Periodista: ¿Existe alguna conexión entre las obras anteriores y esta?
Fabián Luca: Uno siempre está diciendo las mismas cosas. Aunque el tema de cada obra sea diferente, las problemáticas que nos ocupan son básicamente las mismas. Hay ciertas obsesiones que se repiten: la ilusión, el doble, la manipulación, el desdoblamiento del tiempo, el uso de los diferentes lenguajes que permite el teatro musical. Aunque el punto de vista, la manera de considerar el asunto, sea diferente, esas obsesiones se ven plasmadas en cada uno de nuestros espectáculos,. De uno al otro el paisaje varía, el repertorio también, aunque pueden reconocerse gestos identificativos de lo que podríamos llamar nuestro estilo.
Alejandra Radano: La manera de abordar el material y su elección las hacemos con Diego Vila y Fabián Luca, con quienes tenemos una mirada particular sobre canciones, quizás no tan visibilizadas, y yo, sobre todo, que a veces soy muy periférica, puedo poner mi visual sobre una palabra, un giro melódico y sobre eso construir algo, como reza la frase, sobre una pequeña piedra construir una iglesia o un galpón. Hay un estilo a la Burroughs, amo su arte para filtrar el futuro entre líneas; todo puede ser editado.
P.: ¿Qué quisieron indagar en esta obra?
F.L.: Mediante el artificio que permite el teatro, las herramientas de las que todos nos servimos para la manipulación. A partir de allí comenzamos a explorar el asunto del manejo de la verdad y el empleo de las herramientas que lo permiten. Así, aparecieron temas como la verdad emotiva, las fakes news de las redes, las manipulaciones de los diferentes lenguajes, dando como resultado un catálogo de lo que llamamos “desconfianzas” que se ven plasmadas a lo largo del espectáculo.
A.R.: Toda forma de arte es un delito rebajado. Lo real es una paradoja insoslayable. El espectáculo, el entretenimiento, el entorno, las fronteras, cayeron junto al Muro de Berlín, como gran símbolo para la humanidad y todo se volvió a trastocar. Es tan apasionante, desde lo expresivo, un discurso político como una tragedia de Shakespeare en un anfiteatro romano. Y la pregunta por qué expresión es más real. Orwell nos legó “1984” y el film “Argo” nos demostró que podemos comunicar un atentado terrorista que nunca sucedió.
P.: ¿Por qué las canciones elegidas? Muchas de Kreisler y dos de Radiohead y Bowie, entre otras.
A.R.: George Kreisler, un anarquista de la canción, lo que viene después de Kurt Weill, es el gran descubrimiento, gracias a Fabián Luca que me hizo conocer sus canciones y las tradujo. Traducir una canción es tan complicado como traducir un plano de arquitectura para llevar a cabo un edificio, y que no se derrumbe. Bowie y RadioHead son traductores de la realidad y grandes arquitectos de la canción.
F.L.: No elegimos las canciones, sino que ellas nos eligen a nosotros. Es muy diferente el trabajo que se hace en la creación de una comedia musical, en donde se elige un sujeto para hablar de él y desarrollar textos y canciones sobre ese personaje. El trabajo que hacemos nos expresa a través de canciones de diversos compositores y estilos. En ese sentido nuestro trabajo es más parecido a la selección que hace un intérprete para un recital: elige los compositores y las canciones que le permiten expresarse como si fueran su propia voz. El caso de Kreisler es llamativo porque hace años que lo visitamos con asiduidad, además de que es un compositor que nos enfrenta con una obra muy prolífica, un teatro musical político con humor, que nos identifica plenamente. Es un género poco visitado en nuestro idioma, una especie de “hablar cantado”, creado precisamente por compositores alemanes como Berg, Eisler y Schönberg. Kreisler hace uso de ese sistema de composición en sus canciones. A lo largo de los años de traducirlo y decodificarlo, hemos aprendido a considerarlo. No fue una elección a priori sino que se dio de manera natural durante la creación.
P.: ¿Qué respuesta esperan del público?
A.R.: Trato de no esperar nada del exterior, ni el aplauso ni el rechazo. Dicen que cada audiencia conjura libremente sus demonios. Veremos qué habremos conjurado cuando hayamos estrenado.
F.L.: Imaginamos que disparará preguntas y reflexiones acerca de la propia idiosincrasia de los seres humanos y de las manipulaciones que hacemos con diferentes objetivos, unos más loables, otros más oscuros. Eduardo Basualdo dice que “El arte no es belleza, es reflexión”. Aspiramos también a que la gente contemple momentos de cierta luminosidad a través de videos creados especialmente para este espectáculo por Ignacio Masllorens, Gastón Viñas y Romina Ricchi, y sobre todo que pasen un momento ameno. El objetivo último es entretener, y si, además, la gente se va conociendo nuevos autores o reflexionando acerca de lo que les mostramos, nuestra tarea está justificada.