LA HABANA, Cuba. – Entre las actividades más desastrosas de la economía cubana está, sin dudas, la ganadería vacuna. Los gobernantes del país se reúnen una y otra vez con los ganaderos y luego aparecen con un plan de medidas con vistas a tratar de resolver la debacle, pero al final todo sigue igual. Cada vez hay menos ejemplares, menos leche, y la carne de res continúa siendo un alimento prácticamente desconocido para buena parte de los ciudadanos de a pie.
En medio de semejante caos, el periódico Granma dio a conocer que en la provincia de Matanzas más de 500 animales murieron recientemente como consecuencia del hurto y sacrificio ilegal del ganado mayor. Se dice que el descontrol de la masa, las indisciplinas y la falta de exigencia han sido las principales causas de esos hechos, que ocurren lo mismo en el ganado estatal, como el que se encuentra en manos privadas.
Con esa información, el oficialismo insiste en su añejo discurso de responsabilizar a delincuentes y antisociales por la crítica situación que afronta la ganadería vacuna en el país.
Sin embargo, el órgano oficial del Partido Comunista nada dice del pésimo estado que exhibe este sector de la economía como resultado de las malas políticas gubernamentales, la insuficiente alimentación del ganado, la baja natalidad, y las altas tasas de muerte entre los animales, según estadísticas ofrecidas por el propio régimen.
El Anuario Estadístico 2021 muestra cómo ha descendido la masa ganadera en el país. En el año 2017 había en Cuba 3 865 500 cabezas de ganado vacuno. Al año siguiente la masa descendió a 3 808 400 cabezas. El 2019 cerró con una ligera recuperación, al reportarse 3 817 000 cabezas de ganado. Mas, tanto en el 2020 como en el 2021, la caída ha sido en picada. El primero de esos años cerró con 3 752 400 cabezas, mientras que en el 2021 se informaron 3 657 300.
En lo concerniente a las entregas del ganado para su sacrificio, que finalmente se relaciona con la existencia de carne de res en los mercados, también ha habido un descenso continuado. En el 2017 esas entregas ascendieron a 507 500 cabezas de ganado. Al año siguiente se entregaron 485 800 cabezas. En el 2019 las entregas solo llegaron a las 475 000 cabezas. Y en el 2020 y 2021 sobrevino la debacle. En el 2020 se entregaron a sacrificio 392 800 cabezas, mientras que el 2021 tocó fondo, con una entrega de solo 362 300 cabezas de ganado.
La producción de leche, tan necesaria en la industria y el consumo directo de la población, ha venido disminuyendo de manera alarmante. En el 2017 se alcanzaron 536 400 toneladas. El 2018 gozó de una ligera recuperación, al lograrse 576 900 toneladas. De ahí en adelante el descenso ha sido elocuente: 512 000 toneladas en el 2019, 455 300 en el 2020, y la exigua cantidad de 374 000 toneladas en el 2021.
En lo referido a la leche, la información de Granma aduce que “los productores quedan debiendo miles de litros de leche en las ventas al Estado, mientras que algunos campesinos comercializan, por la izquierda, el litro a cien pesos”.
Lo cierto es que muchas de las acciones que la jerarquía castrista califica como “hurto y sacrificio ilegal del ganado vacuno” son la respuesta de la población ante las restricciones que impone el gobierno para el sacrificio y la comercialización legal de la carne de res. Un alimento que muchos cubanos jamás han visto en su mesa, pero que abunda en los centros turísticos para extranjeros, y en las viviendas de la élite del poder.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org