Pareciera que el ataque reciente en la Ruta 90 no sorprendió por sus características en tanto que los atentados con disparos continúan, ni por la oportunidad ni por sus operativos, incluso si la planificación y la intención de quemar el autobús con sus pasajeros adentro es inusual.
Por Dr. Kobi Michael
Tampoco sorprenden las reacciones o la falta de reacciones del lado palestino.
El ataque es otro capítulo en el ethos de la resistencia palestina que toma forma en el espíritu de la Yihad Islámica en cooperación con Hamás y las Brigadas al Aqsa de Fatah, y todo eso con el apoyo de Irán y Hezbollah.
El semillero del terrorismo que operaba desde la zona de Yenín bajo el liderazgo de la Yihad Islámica migró al área de Naplusa debido a las dificultades acumuladas
frente a las fuerzas de seguridad israelíes que operan intensamente en la zona, pero no ha desaparecido por completo.
Al parecer, los autores del ataque al autobús procedían de allí.
La Yihad Islámica, con el apoyo financiero iraní y con la ayuda de Irán y Hezbollah en el contrabando de armas, consigue reclutar a muchos jóvenes para realizar atentados, aunque no estén asociados a la organización.
Sería erróneo atribuir el fenómeno o explicarlo como derivación de dificultades económicas; se trata de algo más profundo y significativo, sobre las condiciones que ayudan al despertar activo del ethos de la resistencia palestina, la atmósfera y la conciencia que está tomando forma en la esfera pública y especialmente entre la generación más joven.
Esto es alimentado por el aumento del nivel de fricción violenta con las tropas de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), la sensación de éxito y el vacío gubernamental de la Autoridad Palestina (AP), reflejado en su imagen a los ojos del público palestino, y por la sensación de su fracaso en avanzar la visión nacional palestina y al público palestino hacia cualquier horizonte.
El vacío gubernamental que también se refleja en la preferencia de los mecanismos de seguridad por no actuar de forma agresiva contra las milicias armadas, salvo casos excepcionales de grupos armados de Hamás, que amenazan la comprensión de la dirigencia de la AP sobre su estabilidad y supervivencia, conduce, entre otras cosas, a la implicación de activistas de las fuerzas de seguridad o niños en atentados terroristas.
Los números no son necesariamente claros y aún son relativamente bajos, pero parece haber un aumento alarmante, lo que indica la dificultad de los activistas de los mecanismos para actuar contra estas organizaciones.
El vacío y la flacidez gubernamental de la AP no podrán cambiar en las condiciones existentes.
La continuación del esfuerzo de seguridad israelí para desbaratar la infraestructura terrorista conducirá inevitablemente a un mayor aumento en el nivel de fricción y en el número de víctimas palestinas, e Israel está dando pasos de gigante hacia un dilema estratégico: el esfuerzo renovado de un proceso político, incluso si está limitado por la falta de posibilidad de una resolución permanente en el futuro previsible, uno que a su vez conducirá al fortalecimiento de la Autoridad Palestina como una alternativa estratégica a los líderes de la resistencia armada que son percibidos por muchos en al público palestino como una alternativa más digna a la Autoridad Palestina, o un movimiento militar a gran escala como el «escudo defensivo» para aplastar la infraestructura terrorista que se está desarrollando en toda Samaria y se extiende a Biniamín [Benjamín] y Judea.
En cualquier caso, Israel debería hacer un esfuerzo más sistemático y significativo para frustrar el contrabando de fondos y armas, liderado principalmente por Irán y Hezbollah, que alimentan la infraestructura terrorista.
Ambas opciones no son óptimas, pero la alternativa actual de «podar el césped» enfrenta el agotamiento y podría conducir a un brote violento en condiciones más problemáticas en lo que respecta a Israel.
Fuente: INSS The Institute for National Security Studies
Fuente Aurora