Por Candela Ini
Los mensajes que constan en la Justicia; allí se expone la relación que tenía con la entonces presidenta, con quien hacía verificar los certificados y la evolución de las obras públicas
“Creo que lo odié en ese momento a José López. Como pocas cosas he odiado en mi vida”, decía Cristina Kirchner en una entrevista realizada en septiembre de 2017. La expresidenta se refería al “José López de los bolsos”, que fue detenido en junio de 2016 mientras arrojaba millones de dólares y un arma de fuego a un convento.
Pero mientras López estuvo al frente de la Secretaría de Obras Públicas, cargo que mantuvo durante los tres gobiernos kirchneristas, fue un asiduo interlocutor de la entonces presidenta, que lo convocaba periódicamente a reuniones en la Casa Rosada o en la Quinta de Olivos, y con quien mantenía una aceitada relación profesional.
LA NACION accedió al informe de extracción de datos del iPhone 6 plus, uno de los celulares que llevaba José López la noche en la que fue detenido en el convento de General Rodríguez mientras revoleaba bolsos con dinero, joyas y un arma. Además llevaba un celular marca Huaweii. Algunos de los mensajes extraídos del iPhone 6 fueron tenidos en cuenta como prueba por el fiscal Diego Luciani en el juicio de la causa Vialidad, donde se acusa a Cristina Kirchner y exfuncionarios de su gobierno de direccionar obra pública a las empresas de Lázaro Báez. El acusador exhibió conversaciones vía Whatsapp entre López y el círculo de colaboradores de Cristina Kirchner, así como también con el propio Lázaro Báez y su entorno.
El fiscal mostró una serie de mensajes que intercambió López con Lázaro Báez y con Julio Mendoza, quien fuera gerente de Austral Construcciones, a fines de 2015, cuando se avecinaba la salida del kirchnerismo del poder. En uno de esos mensajes hay una alusión a una reunión entre Cristina Kirchner y Báez.
Según reconstruyó este medio, hay otro mensaje, del 23 de abril de 2014, en el que un secretario privado de López, de nombre Matías, le informa sobre una inminente reunión entre Lázaro Báez y Cristina Kirchner. “Me dijo j mendoza, que le avise que su jefe hoy se junta con la jefa y le va a reclamar la cancelacion de unos certificados”, le informó Matías a López.
El encuentro, supuestamente, era para reclamar la cancelación de certificados de obra. Inmediatamente después de recibir ese mensaje, López le encargó a Amilcar Fredes, coordinador general de la Secretaría de Obras Públicas, pagarle los certificados de obra a Lázaro Báez: “Llama a Mza y pregúntale cuales son los certif q faltan pagar. Y hace q lo paguen”.
No ocurría lo mismo con las demandas de otros empresarios contratistas que le reclamaban a López el pago de certificados de obra. En esas oportunidades, el exfuncionario les pedía que hablaran con Amilcar, pero los reclamos luego persistían.
En el informe al que accedió LA NACION hay decenas de llamados de los secretarios privados de Cristina Kirchner al exfuncionario. Los que solían convocarlo a reuniones en la Casa Rosada o en la Quinta de Olivos eran Mariano Cabral, Pablo Barreiro y Diego Bermúdez.
Más allá de que la interlocución entre una jefa de Estado y un funcionario de su gestión puede ser algo corriente, después de estos encuentros, López comunicaba en nombre de “la Pta” a funcionarios de rangos inferiores las gestiones que debían activar para determinadas obras.
López se refería a Cristina Kirchner como “la Sra”, “la jefa” o “la Pta”. En varias oportunidades reportaba a Cristina Kirchner sobre los avances en determinadas obras, aunque también era una suerte de puente con otros actores. “Tengo q darte un mensaje de la Sra”, le decía en mayo de 2015 López al titular de la UOCRA, Gerardo Martínez.
Y les enviaba a los colaboradores de Cristina Kirchner fotos de obras en ejecución, de maquinarias o de obras terminadas para que ella las difundiera. “Diego, pásale estas fotos a la Pta porque las quiere twittear. Avisame si te llegaron bien”. Eran fotos del barco y de las máquinas que llegaron de China a la Argentina para la construcción de las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic.
Sus dichos como arrepentido
En la causa de los cuadernos de las coimas más de un imputado colaborador señaló a López como uno de los hombres que repartía la obra pública. Fue en ese expediente que el exfuncionario declaró como “arrepentido” y dio detalles sobre el sistema ilegal de recaudación del que fue protagonista durante toda la era kirchnerista. También declaró que con Julio De Vido, titular del Ministerio de Planificación y bajo cuya órbita él trabajaba, la relación era “más de competencia que de amistad”. En efecto, no hay en el informe al que accedió este medio una gran masa de mensajes con De Vido, ni tampoco con Roberto Baratta, mano derecha del entonces ministro.
Pero a diferencia de lo que declaró López como arrepentido, tampoco hay en el informe intercambios de 2016 con Fabián Gutiérrez, el exsecretario privado de la vicepresidenta que fue asesinado a mediados de 2020 en Santa Cruz, y a quien López había señalado en su declaración como arrepentido como quien le dio los bolsos con dinero que luego arrojó a un convento.
Durante 2016, ya fuera del poder, López trabajaba en la escritura de un libro. Hablaba asiduamente con el obispo emérito de Luján Rubén Di Monte, que residió hasta su muerte -en abril de 2016- en el convento de General Rodríguez donde meses después López fue detenido.
Desde su cargo como diputado del Parlasur, el exsecretario de Obras Públicas les decía a sus interlocutores que planeaba regresar a la carrera política de la mano de Cristina Kirchner, que según sus mensajes estaba lanzando “una fundación”. Se refería al Instituto Patria. Sin embargo, fuera de la función pública los contactos con la expresidenta disminuyeron. “Hola Mariano, si estás con la Jefa!!! Decile de mi parte. FELIZ CUMPLE!!!. Soy José López”, le escribió a Mariano Cabral en febrero 2016. No obtuvo respuesta.
Tres años después, López y Cristina volvieron a verse, aunque sin saludarse, en el banquillo de los acusados del juicio oral por el caso conocido como Vialidad. El exfuncionario ya fue condenado a siete años y medio de prisión por enriquecimiento ilícito y por portación de armas. Se encuentra hoy en libertad condicional y dejó el programa de protección de testigos, pero su salud se deterioró. En abril pasado se supo que tuvo un ACV que lo obligó a estar internado, luego siguió un tratamiento ambulatorio y ahora mismo sigue bajo cuidados médicos.
Fuente La Nación