La iniciativa diplomática presentada por los Estados Unidos fue rechazada por 19 votos contra 17, siendo las abstenciones de Argentina y Ucrania decisivas para que no prospere el proyecto.
La República Argentina se abstuvo en la votación de la ONU para habilitar el debate de las sistemáticas violaciones a los derechos humanos cometidas por China contra la minoría de los uigures en la provincia de Xinjiang. Su voto fue fundamental para que no se tratara el tema.
El Proyecto de Decisión fue presentado por Estados Unidos, luego de que el bloque de senadores del Partido Republicano presionara al Secretario de Estado de Biden, Antony Blinken, para que se trate en la ONU el genocidio uigur.
La propuesta, sin embargo, fue rechazada por un bloque de 19 votos, que lideró China junto a Cuba, Bolivia, Venezuela, Camerún, Costa de Marfil, Eirtrea, Gabón, Indonesia, Kazajistán, Mauritania, Namibia, Nepal, Pakistán, Qatar, Senegal, Sudán, Uzbekistán y los Emiratos Árabes Unidos.
La posición de Washington recibió el apoyo de Alemania, Francia, Japón, Finlandia, República Checa, Honduras, Japón, Lituania, Luxemburgo, Islas Marshall, Montenegro, Holanda, Paraguay, Polonia, Corea del Sur, Somalía y el Reino Unido, sumando 17 avales.
Por su parte, Argentina, México, Armenia, Benín, Gambia, Libia, Malawi, Malasia, Ucrania y la India se abstuvieron en una postura equidistante que contó con 11 adhesiones, ya que también contó con la abstención de Brasil, que desde el 2019 se rehúsa a formar parte de las votaciones en protesta por la presencia de China, Cuba y Venezuela en la Comité de los Derechos Humanos.
Los dos votos que realmente sorprendieron fueron los de Argentina y de Ucrania. Ambos habían anticipado que votarían de manera positiva, pero a último momento se abstuvieron de votar.
Ucrania, hoy siendo un estado en guerra, suele abstener su voto para no enojar a ningún país que podría ser aliado en la contienda contra Rusia. China, aunque un importante aliado de Putin, todavía no ha dado su apoyo abierto a la invasión de Ucrania.
Por lo que el voto de Argentina terminó siendo decisivo para que no se apruebe la moción. La sesión del Comité de Derechos Humanos de la ONU sobre el genocidio que está ocurriendo en China se extendió por una hora y fue presidida por el embajador argentino Federico Villegas, y hasta el momento de la votación, parecía que la cancillería de Alberto Fernández daría el “sí”.
Fue un debate áspero -en términos diplomáticos- adonde quedó en evidencia la fractura del escenario global: Estados Unidos apoyado por Alemania, Japón, Francia y Qatar, y China respaldado por Cuba, Venezuela y Sudán.
Con la excepción de Honduras y Paraguay, que apoyaron la iniciativa de los Estados Unidos, el resto de América Latina apareció dividida. Hubo abstenciones -como Argentina, Brasil y México- y ostensibles rechazos – Cuba y Venezuela-, que castigaron en el debate público a la política exterior de Joe Biden.
En los últimos días, innumerables voceros del secretario de Estado Antony Blinken y el canciller chino Wang Yi se comunicaron con Santiago Cafiero para indicarle cómo debía votar Argentina en el debate del Proyecto de Decisión.
El canciller argentino estaba en una encrucijada política: Estados Unidos apoyó al gobierno kirchnerista en toda la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), mientras que China sostiene sobre la cabeza un swap por 18.500 millones de dólares y una inumerable cantidad de préstamos para infraestructura en Argentina.
La decisión de abstenerse, que resulta ser un voto en favor de China, tiene sentido: actualmente Washington está en uno de sus momentos de máxima debilidad en el plano internacional, y prácticamente no hay consecuencias a largo plazo de votar en contra de sus intereses. En cambio, si Argentina votaba en contra de China, Xi Jinping le pasaría factura al gobierno.
Argentina había apoyado previamente el proyecto
El dossier sobre el cual se basaría el debate en caso de que se aprobara la resolución, fue redactado bajo la supervisión directa de Michelle Bachelet, por entonces Alta Comisionada de la ONU, y fue elogiado por la Argentina cuando fue publicado.
A lo largo de sus 48 hojas denuncia incontables violaciones a los derechos humanos ordenas por Beijing contra los uigures, y cita fotos directas que fueron hackeadas de la Policía de Xinjiang.
1. “Las denuncias de patrones de tortura o malos tratos, incluidos los tratamientos médicos forzados y las condiciones adversas de detención, son creíbles, al igual que las denuncias de incidentes individuales de violencia sexual y de género.
2. Las restricciones y la privación más general de los derechos fundamentales, disfrutados individual y colectivamente, pueden constituir crímenes internacionales, en particular crímenes contra la humanidad.
3. Dos tercios de los 26 ex detenidos entrevistados declararon haber sido sometidos a un trato que equivaldría a tortura y/u otras formas de malos tratos, ya sea en los propios centros de formación profesional o en el contexto de los procesos de remisión a los centros de formación profesional.
4. En Xinjiang se han cometido graves violaciones de los derechos humanos en el contexto de la aplicación por parte del Gobierno de estrategias de lucha contra el terrorismo y el extremismo.
5. El gobierno chino debe adoptar rápidamente medidas para liberar a todas las personas privadas arbitrariamente de su libertad en Xinjiang, ya sea en los llamados “centros de formación profesional, en las prisiones o en otros centros de detención”.
Fuente Derecha a Diario