Ante los hechos sucedidos recientemente quiero repudiar primero la violencia que sufriera la Vicepresidenta de la Nación Cristina Fernandez de Kirchner, aclarando esto en primer término porque estoy convencida que en tiempos de democracia es inadmisible atentar contra la vida de cualquier persona, agravado específicamente en este caso por ostentar la segunda función pública más importante del poder Ejecutivo de la República.
La democracia se construye con la divergencia de opinión, con el respeto por el otro, con tolerancia, con el ejercicio pleno de los derechos y, sobre todo, con libertad. Pero un país que busca robustecer la democracia no se puede declarar un feriado nacional con el objeto de solucionar tal atentado o violencia, sino que se debe preparar un plan de contingencia, mitigar el riesgo y analizar sus inconsistencias.
¿Qué pasó con la custodia y el servicio de seguridad con el que circula la vicepresidenta? ¿Acaso nunca pensaron que podría estar en riesgo la seguridad de la vicepresidenta?
El operativo de seguridad integrado por una “Elite” de personal designado por el Ministerio de Seguridad falló en todo sentido en su misión de custodiar la integridad de Cristina Fernandez, al punto de que no tomaron ninguna medida protocolar para protegerla, ni antes, ni durante, ni después del intento de llevar a cabo el atentado.
Queda claro que es más fácil salir a decretar un feriado nacional para construir más épica y aprovecharse de una situación tristísima para la democracia, que analizar los errores y realizar un verdadero plan de seguridad y contingencia para proteger las instituciones y la vida de las personas que ejercen como funcionarios indispensables de esas instituciones.
Haciendo un paralelismo de cuando atentaron contra la vida del entonces presidente Raul Alfonsín en San Nicolás el 23 de febrero de 1991, además de la congoja que representó para mí este hecho puntual, se hizo profundo el sentimiento de querer resguardar la democracia a toda costa. Sin embargo, no existió el pedido de movilización ni de “feriado”. Al igual con otros atentados en argentina, como AMIA o la Embajada de Israel que dejaron un saldo de víctimas y familias afectadas enorme, además, años de espera para obtener justicia, nunca se decretó un “feriado Nacional”.
No se debe relativizar la violencia. En tiempos de democracia se debe abordar la problemática, investigar y sancionar. Es inadmisible un atentado desde cualquier punto de vista. Sin embargo con el feriado nacional afectan al trabajo, la construcción de un país libre, además se deja de trabajar por los temas de necesidad de la gente, ya que todos los que tenemos responsabilidades dentro del estado debemos ocuparnos de la realidad inminente: vivimos en un país con 70% de inflación, 50% de pobreza, índices de escolaridad en crisis, con recortes y ajustes que están afectando a personas con discapacidad, y demás colectivos vulnerables.
Estas son las situaciones urgentes para resolver. Y para poder afrontar estas problemáticas, se necesita el trabajo de todos y todas. No podemos ser incongruentes con la realidad que vivimos.
Basta de instigar los discursos de odio, basta de querer construir épica, es hora de trabajar codo a codo para sacar a nuestro país de esta crisis que parece irremediable. Y para esto es necesario apostar a los consensos y la tolerancia.
Fuente Mendoza Today