Por José del Río
Silvina Batakis se enteró en el aeropuerto. Había terminado su primera visita a Estados Unidos, en la que les prometió a los inversores cohesión y ajuste (claro que con una narrativa menos directa), les habló de largo plazo y les aseguró que ella venía en representación de todas las patas de la coalición gobernante. Contaba –según afirmó– con el respaldo de Alberto Fernández y de Cristina Kirchner.
A esa altura Jorge Argüello, embajador en Estados Unidos, intentaba darles épica a sus palabras. Con el ritmo de “Libertango”, de Astor Piazzolla, tuiteó un video de un minuto y medio de una mesa rectangular con inversores y analistas de quien ya era en Buenos Aires exministra. Por entonces él no lo sabía. También compartió una galería de fotos de las “exitosas” reuniones con directivos de Chevron, General Motors y Amazon que aún hoy intentan entender qué sucedió.
Al menos Batakis tuvo mejor suerte que Eduardo Hecker, ahora expresidente del Banco Nación, a quien ella sucederá en el cargo y de quien quedó registrado públicamente el momento exacto en que se enteró de su partida. Su gesto adusto en el marco de un anuncio menor forma parte del estilo de eyección de Alberto Fernández. El primer contacto de Batakis con la noticia también fue por WhatsApp y su enojo se lo hizo saber a todos quienes supuestamente la habían respaldado durante los 24 días de su escueta gestión.
Ella no sabía que su nombramiento fue un puente entre aquel fin de semana caótico de designaciones frustradas y el marco “jurídico” que pedía Sergio Massa para asumir. El resto sí.
La ministra de Economía, Silvina Batakis, junto la Directora Gerente del FMI, Kristalina Georgieva.
Habló y –en privado– se enfureció por haber aceptado el puesto. “Se sintió usada. No podía creerlo”, reveló a LA NACION uno de los exintegrantes de su mesa chica. Sin embargo, “su derecho a viajar no colisionará con la generación de puestos de trabajo” porque ya fue convocada por el designado ministro de Economía para que lo acompañe a la que será su primera visita a Estados Unidos en su nuevo función. Él se lo propuso formalmente con una doble intención: hacia afuera, mostrar cierta lógica en el reality político argentino; hacia adentro, para calmar las aguas. Massa ya tuvo dos contactos formales con Estados Unidos. Aún sin haber jurado, habló también con el titular de la Sociedad Rural Argentina (SRA), Nicolás Pino, con quien acordó una reunión con la Mesa de Enlace luego de su formalización. Su objetivo es acelerar el ingreso de dólares. Lo que falta es el cómo.
“Lo que viene es un ministro de Economía político. Hay algo que le escuché al doctor Juan Carlos de Pablo, con quien coincido. Este rol tiene que ser de un político que sepa tomar buenas decisiones y que se apoye en técnicos para poder llevar adelante la estrategia”, le aseguró Massa a uno de sus convocados para formar parte del gabinete económico. Hasta anoche tenía cerrado el 80% de su equipo. Sólo le faltaban dos respuestas y estaba sorprendido por la danza equivocada de cargos que se enumeraban, aseguró uno de sus allegados.
El único confirmado por Massa –según pudo saber LA NACION– es Raúl Rigo, quien regresa al Gobierno como secretario de Hacienda. Rigo tiene más de 20 años de experiencia en el ámbito público, siempre especializado en economía. Renunció al gobierno de Fernández tras la salida de Martín Guzmán y es economista (UBA) especializado en gestión pública en el Barcelona School of Management de la Universidad de Pompeu Fabra. Ahora volverá de la mano de Massa a un área crítica para lo que viene.
El papel de Cristina
“El acuerdo político está sellado. Puede llegar a haber alguna pronunciación de Cristina pero no le pidas que milite el ajuste porque ella no lo hará”, comentó anoche una fuente muy cercana a la vicepresidenta. Cristina Kirchner está al tanto de todos y cada uno de los movimientos que hará Massa. Al menos por ahora.
Hace 20 días que las reuniones entre ambos son fluidas y constantes. Siempre tuvieron la formalidad de sus roles: ella por el Senado y él por Diputados. Pero ahora están unidos por el pragmatismo de las encuestas en caída libre e inflación en alza. El reloj de arena de 2023 se dio vuelta. Hay otro dato no menor de los últimos días. Mientras el dólar blue se disparaba, el riesgo país subía y los bonos se desplomaban, en varios despachos se empezaba a gestar el día después. “Para lograr un cambio de expectativas de fondo primero es necesario setearlas”, se sinceró una alta fuente del Gobierno que dice conocer en detalle la lógica de la “pingüinera”.
El teléfono de Massa tiene por estos días lista de espera de empresarios (algunos de sus amigos que vieron levar sus acciones y otros que no lo son tanto), políticos y referentes que no paran de escribirle. Sin embargo, sus contactos fueron directos. Habló con el exministro Roberto Lavagna, a quien le consultó por algunos nombres en particular, se comunicó con uno de sus exreferentes económicos y charlaron sobre la situación política y tiene diálogo muy fluido con Emmanuel Álvarez Agis, titular de la consultora PxQ. Nadie confirma aún cuál será su rol futuro en el gabinete, pero sí que es muy cercano a Massa.
“¿Venís a distribuir o a estabilizar?”, fue una de las preguntas que le hicieron en una llamada reciente. Y respondió: “A estabilizar y rápido”. Su interlocutor le agregó: “Acá no hay tiempo porque esto es un avión en picada y está en vuelo. Es ahora o despista”. El mensaje encriptado de Malena Massa con el viejo spot publicitario de “viene a sumar”, fue una chicana familiar solo para entendidos y de esos mensajes de la política local habrá más en los próximos días.
Hasta el momento se conoce también cómo delineó su mapa de ruta futuro. Primero selló sus convocatorias sin filtraciones, luego utilizó y lo seguirá haciendo Twitter para ir marcando el paso y desmentir formalmente lo que considera “ansiedades”. Ya anticipó que mañana dará algunos nombres, el martes renunciará en la sesión de la Cámara de Diputados y el miércoles asumirá como ministro de derecho. De hecho ya asumió antes de ser públicamente nombrado. Tiene previsto también dar una conferencia de prensa ese mismo día.
El futuro del Banco Central no está claro todavía y no hay que descartar en el corto plazo algunos cambios en esa entidad. Hay algunos anuncios para reforzar reservas que se están barajando que no coinciden con la línea de pensamiento de Miguel Pesce. El objetivo será dejar la línea de la “procrastinación” por la de la acción y para esto, tal como le sugirió un exministro de Economía, es más funcional su nuevo rol que el que se barajaba inicialmente como jefe de Gabinete en lugar de Juan Manzur. Eso quedó descartado. “No hubiera tenido el grip. Ahora para bien o para mal lo tiene”, agregó una fuente cercana al Presidente.
En el café negro que tomó con Alberto Fernández cuando le aceptó la propuesta en Casa Rosada hubo consenso respecto del silencio con el que había que trabajar durante los últimos días por la cantidad de funcionarios que quedaban en el camino y las fichas del dominó que todavía no terminaron de caer. Por delante, sus anuncios tienen varios ejes de corto pero también algunos de largo plazo.
Las prioridades iniciales van por sumar más reservas, sacar el dólar blue de la agenda y cumplir con las metas acordadas con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El combo no es sencillo para un Banco Central (BCRA) que aportó el viernes otros US$140 millones de sus golpeadas reservas al mercado cambiario oficial y cerró julio con su peor saldo de intervenciones para ese mes en más de 20 años.
Miguel Pesce saliendo de Casa Rosada (Enrique García Medina/)
Si bien Alberto Fernández no es amigo de los planes económicos como dijo en los primeros tiempos de su mandato, se empezarán a presentar programas concretos y Massa será la cara de esos anuncios. Hablará el nuevo ministro sobre los cuatro ejes diferenciales que tiene la Argentina de cara al futuro. Allí juega la economía del conocimiento, la minería –especialmente el litio–, el campo y la energía. Es justamente a estos puntos a los que Mauricio Macri solía referirse en su presidencia como las cuatro nuevas pampas húmedas que tiene el país; temas en los que la oposición venía profundizando para 2023.
También se analiza el impacto del dólar agro y hubo empresarios que acercaron propuestas de un nuevo desdoblamiento cambiario, que habían sido freezadas hasta el momento. La generación de exportaciones incrementales tiene un proyecto de rebaja impositiva y está en la mira el tema laboral en su conjunto.
Aunque con muy bajo perfil avanza también el gasoducto Néstor Kirchner. La licitación de los caños se firmó el 18 de junio con el Grupo Techint. La chapa se hace en Brasil y acá se soldará. El holding de Paolo Rocca ya está reacondicionando la línea y tomó 200 nuevos operarios de los 300 previstos para su planta de Valentín Alsina. La incógnita latente es si estarán los dólares necesarios.
Para la construcción se terminaron de abrir el viernes los sobres de las ofertas económicas. Para la fase uno y dos resultó adjudicada la UTE Techint y Sacde (Grupo Mindlin), para la tres BTU fue la única oferta participante y para la cuatro fue la UTE de Techint-Sacde, pero falta todavía que Enarsa haga la adjudicación final. En tanto, la fase cinco de la planta compresora fue adjudicada a Esuco, liderada por uno de los hijos de Carlos Wagner, expresidente de la Cámara de la Construcción y uno de los arrepentidos del caso de los cuadernos.
Las cuentas que hacen todas las partes es que la inversión de unos US$1800 millones que demandaría la obra sería un alivio concreto para la salida que generan las importaciones de energía. Este año se irán unos US$2900 millones por importaciones por esa vía y seguramente el anuncio de este proyecto tendrá una foto de familia y de reconciliación. Claro que en un contexto en el cual las palabras no bastan si el 90% de inflación no muestra una curva descendente genuina y nadie le pone límites a la máquina de emitir billetes.
Por último, hay un punto a seguir de cerca y es el de quien hasta ahora era el gurú económico de Cristina: Axel Kicillof. “Todo lo que viene en materia económica tiene poco de su manual y mucho de pragmatismo”, resumió uno de los pocos sobrevivientes de la era de despidos por WhatsApp.
Fuente La Nacion