LA HABANA, Cuba. — El Estado cubano es un Estado mendigo: depende de “las ayudas solidarias” y recibe donaciones y limosnas incluso de países más pequeños (con menos habitantes y supuestamente más pobres que Cuba), como Aruba y San Vicente y las Granadinas, que caben holgadamente en una provincia de nuestro país y que tienen que abastecernos de azúcar, medicinas y hasta de productos elaborados.
Ante la crisis económica que enfrenta Cuba, la más grave de su historia, el gobernante Miguel Díaz-Canel ha tenido que salir a pedir ayuda por países lejanos, uno de ellos Rusia, un apestado en la comunidad internacional.
Para la gira mendicante de Díaz-Canel —que lo llevó a Argelia, Rusia, Turquía y China—, el régimen cubano alquiló un enorme avión venezolano, más grande que un solar habanero, con capacidad para más de 300 pasajeros.
A la gira no fueron invitados los ingenieros capaces de rescatar un Ford del año 30 ni los emprendedores de la Cuevita que son capaces de vender soga en casa de un ahorcado, y mucho menos mi vecino Tropicana, el inventor del bocadito de helado sin leche, azúcar ni saborizante. Tampoco fueron científicos o empresarios para exponer y vender los logros de Cuba. Los que sí no faltaron al viaje fueron burócratas, policías y amanuenses-periodistas que harían palidecer de envidia a Éufrates del Valle en nuestro cotidiano San Nicolas del Peladero.
Del tour del presidente puesto a dedo por Argelia, Rusia, Turquía y China (en ese orden), los logros más inmediatos no están claros, excepto en Argelia, donde se anotó cuatro puntos: cancelar el servicio de la deuda, aumentar el número de médicos alquilados, que le regalaran una planta para producir electricidad con la energía solar, y posiblemente el envío de petróleo a crédito.
Díaz fue a Rusia en busca de hidrocarburos, trigo y fertilizantes. Allí se entrevistó con Dimitri Medvedev, Igor Sechin (el presidente de Gazprom), Ziugánov (jefe del Partido Comunista), y finalmente, con Vladímir Putin, con quien asistió a la inauguración de una estatua de Fidel Castro.
Las caras de Putin, Medvedev, Sechin y Ziugánov indicaban el rechazo que sienten por el visitante. Había que ver la de Putin, un sociópata de estudio, cuando el puesto a dedo le dijo, mirándolo a los ojos y con una sonrisita de arrepentimiento: “Cuba está dispuesta a respetar y cumplir con las obligaciones financieras que tiene con Rusia en cuanto la situación económica se alivie un poco, y eso sea posible”. O sea, que Moscú deberá esperar para recibir lo que le debe el gobierno cubano.
La parada turca tampoco sirvió de mucho. A no ser por una pequeña pillería: aumentó el tráfico comercial bilateral en 200 millones de dólares a través de la agencia turca de cooperación (TIKA). O sea, un crédito que no va a pagar… y que quizás al presidente turco Recep Tayyip Erdoğan no le interese cobrar ahora que, sin sonreírle a nadie, se ha convertido en un actor internacional.
La última parada fue en Beijing, China. Y se sabe que los chinos no son muy amigos de prestar si saben que no les vas a pagar. Entre los 15 países latinoamericanos con mayores relaciones comerciales con China (Venezuela, Brasil, Argentina, Ecuador y Bolivia los principales) no está Cuba. Más claro ni el agua.
Las últimas inversiones chinas importantes en Cuba fueron en la televisión digital, el puerto de Santiago (que no recibe buques), los autobuses Yutong (y ya se retiró la empresa), en la extracción de gas, y en una planta para producir electricidad por medio del marabú.
China presta dinero, sí, pero a cambio de que compres materiales a empresas chinas, maquinaria, satélites, trenes, equipos de telecomunicaciones… o de que determinadas obras de infraestructuras (presas, carreteras, túneles, líneas de tren, centrales nucleares) las realicen empresas chinas. Y no parece que el régimen cubano esté pensando en alguna de esas cosas.
La dictadura y Díaz-Canel pierden con esta gira. No solo por su costo económico, sino porque nuevamente le dan la espalda a Estados Unidos y la Unión Europea, que se enfrentan abiertamente a Rusia por su invasión criminal a Ucrania y a China por los intentos de apoderarse de Taiwán.
Una nota interesante de este “Tour d Force” son las visitas religiosas de Díaz-Canel: la primera a la Gran Mezquita de Argel, y a su rector, Mohamed Mamoune, y la segunda, en Moscú, al Patriarca Kiril, de la Iglesia Ortodoxa Rusa. ¿Curiosidad intelectual o búsqueda de más deidades a quien pedir? ¿Quién sabe? Ahora que Díaz-Canel termina sus discursos con Patria o Ashé, cualquier cosa es posible.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org