Rusia ha cerrado el gasoducto Nord Stream hasta que Occidente retire las sanciones económicas. Este giro de los acontecimientos adelanta mucho más de lo esperado el corte del suministro de gas desde Rusia y deja Europa ante un escenario nunca visto. La agencia de calificación Fitch estima que si se mantiene el cierre total del suministro durante el invierno, la economía de la eurozona sufrirá un impacto de entre 1,5 y dos puntos porcentuales del PIB a lo largo de 2023. Un golpe muy severo que podría adelantar la recesión a este mismo año 2022, pero que no supondría un ‘descarrilamiento económico’ de la región.
Europa tiene una gran dependencia de los hidrocarburos procedentes de Rusia, de modo que un corte total del suministro pondría en aprietos a la región, como es evidente. “El corte completo [del suministro] llega con cuatro meses de antelación respecto a lo que habíamos previsto”, explica la agencia en un informe publicado este martes. Este movimiento adelantado del Kremlin recorta el margen de acción de la eurozona para conseguir equilibrar las necesidades energéticas con la oferta de la que va a disponer. Sin embargo, Fitch descarta que se vayan a producir cortes de suministro a empresas y hogares.
Incluso aunque Rusia deje de bombear gas, el “plan de la Unión Europea, consistente en elevar el suministro alternativo, especialmente con importaciones de gas natural licuado, y la reducción del consumo del 15% en 2023 comparado con 2021, debería ayudar a evitar los cortes de suministro”. De esta forma, si Europa consigue mantener en funcionamiento su tejido industrial, la crisis económica será más suave. El cálculo de Fitch es que el cierre total del suministro implicaría un recorte en la previsión de crecimiento del próximo año para la eurozona de entre 1,5 y dos puntos porcentuales del PIB en 2023.
En la misma línea se pronuncia Daniel Kral, economista sénior de Oxford Economics: “El compromiso de la UE de reducir el consumo en un 15% debería ser suficiente para evitar un racionamiento duro“. La caída del 90% en el suministro por tubería procedente de Rusia, incluyendo el cierre total de los gasoductos Nord Stream I y Yamal, se compensa con el incremento de las importaciones de gas natural licuado desde EEUU y el flujo por gas desde Noruega. Esta diversificación debería evitar un gran desplome de la actividad, aunque el economista estima que el PIB podría caer durante el próximo invierno un 1%.
Lucas Proto Gráficos: Darío Ojeda
Si se tiene en cuenta que la previsión que tiene actualmente es de un crecimiento del 2,1%, el resultado es que la economía europea se estancaría en el próximo año. En medio, podría producirse una contracción corta y poco profunda del PIB. La agencia de calificación alerta de que la recesión podría llegar ya este mismo año 2022: “El riesgo de una recesión en la eurozona que comience en la segunda mitad de 2022 se ha incrementado”, advierte Fitch.
En paralelo, el incremento de los costes de los hidrocarburos por la escasez de suministro “eleva la presión sobre los márgenes de las compañías“. Algunos sectores, como el de las empresas encargadas del transporte de la energía, podrían sufrir tensiones financieras durante los próximos meses ante la reducción de las exportaciones. Incluso en el mejor de los casos, en que Rusia no cerraría el suministro del gas, los planes de ahorro energético de la Unión Europea provocarán igualmente una reducción de las importaciones.
El análisis de Fitch es uno de los primeros que calculan el impacto económico de un corte del suministro, que es el gran miedo al que se enfrenta la Unión Europea de cara a los próximos meses. La agencia reconoce que el cierre del gasoducto tendrá un impacto negativo sobre la actividad económica que incluso podría provocar una recesión. Sin embargo, también considera que no se trataría de una crisis larga y profunda, sino una caída temporal de la actividad mientras Europa busca alternativas al gas ruso, ya sea por la vía de la diversificación de la oferta o de la contención de la demanda. Esto es, se produciría una recesión leve seguida de una recuperación de la actividad en la segunda mitad de 2023. Recesión que es menos probable si Rusia recupera el bombeo de gas a Europa.
Otra de las claves para el mercado energético será el clima durante el invierno. Fitch apunta que unos meses invernales fríos implican un aumento de la demanda del entorno del 5%. De esta forma se desbaratarían los planes de la UE de ahorrar en energía y esto colocaría a Vladímir Putin en una situación privilegiada para elevar la presión sobre la región.
De entre los grandes países europeos, los más expuestos al corte del suministro son Alemania, Polonia y Países Bajos. Sin embargo, estos son también los que más esfuerzos en ahorro de consumo han realizado en los últimos meses, de modo que compensan la caída en el bombeo de gas. Italia es el siguiente en la lista de países vulnerables, pero, en su caso, todavía no ha hecho los deberes de ahorro. Esto deja al país en una posición muy delicada, ya que podría verse obligado a aprobar cortes de suministro ante la falta de ahorro precautorio, advierte Oxford Economics.
Rusia ha cerrado el gasoducto Nord Stream hasta que Occidente retire las sanciones económicas. Este giro de los acontecimientos adelanta mucho más de lo esperado el corte del suministro de gas desde Rusia y deja Europa ante un escenario nunca visto. La agencia de calificación Fitch estima que si se mantiene el cierre total del suministro durante el invierno, la economía de la eurozona sufrirá un impacto de entre 1,5 y dos puntos porcentuales del PIB a lo largo de 2023. Un golpe muy severo que podría adelantar la recesión a este mismo año 2022, pero que no supondría un ‘descarrilamiento económico’ de la región.
Fuente El Confidencial