LA HABANA, Cuba. – No importa que los cubanos tengamos que dormir, despertar y pelear hasta sangrar en una cola para intentar comprar alimentos en un país totalmente desabastecido y donde el salario de un profesional altamente calificado no alcanza para la adquisición de la canasta básica. Mientras eso pasa, la XII edición del Festival Internacional Varadero Gourmet se está celebrando en el célebre balneario de Matanzas.
No importa incluso que en el desolado Varadero, con calles vacías y decenas de hoteles cerrados por falta de turistas extranjeros, las opciones gastronómicas sean de espanto y que conseguir en las tiendas una simple botella de agua sea prácticamente imposible, mientras el Ministerio de Turismo cubano, junto con las empresas Cubasol y Palmares están de fiesta ―como si todo les marchara de maravillas― y concentrados en banquetes, catas de vinos y conferencias como la ofrecida este miércoles en el Centro de Convenciones Plaza América sobre el “maridaje de embutidos y bebidas”.
Tanto esa sola conferencia como el evento en su totalidad —dicen que para promocionar una “cocina saludable y sostenible” que busque preservar “nuestras costumbres, tradiciones y singularidades identitarias”— parecieran una broma, pero solo son otra burla más ante el aguante —que no la “resistencia creativa”— de millones de cubanos que hace muchísimos años se han visto obligados no solo a renunciar al uso en sus cocinas de los ingredientes indispensables de la gastronomía criolla sino que, además, han sido impedidos de producirlos, comercializarlos o adquirirlos libremente aun cuando las empresas estatales que debieran hacerlo son el paradigma universal de la incapacidad.
Una de las primeras preguntas que uno se hace frente a lo pretensioso de este tipo de “eventos culinarios” es sobre la fiabilidad o credibilidad de sus anfitriones por cuanto uno supone que estén amparados en un cúmulo de prestigio y experiencia por transmitir, pero sucede que el régimen cubano, además de haber demostrado durante décadas que no es capaz de alimentar al pueblo, es el máximo responsable de la pérdida de nuestras principales tradiciones, y no solo habría que hablar de las culinarias.
Pero, quién sabe por cuáles razones de la sinrazón, en medio del hambre que nos azota, es el tema de la cocina “gourmet” el que más obsesiona a la cúpula dictatorial en la Isla, cuando el objetivo debiera ser la producción de alimentos para todos.
No les han sido suficientes los encuentros de alta cocina patrocinados por Lis Cuesta, esposa de Miguel Díaz-Canel, en medio de la oleada de muertes que dejó la pandemia pero también de las denuncias por los maltratos y la mala alimentación recibida por los enfermos de COVID-19 en esos pequeños infiernos que fueron los centros de aislamiento, incluso en los hospitales, donde la escasa y pésima comida de pacientes y personal médico aún hoy continúa siendo un asunto sin solución.
Hoy se puede afirmar sin temor a equivocarse que más del 90 por ciento de los cubanos residentes en la Isla —incluidos niños, ancianos y embarazadas— siquiera son capaces de cubrir sus necesidades básicas de nutrición. Que en numerosos hogares hacer más de una comida al día es una proeza, además de que el desayuno más que “realidad” es un concepto en extinción.
Así que pena me daría, como ser humano, como periodista, hablar con desenfado de “cocina tradicional” cuando por estos días la simple palabra “comida” puede sacar lágrimas a cualquier madre enloquecida frente al fogón porque nada tiene que dar a sus hijos.
Escasea hace años la carne de cerdo en los mercados populares, el precio continúa subiendo sin señales de estabilizarse y lo que 60 años atrás fuera el plato más humilde en la mesa de cualquier persona hoy es un manjar de lujo, como lo es todo tipo de pescado o marisco, cuya pesca constituye un delito grave y, por tanto, es estrictamente controlada por el Gobierno, no por un asunto de proteger determinadas especies marinas —ese es el pretexto que usan para quedar “bonitos” ante la opinión pública— sino por acaparar la totalidad de las capturas que son destinadas por completo al turismo foráneo, la exportación y las mesas de los principales jerarcas del Partido Comunista.
Igual que con la carne de cerdo ha sucedido con la naranja agria y el ajo, imprescindibles para elaborar el famoso “mojo criollo”, pero además con todas las frutas y viandas (como el plátano macho, el maíz, la malanga, la yuca) que siempre distinguieron nuestra culinaria más auténtica.
Es que, con las contadas excepciones de un par de hoteles y establecimientos gastronómicos privados, ni siquiera en el mismísimo Varadero hoy es posible disfrutar de platos dignos de nuestra cocina tradicional.
Llama poderosamente la atención que entre los convocantes al evento “gourmet” esté la Empresa Extrahotelera Palmares cuando, en opinión de funcionarios del propio Ministerio de Turismo y de personas residentes en Varadero, entrevistadas por CubaNet, esta ha sido la principal responsable de la mala calidad de los servicios en los establecimientos estatales, al punto que se estaría barajando la posibilidad de ponerlos en manos de la iniciativa privada, mediante un sistema de arriendo, aunque es una propuesta que tiene numerosos detractores entre quienes, dentro del Gobierno, continúan apostando por priorizar la llamada “empresa estatal socialista”, verdadero núcleo de corrupción y principal suministrador del mercado negro.
Un ejemplo de malos servicios y de pésima gastronomía son los establecimientos enclavados en el recién inaugurado bulevar de Varadero, donde todo parece indicar que se empleó más presupuesto en la decoración de los espacios que en el abastecimiento, en tanto la miseria de las ofertas se traduce en total desolación. Todo muy lindo, casi de fantasía, pero aburrido hasta el suicidio.
Aun así Varadero tiene por estos días su Festival Gourmet, y eso dicho al oído, o visto en las noticias “de afuera” deja de ser lo que realmente es: una estafa mediática, porque suena a que Cuba como destino turístico tiene mucho bueno que ofrecer (y sí lo tendría de sobra de no ser por una recua de ineptos que la ha estado arruinando durante más de medio siglo), cuando hoy la cruda realidad es otra bien triste y difícil.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org