A pesar de una orden judicial que prohíbe el ingreso de materiales de construcción, cientos de casas se levantan en La Matanza, custodiados por matones, barras bravas y la policía local y de la provincia de Buenos Aires, que no actúa.
Un predio de 18 hectáreas ubicado en el límite sudoeste de la ciudad de Buenos Aires con el partido de la Matanza, ha provocado una batalla legal con final incierto. Según Alejandro Zamorano, presidente de la Coalición Cívica en el distrito más populoso del conurbano bonaerense, los terrenos son “estratégicos pues están ubicados entre el Mercado Central y a pocas cuadras de La Salada”. En Villa Celina se han asentado los talleres clandestinos de ropa ilegal que funcionaban, en los noventa, en el bajo flores porteño. El equipo periodístico de La Cornisa recorrió la zona pero no pudo ingresar a un predio explotado por una cooperativa de vivienda local, La Lozada, y una sociedad de Fomento vinculada con la intendencia de La Matanza, según denuncian los vecinos del barrio Vicente López.
Para Zamorano, “esto es la demostración que en La Matanza no existe el Estado. Estas hectáreas fueron tomadas hace años” pero “durante la cuarentena empezaron a levantarse construcciones que llegan a los 5 pisos”.
En los noventa, el predio perteneció al Banco Hipotecario pero, por una deuda millonaria con la Ciudad, los terrenos pasaron a la órbita del Instituto de la Vivienda de la Ciudad. Durante el macrismo, se intentó construir un polideportivo y un espacio verde que permitiese drenar las aguas que iban hacia los arroyos cercanos pero el municipio de La Matanza reclamaba controlar los destinos de esos terrenos. El referente local de la oposición, Lalo Creux, denunció los intentos de toma y el ingreso de materiales de construcción ante la justicia de La Matanza y de Morón que dictaminó la prohibición de materiales a la zona. La policía local controló dos ingresos al predio pero no el lindante a terrenos del Mercado Central.
Según los vecinos, en los últimos dos años, se levantaron 700 viviendas y proyectan construir locales de ropa y talleres clandestinos con mira a la colectora de General Paz. Los constructores levantaron un mural que no permite ver qué están haciendo. Uno de los policías que custodiaba el lugar admitió que “ponen candado para que no entren”. Los okupas cuentan con cámaras de seguridad. Por eso advirtieron la presencia de las cámaras de La Cornisa y les advirtieron a los vecinos que se “dejen de joder”.
Un puntero local, perteneciente a “la banda de los Pablos” que opera en el Mercado Central, increpó al periodista Luis Gasulla amenazándolo delante de las cámaras. Según los vecinos se trataría de Luis Tuna, reconocido barra de la zona, que admitió la venta de terrenos ante la pregunta del cronista: “¿Por qué no dejan de romper las bolas? ¿Querés saber si se venden o no se venden? Si hay construcciones es porque los terrenos se están vendiendo”. En otro momento de la nota, el puntero que llegó a toda velocidad en una motocicleta y amenazó al equipo de La Cornisa delante de la policía de la provincia de Buenos Aires y la Guardia Urbana local: “Al terreno ese no vayas más, después hace lo que quieras, pero no vayas más, mirá que yo soy los ojos de todos lados, los ojos de Gran Hermano soy”.
Ante el intento de agresión al camarógrafo y al periodista de La Cornisa, a quien el puntero amagó a golpear gritándole “¿Sabes cómo me voy a cagar de risa? Te voy a mandar tres tiros y te voy a romper la cabeza, gil, mira que yo no me miro”, los vecinos que estaban siendo entrevistados por el programa de Luis Majul, se presentaron en la comisaría 1º de Villa Celina a denunciar lo sucedido.
En Villa Celina, los vecinos del barrio Vicente López, viven con miedo. A mediados del 2017, Julián Eugenio “Iki”, vecino del barrio fue asesinado durante una asamblea en la que se discutía la propiedad de los terrenos. Su atacante era un sicario conocido como “Johny” que defendía los intereses de los okupas. El asesino también pertenecía a “la banda de los Pablos” como el puntero que amenazó a La Cornisa. Se hacen llamar así en homenaje a Pablo Escobar Gaviria, el fallecido narcotraficante colombiano más temido del mundo.