LA HABANA, Cuba. – Desde el centro penitenciario de máximo rigor provincial de Guantánamo, el prisionero Arturo Acosta Ramos denuncia los tratos crueles, inhumanos y degradantes cometidos por el personal de la prisión contra la población penal. En esta ocasión la víctima es el reo José Antonio Pérez Miranda, de 38 años de edad, residente en el municipio Manuel Tames, en la provincia de Guantánamo, quien extingue una condena de 10 años de privación de libertad por hurto y sacrificio de ganado.
Según notificó Acosta Ramos mediante una llamada telefónica, Pérez Miranda está operado del páncreas y por esa razón no puede comer una serie de alimentos, como arroz. El prisionero amplió que por padecer de fuertes dolores como consecuencia de no tener acceso a una alimentación adecuada, el enfermo se quejó el martes 25 de octubre ante la doctora Dianelis Cabrera Quevedo, quien se encontraba de guardia esa noche. Asimismo denunció que la especialista fue mandarlo amarrar en el cuarto de torturas que el personal de la cárcel de Guantánamo llama “salita de psiquiatría”.
Acosta Ramos informó además que ante los gritos de Pérez Miranda acudió entonces el teniente coronel Marcelino Bueno Taveras, director de la prisión, quien no solo lo hizo amarrar aún más fuertemente, sino que también le ordenó a un carcelero de nombre Jaime que lo golpeara con una manguera, así amarrado, como castigo por seguir gritando, mientras vociferaba: “¡En Guantánamo no se protesta! ¡En Guantánamo no se pide comida! ¡Esto es particular, esto es Guantánamo! ¡Aquí no se puede estar criticando la comida como se dé, esté mala o esté buena! ¡Yo como bien en mi casa!”. El interno recalcó también que José Antonio Pérez Miranda permaneció amarrado en la sala de torturas desde las 9:40 de la noche del martes 25 hasta el 30 de octubre.
De acuerdo con anteriores testimonios transmitidos vía telefónica por otros prisioneros, la llamada “sala de psiquiatría” es una habitación con cinco camastros fijados al suelo e infestados de chinches, donde no solo los manifestantes del 11J sino también el resto de reclusos que se atreven a protestar por cualquier motivo son encerrados durante varios días desnudos, amarrados de pies y manos, sin agua ni comida y haciendo sus necesidades encima, pues no los sueltan ni para ir al baño.
Acosta Ramos agregó que también el día 30 de octubre durante la madrugada otro interno tuvo que ser trasladado de urgencia al hospital, presumiblemente después de sufrir un infarto precedido de un pronunciado aumento de la tensión arterial mientras se encontraba sometido a ese castigo.
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Fuente Cubanet.org