlos Ruckauf que piden elecciones anticipadas. Otros, como Juan Grabois, amenazan con saqueos. Rememorando los peores días de la historia argentina, principalmente los gobiernos de Raúl Alfonsín y Fernando De la Rúa.
La situación cuenta con un condimento preocupante: los que cuestionan a Alberto pertenecen a su mismo partido político. El peronismo.
La oposición mira pasmada, sin saber cómo reaccionar ante un fenómeno que jamás se había vivido antes. O sí, pero no con tanta virulencia.
Y en medio de todo lo antedicho, la sociedad empieza a desempolvar consignas peligrosas, como aquella que pide “que se vayan todos”. Es un llamamiento que abarca al gobierno y la oposición por igual. Unos por inútiles y otros por falta de reacción.
Entretanto, el peronismo mendocino ha decidido jugar a hacer silencio, sin hacer referencia alguna a lo que sucede a nivel nacional. Como si ello no fuera importante.
Sí hablan en tertulias privadas y chats de Whatsapp, con impostada culpa y rogando que pase la tormenta de una vez y por todas para pasar al siguiente tema.
Pocos referentes locales bancan a Alberto, esa es la verdad. Contados con los dedos una mano. Los demás, valoran al presidente igual que lo hace Cristina: lo califican de “pelotudo”.
Pero, como se dijo, todo lo hacen en privado. Jamás opinarán al respecto públicamente.
Y es de una enorme irresponsabilidad, porque son referentes de uno de los principales partidos políticos de la provincia. Y alguno de los que hoy callan podría ser el día de mañana candidato a gobernador de Mendoza. E incluso alcanzar la “primera magistratura” local.
Entonces, cuando aparezca alguna cuestión incómoda, aquel eventual gobernador peronista ¿también hará silencio? ¿Esperará que pase el “temblor”?
Se insiste: el país vive un momento álgido, complicado, turbulento. Amerita algún tipo de declaración por parte del PJ, aunque sea de ocasión. La sociedad mendocina, agradecida.
Fuente Mendoza Today