Cristina Kirchner y Sergio Massa se vieron a solas en el despacho de la Vicepresidenta. Fue en reserva y después de que el presidente de la Cámara de Diputados hablara con Alberto Fernández. A media tarde ya estaba cerrado el acuerdo entre los tres principales socios del Frente de Todos. Aún así, ella no dijo una sola palabra.
Los recambios de funcionarios y la reorganización los dejaron a ambos con la suma del poder político y fáctico. Quedó claro cuando Cristina Fernández de Kirchner dejó su despacho en el Senado y se fue a su departamento en la Recoleta. En una estrategia sincronizada, apenas entró a su domicilio desde Casa Rosada empezaron a emitir comunicados con información oficial. El primero fue el anuncio de la unificación de Economía, Desarrollo Productivo y Agricultura, Ganadería y Pesca y la designación de Massa como superministro.
El paquete de anuncios oficiales con aval de Cristina Kirchner dejó una certeza. “La jefa” y el líder del Frente Renovador ocupan con su gente los lugares más importantes. Massa se quedó con el paquete económico y productivo y ella sostiene los lugares que ocupan dirigentes de La Cámpora, como ANSES, y asumió con Carlos Castagneto -fundador de Kolina junto a Alicia Kirchner- la conducción total de la AFIP.
CRISTINA, MASSA Y MÁXIMO K
Se dice también que el área de Energía, que comanda el kirchnerismo, no sufriría cambios. El efecto colateral a beneficio del cristinismo fue la salida de Gustavo Beliz cuya cabeza pedían hace rato. El saliente secretario de Asuntos Estratégicos se había ido con escándalo del gobierno de Kirchner y venía confrontando fuertemente con el ala K, acusado de frenar el acceso a préstamos internacionales para represas hidroeléctricas. Incluso se fue sin pasar por el Senado a dar explicaciones tras haber sido intimado públicamente por Oscar Parrilli.
Sumido en una profunda crisis Alberto Fernández cedió, finalmente, a la presión de su mentora y de Massa que supo construir una alianza con ella y con Máximo Kirchner. También perdieron frente a esa nueva coalición -kirchnerista y massista- los sueltos como Daniel Scioli, que vuelve a Brasil, y Julián Domínguez, que no tendrá otro cargo. Silvina Batakis tuvo una salida honrosa al pasar al Banco Nación después de haber sido aplaudida la semana pasada por todo el gabinete por su lealtad y predisposición para aceptar de urgencia y sin dudar el Ministerio de Economía.
Alberto Fernández cedió finalmente a la presión de Cristina Kirchner y a los reclamos de Sergio Massa.
DERROTA INTERNA
Para Scioli y Domínguez es un golpe político duro. Pero no es una sorpresa: el ex gobernador sufrió los embates del kirchnerismo siendo gobernador e incluso como candidato a presidente al menos hasta la campaña por el ballotage frente a Mauricio Macri. Cuando el Presidente le pidió que volviera de Brasil, el ahora superministro se quejó por considerar que se premiaba a un futuro competidor para 2023.
Al ahora ex ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca la entonces presidenta no sólo le quitó respaldo en 015. Le puso enfrente a Aníbal Fernández que le ganó la interna del PJ como candidato a gobernador y luego sufrió una fuerte derrota frente a María Eugenia Vidal.
Desde Santa Cruz, donde se instaló hace dos semanas, el ex jefe del bloque de diputados del Frente de Todos siguió las conversaciones y dio su aval. Incluso dicen que desde el sur llegó un guiño para que Martín Insaurralde arrancara el operativo clamor al que se sumaron cuatro gobernadores cercanos o de buen diálogo con Massa como Omar Perotti, Gustavo Bordet, Mariano Arcioni y Gustavo Sáenz.
Una señal de apoyo en medio del silencio kirchnerista la dio el economista Hernán Letcher, cercano a la Vicepresidenta y a Máximo Kirchner. Tras hablar con ellos tuiteó tres conceptos en relación a la reestructuración: “Primero, los cambios en el gabinete nacional permiten recuperar la iniciativa política. Segundo, es fundamental que haya síntesis en la política económica con una sola voz que exprese el rumbo y ayude a mejorar expectativas. Tercero, han sido decisiones adoptadas por toda la coalición de gobierno”.
Más allá de la mención a la coalición, lo que quedó claro este jueves 28 de julio es que Alberto Fernández usó la lapicera -como le reclamaba CFK- para aceptar renuncias y decidir designaciones. Firmó los mayores y más profundos cambios de su gestión. En el mismo acto, entregó la lapicera con la que firmó.
Fuente El Cronista