Por Dr. Jorge Corrado* Especial Total News Agency-TNA-
“Si pones a un comunista a cargo del desierto del Sahara, en cinco años habrá escasez de arena” Winston Churchill
La primera, “la vieja”, tiene su origen en Ibero América en los ‘80, cuando a fines de la guerra fría retorna el estado de derecho a un continente que había sido impulsado por el terrorismo revolucionario, provocando golpes de estado y gobiernos militares.
Desde Europa arribaron en aquel momento los nuevos emisarios de la social-democracia, el antiguo euro-comunismo inspirado en Antonio Gramsci y en la “escuela de Frankfurt”. Así, por vía de Dante Caputo, Alfonsín lleva a la antigua UCR de Alem e Irigoyen, heredera del histórico partido Federal, a la Internacional Socialista. Este neo-marxismo, apto para Europa, se aparta del leninismo y acepta la economía de mercado. El objetivo de la maniobra “gramsciana-new-age” era transformar a la base cultural, -a través de la educación y de los medios de comunicación- y desde allí, al poder.
Emerge entre nosotros el “progresismo neo-marxista”.
Hoy estas doctrinas, ínsitamente perversas, nos presentan a una Europa “laica”, “tolerante”, “relativizada” y “paralizada”, que el Cardenal Ratzinger describiera diciendo que “tiene el alma disecada”. Es una Europa sin identidad, en la que “el Islam pre-moderno machaca al cristianismo posmoderno”, según afirma Mark Stein en “Europa está Acabada”. Es la Europa sin hijos y sin abuelos, que ha arrojado a Dios por la ventana y que necesita de un auxilio externo cada vez que ingresa a una crisis. Es la Europa que carece de coraje para enfrentar a los riesgos que presenta el nuevo siglo, con una multitud de conflictos.
Estos efectos también están presentes y en curso en Ibero América, que históricamente ha imitado a Europa, mientras le da la espalda a EE.UU. La “reserva” del catolicismo mundial, si bien en una etapa aun no totalmente consolidada, siente los efectos disolventes del gramscismo y de las progresías políticas vernáculas. La prueba más contundente, en nuestro país, es la licuación de los partidos políticos históricos, el “estado del Estado” y la inclinación electoralde las grandes concentraciones urbanas, que usufructúan de la ausencia de los colegios electorales, eliminados en 1994, a través del pacto firmado en el domicilio de canciller Caputo, en Olivos.
La segunda, “la nueva”, no es otra que aquella que impulsó Moscú, a través de La Habana, a lo largo de la guerra fría, instrumentada a través de guerras civiles no convencionales por el terrorismo revolucionario doméstico, con el empleo de diversas tácticas a lo largo de décadas y sucesivas campañas, cabalgando nuestras crisis irresueltas.
Esta izquierda revolucionaria, tácticamente vencida pero política y estratégicamente victoriosa, ha sido relanzada en los ‘80 con el apoyo técnico y financiero de las FARC colombianas y luego, a partir del aumento exponencial del costo del petróleo, por Caracas, incardinada en la guerra mundial presente desde el 2001, por vía de Teherán y con el crimen organizado internacional, que en la región es el narco-terrorismo.
Sus tropas ya no son los “hijos de las señoras gordas”, como lo fueran en el pasado, sino el producto que nos dejó, en el Hemisferio Sur, la guerra fría: un estado-institucional extremadamente débil, el sistema de partidos desarticulado por el “entrismo” de izquierda y una sociedad anómica, empobrecida y confundida. En ella anida el “caldo de cultivo social” de la nueva guerra civil. Se explota, en esta etapa, la demoledora acción del desgobierno alfonsinista en los ‘80.
En esa compleja situación resultante, que se mantiene y degrada a través de los años, se reclutan los diferentes estratos de las nuevas organizaciones “revolucionarias” de “socialismo siglo XXI”. Los cuadros, en las universidades decrépitas e ideologizadas y las tropas en los arrabales de las grandes ciudades, recibiendo el nombre de “piqueteros”, “cocaleros”, “sin tierra”, “indigenistas”, “zapatistas”, etc., según el país de origen, encuadrados por “estudiantes crónicos”, “indigenistas radicales” e “izquierdistas revolucionarios reciclados”.
La oposición a Maduro, en Venezuela, señala que la “ingerencia interna del bolivarismo” en elcontinente, en apoyo de los candidatos “revolucionarios”, ha invertido en los últimos años varias decenas de millones de dólares, mientras la pobreza y la inflación ha aumentado en el país de origen. Como veremos, no siempre esta masiva ayuda externa ha tenido éxito, sino que ha sido una mochila de plomo para algunos de los eventuales beneficiarios. Sin embargo es necesario hacer notar que, donde el “socialismo nuevo” fue derrotado, no acepta el rechazo del electorado e intenta obstaculizar la gobernabilidad por parte del vencedor.
Desde nuestro punto de vista, una victoria electoral de Lula, heredero potencial de Fidel, en el mes de octubre, reactivará la violencia revolucionaria en todo el continente, movilizando a las nuevas “tropas” dentro del concepto que el “Foro de San Pablo” ha llamado “guerra social” y que Kal Holsti bautizó como “Guerras de la Tercera Especie”.
Hace treinta y dos años, la conducción política-estratégica del “Foro de San Pablo” planteó alcanzar el poder a través de sus candidatos, mimetizados en frentes electorales encabezados por “idiotas presentables”. Desde los presupuestos y gobiernos de las grandes concentraciones urbanas municipales, se alcanzarían los niveles nacionales, legitimando “democráticamente” el acceso al poder. Ya han llegado allí, en algunos países claves. El problema actual es sostenerse en el poder, mientras se realizan las grandes transformaciones “revolucionarias”. Para ello o se violan las leyes o se reforman las Constituciones. El tiempo se está agotando y necesitan acelerar el ritmo para lograr el objetivo de la Unión Iberoamericana Socialista. El precio del barril baja y los pueblos despiertan, aunque la desinformación mediática continúe.
Nuestro país, además de sentir el efecto de la escasez de hidrocarburos y gas, recibiría una masa de refugiados que, en la actual situación general del país no sería fácil de soportar. Perú, que tiene activados en la zona sur a los remanentes de Sendero Luminoso, encontraría en el conflicto boliviano un gran impulso en favor de la oposición “bolivariana” radicalizada, con apoyo de las FARC colombianas. Colombia ya ha elegido un ex terrorista de las FARC como presidente. Ecuador tiene un gobierno jaqueado por la inseguridad, motines sangrientos en los penales y un Estado al borde del colapso. Chile también consagró a un integrante de la Izquierda Nueva, cuyo objetivo prioritario es el cambio constitucional. Estos ejemplos regionales indican el grado de inestabilidad e incertidumbre en que el continente ingresa al siglo XXI. Por eso la próxima elección en Brasil, es crucial para el continente.
En nuestra Ibero América en grave crisis política y estratégica, cunde la percepción de incertidumbre, de desesperanza política y emergen diversas formas de “miedos” -¿o cobardías?-, de ansiedades frente al futuro. La recuperación del “coraje cívico” exige recuperar previamente la identidad, es decir, la cultura del “quienes somos”. Recuperar el espacio cedido a los tránsfugas culturales. Entonces podremos plantearnos el “adonde vamos” y “entender a la circunstancia internacional y propia”.
Sin estas tres condiciones de partida, no hay salida del laberinto que nos hemos creado.
Una sociedad anómica y anárquica, carece de seguridad de todo tipo. Cuando ingresa al caos, multiplica sus conflictos. Los Estados de la región, en diversos grados, han abandonado sus responsabilidades centrales. La Gran Política ha sido desplazada por la mera ideología. El ciudadano se siente librado a sus propios medios.
A diferencia de lo acontecido en otras geografías, nuestra Ibero América transculturizada niega su propia pertenencia, niega la sana integración regional y se niega, por cobardía, el ingreso a la “civilización del conocimiento”. Permanece políticamente paralizada en el tiempo y encapsulada, aislada de su circunstancia internacional. Una sorda lucha entre las izquierdas, triunfantes electoralmente en la posguerra fría, nos hace dar espaldas al futuro y permite, cada vez con mayor claridad, encontrar las causales ocultas de los conflictos generalizados que han despertado en los 2000, sorpresivamente, sin motivos aparentes.
Elementos que actúan desde las sombras, toman como “caldo de cultivo”, las consecuencias que ha dejado la guerra fría en el Hemisferio Sur y movilizan a las “preliminares de una batalla”, breve y contundente, que permita lograr una “Internacional Socialista Iberoamericana” bajo la conducción del llamado “socialismo del Siglo XXI” que, con un exitoso sigilo explota la tarea desarrollada en los últimos años por el “progresismo” social-demócrata, particularmente en el frente político partidario, educativo y comunicacional. El “velo y engaño” para encubrir a esta maniobra, es la demonizada década del’90.
La alta conducción estratégica del “enemigo sin rostro”, el agresor de Occidente desde el 2001, dando origen a la “guerra mundial contraterrorista” nos ha reservado, muy probablemente, el destino de “estados fallidos”, espacios de aposentamiento del crimen organizado internacional y desarrolla su acción a través de una compleja pero ostensible red de antiguos terroristas reciclados, organizaciones narco-terroristas y la “progresía” especuladora, de variada especie, que continúa cabalgando y atizando nuestras falencias colectivas. Los resentimientos ideológicos locales y las mafias enquistadas, cabalgan esta situación global. La situación institucional desquiciada, es el principal indicio a retener como índice.
*Director del Instituto de Estudios Estratégicos de Buenos Aires. Profesor Ciencia Política, Estrategia y Geopolítica, Universidad Católica de La Plata.