LA HABANA, Cuba. — Durante la década de 1960, en pleno apogeo del género cinematográfico bautizado con el nombre de spaghetti western, un actor ítalo-estadounidense de origen cubano logró hacerse un lugar dentro de la industria.
Tomás Quintín Rodríguez, más conocido como Tomás Milián, nació en 1933 en el barrio habanero de Marianao, La Habana. Su padre, que había sido capitán del ejército al servicio del dictador Gerardo Machado, terminó en prisión y luego en el manicomio tras los enfrentamientos que condujeron a la caída del tirano, en agosto de 1933.
Con la desgracia paterna, la familia del pequeño Tomás, quien solo tenía meses de nacido, atravesó toda clase de problemas derivados de su situación económica particular, y de la inestabilidad política que se había apoderado del país. No fue hasta 1939 que su padre, requerido otra vez por el ejército, pero ahora bajo el mando de Fulgencio Batista, regresó al seno familiar.
Tomás tenía entonces cinco años y fue enviado a estudiar en el severo colegio de los Salesianos. La irreconciliable pugna entre el rigor militar del padre, exacerbado por su enfermedad mental, y la sensibilidad de su hijo desembocaron en una tragedia familiar: el 31 de diciembre de 1945 el capitán se suicidó de un balazo delante del niño.
Al cabo de una adolescencia problemática, y decidido a convertirse en actor para seguir los pasos de su ídolo, James Dean, Tomás Milián se fue a Miami en 1955. Allí comenzó a estudiar inglés y pintura, y escribió su primer guion.
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Un año después, lastrado por una vida de dificultades y con un intento de suicidio, logró entrar al Actors´ Studio de los afamados directores Eliza Kazan y Lee Strasberg. Trabajó en Broadway y en algunas series de televisión; pero fue en el teatro que su calidad como intérprete llamó la atención de Jean Cocteau y Giancarlo Menotti, quienes decidieron llevarlo a Italia. Allí obtuvo un breve papel en el filme La noche Brava (1959), que marcó la larga y prolija carrera de Milián en el cine italiano.
Su versatilidad lo llevó a compartir rol con figuras de la talla de Marcello Mastroianni, y atrajo el interés de directores como Luchino Visconti, Francesco Maselli y Sergio Sollima.
Bajo la égida de Visconti participó en Boccaccio 70, una película italiana segmentada por episodios y en la cual también colaboraron grandes estrellas como Romy Schneider, Sofia Loren, Alberto Sorrentino y Anita Ekberg, entre otros. Precisamente por su interpretación en esta serie recibió el premio a mejor actor en el Festival de Mar del Plata, en 1964.
Su paso por el Spaghetti Western fue muy exitoso, especialmente por su personaje “Cuchillo” en el filme Ajuste de Cuentas (1966), del director Sergio Sollima. Su atractivo físico, su carisma y su capacidad para encarnar los personajes más desafiantes, le ganaron un lugar en la historia del cine italiano.
Tomás Milián murió en 2017 en Miami, Estados Unidos.
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Fuente Cubanet.org