Por Guillermo Tiscornia -Especial Total News Agency-TNA-
El Mercosur, entendida como una suerte de herramienta de integración regional acotada a un aspecto puramente comercial, nació en los comienzos de los años noventa bajo una corriente cargada de optimismo producto de la gradual consolidación de los sistemas democráticos en Latinoamérica, luego de que los fantasmas de los gobiernos de facto quedaran ya relegados a una suerte de capas geológicas de un necesario olvido.
Sucedió que –con el correr del tiempo- no se hubo avanzado en un proceso de coordinación de las respectivas políticas marco económicas ni tampoco en las monetarias; en el aspecto institucional hubo poca, escasa, evolución y ni que hablar en la observancia de las decisiones adoptadas por los Tribunales regionales.
Sumado a ello el Mercosur terminó convirtiéndose en un cerrojo neo proteccionista donde lo único que se verificó fue una suerte de corrimiento del muro protector del país hacia la región extendida producto de la manipulación arbitraria –por parte de las dos potencias comerciales predominantes en la región- de ese arancel variopinto lo cual agudizó ese cerrojo neoproteccionista.
El eje Brasilia-Buenos Aires terminó por asfixiar a las economías del Paraguay y del Uruguay; ésta última tuvo que hacer malabares para lograr suscribir un Tratado de Libre Comercio con México bajo una mirada necesariamente estrábica; esto es un ojo puesto en San Palbo y el otro en Buenos Aires. Y así el Uruguay trata de sobrevivir.
La manipulación de ese arancel variopinto, sumado a la adopción –tanto por parte del Brasil como de la Argentina- de indiscriminadas medidas de retorsión económica terminaron por marcar el fracaso definitivo del Mercosur; tan solo podría revestir alguna utilidad para estimular economías de escala pero no para conformar una plataforma de lanzamiento para comercial, en términos de plena competitividad, con el resto del planeta.
Por una muy buena razón, y con excelente visión estratégica ( en términos de geopolítica y de globalización), tanto el Perú como Colombia y Chile le dieron un no rotundo al Mercosur y pusieron foco en el Pacífico; y el tiempo les terminó por dar plena razón: primero porque son los tres países de Latino América que mayor caudal de inversión extranjera directa han recibido en los últimos años; segundo porque tienen sus respectivas macro economías razonablemente ordenadas, y porque además –aprovechando la bonanza del contexto del sudeste asiático- optimizaron sus matrices productivas ( sobre todo en energía y en infraestructura) y se colocaron, en mejor posición ( en términos de competitividad) para comerciar con el mundo.