Por Jorge Lanata
La acumulación de reservas le dan aire a la Economía y dejan satisfecho al FMI. El ala dura del Gobierno baja el mensaje de “bancar a Sergio” y aseguran que todas las medidas pasan por Cristina.
El tipo de cambio correcto es de $ 200. Con ese valor, el Banco Central pasó de perder reservas a acumularlas. El “tipo de cambio de convertibilidad” (dividiendo todos los pesos por los dólares de las reservas) pasó de $ 334 a estar por debajo de los $ 320 y las reservas que alcanzaban para quince días subieron a los US$ 4.000 millones. El horizonte acaba de extenderse tres o cuatro meses.
“El problema es que no hay ningún tipo de ancla política para devaluar alrededor de un 40%. Por lo tanto hacerlo sería llevar la inflación a un 15% al mes siguiente”.
La cuenta surge de uno de los integrantes de la mesa chica de Sergio Massa. Allí se sientan el viceministro Gabriel Rubinstein, el jefe de asesores Leonardo Macdur, el titular de la Aduana, Guillermo Michel, el vicepresidente del Banco Central, Lisandro Cleri y los secretarios de Hacienda, Raúl Rigo, y de Finanzas, Eduardo Setti.
Algunos de ellos viajaron a Washington pensando que podía convencerse al Fondo Monetario para implementar un desdoblamiento cambiario. Pero la idea rebotó: Argentina puede transitar entre un escenario de microdevaluaciones diarias o dar un salto brusco del tipo de cambio. No hay nada en el medio.
“Allá todos entendimos que al Fondo lo único que le interesa es que suban las reservas, que es de donde ellos van a cobrar”, le dijo a Clarín uno de los viajeros.
Para poder sostener el dólar en la zona de los $ 200 Argentina debería acumular unos US$ 10.000 millones o aplicar un recorte mucho mayor del gasto público.
Sergio Massa junto a Gabriel Rubinstein, el secretario de Programación Económica, quien oficia virtualmente como “viceministro” de Economía. Foto: Télam
“Sin esas condiciones previas -dice a este diario un economista cercano a Massa- devaluar hoy a $ 200 implica tener 15% de inflación al mes siguiente, consumirse esa ganancia rápidamente y entrar en una espiral de devaluación y salto inflacionario cada tres meses, lo que termina en una híper”.
El Gobierno sabe que atravesó hasta acá el peor trimestre en términos de la falta de dólares. Históricamente la última parte del año tiene un saldo positivo para el Central por las ventas del campo para pagar la nueva campaña y la liquidación del trigo en diciembre.
El modelo avanza con una devaluación de entre el 6 y el 8% mensual corriendo por debajo de la devaluación del paralelo -para achicar la brecha- y terminando el año con un dólar oficial de $ 190. Esto le permitiría a Massa llegar a marzo cuando vuelvan los dólares de la soja, sin devaluar bruscamente.
¿Massa puede implementar un programa de fondo? Un viejo funcionario del ministerio de Economía le saca responsabilidad: “Nadie tiene incentivo para sentarse a una mesa que acuerde un ajuste del gasto mucho más fuerte que el que realmente estabilice la economía. A la oposición no le sirve compartir el costo político, los empresarios no están dispuestos a que un ajuste afecte el consumo y no les bajen los impuestos, el campo quiere que le bajen las retenciones y eso no es compatible con mejorar las cuentas, los trabajadores no quieren perder las paritarias y el gobierno no quiere pagar el costo. No es Sergio -concluye- en el fondo nadie quiere un plan de estabilización”.
En la última revisión, el Fondo advirtió sobre el problema del gasto indexado. La idea del programa de Guzmán era que una parte del gasto público fuera licuada por la inflación, lo que iba a permitir achicar el déficit.
Pero nadie advirtió que entre jubilaciones, paritarias y bonos para beneficiarios de planes sociales la indexación para compensar la suba de precios se consumió esa ganancia.
Ahora el organismo presiona a Massa para desindexar el gasto y que funcione como un ancla que permita un fuerte ajuste. La teoría funcionará hasta que comiencen a correr los tiempos electorales: en ese entonces es probable que el Fondo suspenda las revisiones y que -nunca se sabe- pueda aparecer un nuevo Plan Platita.
En la diagonal de la escena, el kirchnerismo milita la suba de tasas de interés, el descongelamiento de tarifas, los beneficios al campo y el ajuste del gasto público.
La instrucción es bancar a Sergio. Tanto Kicillof como Máximo aseguran en sus reuniones políticas: “Todas las medidas que toma Massa están articuladas con Cristina. No salió nada importante sin su ok”.
Fuente Clarin