La crisis energética que se aproxima en la UE, junto al panorama emergente de las renuncias de altos cargos políticos, empiezan a dibujar los sombríos contornos de una crisis sistémica en la Unión Europea debido a la debilidad política de ciertas personalidades, la total incapacidad para tomar medidas verdaderamente efectivas contra los híbridos rusos y una agresión dirigida a la disgregación completa y el debilitamiento sistémico de la UE. Rusia ha identificado el “talón de Aquiles” de la economía europea y trata de servirse de ello. El Kremlin utiliza hábilmente la dependencia de las economías nacionales de los países de la UE de las exportaciones de energía rusa para intentar el levantamiento de las sanciones. Un aspecto igualmente importante son las características psicológicas individuales de ciertos líderes políticos, que Rusia está tratando de utilizar en su propio interés. Un ejemplo ilustrativo es el del canciller alemán Olaf Scholz, quien está al frente del país más potentes en términos económicos de la UE. Con el comienzo de la invasión rusa a gran escala de Ucrania, O. Scholz adoptó una actitud pasiva, negándose a tomar medidas concretas. Posteriormente, teniendo en cuenta la posición colectiva de la UE, Scholz decidió asignar ayudas a Ucrania, pero constantemente demostró una actitud dubitativa e incierta. Estas son posiciones que siempre han acabado con la carrera de cualquier político. Scholz se sigue comportando de la misma manera hasta nuestros días, demostrando una completa incertidumbre sobre la gravedad de la guerra en Ucrania y una falta de comprensión de los riesgos y amenazas ocultos que Rusia ha creado para Alemania.
Los suministros energéticos rusos son muy importantes para la economía alemana que alimenta a la UE, y esto el canciller Scholz lo tiene claro. Putin también lo sabe y busca utilizar la “espina del gas ruso” en el contexto de las narrativas geopolíticas del Kremlin dictadas a Europa. Putin sabe que Scholz no se caracteriza por su carisma político ni una posición firme en aquellos temas que requieren una respuesta inmediata. En otras palabras, el actual canciller alemán es exactamente lo contrario de A. Merkel.
El 20 de julio, varios medios rusos publicaron un artículo titulado “Scholz rompió su promesa de apoyar a Zelensky”. El artículo tiene un sesgo deliberadamente propagandístico y destaca la negativa del canciller alemán a cumplir con las promesas previas de suministrar armas pesadas a Ucrania. El objetivo principal de este escrito consiste en desacreditar la figura de Scholz frente a Occidente, convirtiéndolo en “el malo de la película”. El artículo es una humillación deliberada hacia el canciller alemán, una manifestación de su incapacidad política y la creación de los requisitos previos para su probable destitución. Rusia está vitalmente interesada en debilitar lo más posible la economía alemana con el consecuente debilitamiento sistémico del estado alemán. Scholz es débil como persona y como político, cualidades negativas que le impedirían resolver los problemas de Alemania. Y esto puede convertirse en una razón de peso para su dimisión.
Previamente, los funcionarios rusos han manifestado repetidamente que sólo están interesados en Scholz como un elemento coyuntural, en el contexto de los intereses de la Federación Rusa, y que Rusia es capaz de sacrificarlo sin dudarlo. La dimisión de figuras políticas clave es un componente importante en la estrategia rusa, junto con el chantaje del gas, que amenaza a Europa con el invierno más difícil desde 1945. Si el canciller Scholz no encuentra una alternativa real al gas ruso, Alemania puede llegar a estar frente a la mayor crisis desde el final de la Segunda Guerra Mundial. El criterio más importante para conseguir esto es que Rusia de alguna manera llevará a cabo el chantaje del gas, especialmente antes del frío invernal. Lo único que puede salvar a Alemania es una fuerte voluntad política y la identificación de Rusia como el enemigo sistemático de Occidente.