
Además, mientras la Voyager 2 realizaba estos sobrevuelos, la Voyager 1 se dirigió hacia el límite de la heliosfera y salió de ella en 2012. Luego, la Voyager 2 se unió a su gemela en 2018. Los datos combinados de la nave espacial gemela de esta región desafiaron las teorías que había hasta el momento sobre la forma exacta de la heliosfera.
“Hoy, mientras ambas Voyager exploran el espacio interestelar, están brindando a la humanidad observaciones de un territorio desconocido“, dijo Linda Spilker, científica adjunta del proyecto Voyager. Y agregó que: “Esta es la primera vez que hemos podido estudiar directamente cómo una estrella, nuestro Sol, interactúa con las partículas y los campos magnéticos fuera de nuestra heliosfera”.
Antiguas pero de vanguardia
Cada una estas sondas gemelas de la NASA llevan un reproductor de cintas de ocho pistas para grabar datos, tienen 3 millones de veces menos memoria que los teléfonos móviles modernos y transmiten datos unas 38.000 veces más lentamente que una conexión a Internet 5G.
Sin embargo, las Voyager se mantienen a la vanguardia de la exploración espacial. Administradas y operadas por el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA, son las únicas sondas que exploraron el espacio interestelar, el océano galáctico por el que viajan nuestro Sol y sus planetas.
Mensajeras espaciales
Las Voyagers también son embajadoras de la Tierra ya que cada una cuenta con un disco de oro que contiene imágenes de la vida en este planeta, diagramas de principios científicos básicos y audios que incluye sonidos de la naturaleza, saludos en varios idiomas y música.
Estos discos de oro fueron preparados como “mensajes en una botella” en el caso de que alguien o algo se encontrarse con las sondas espaciales. Gracias al tiempo que le toma a la radiación cósmica erosionar el oro, se estima que estos registros podrían durar más de mil millones de años.
Fuente Ambito