La victoria de la Selección en el Mundial de Qatar 2022 frente a México, de la mano del astro Lionel Messi, también distendió los ánimos en el seno del Gobierno, además de otorgar una bocanada de alivio al pueblo argentino futbolero en general tras el fallido debut ante Arabia Saudita.
El presidente Alberto Fernández, cuyo entorno se había mostrado renuente a brindar detalles sobre cómo había recibido la derrota del equipo nacional en su presentación en la Copa del Mundo, dejó trascender por intermedio de voceros sus sensaciones al término del encuentro de este sábado en el estadio de Lusail: “Sufriendo primero y festejando al final”.
El triunfo por 2-0 permitirá a Fernández y compañía comenzar la semana con otro estado de ánimo, en sintonía con lo que ocurrirá con el ciudadano de a pie amante del fútbol en la Argentina, mientras retoma lentamente sus actividades habituales como jefe de Estado tras haber sido diagnosticado con una gastritis erosiva, por la cual le recomendaron reposo.
Luego de su regreso de Bali, donde sufrió un sangrado digestivo mientras asistía a la cumbre del Grupo de los 20 (G-20) allí en Indonesia, Fernández volvió soportar ráfagas de “fuego amigo” en el marco de la interna del Frente de Todos (FdT). Quien se mantiene más incisivo en este sentido es el dirigente camporista y funcionario bonaerense Andrés “Cuervo” Larroque.
Sin embargo, la atmósfera mundialista parece haber aquietado algo las aguas en la coalición gobernante, después del clímax que alcanzó el operativo clamor kirchnerista, en torno de la figura de Cristina Kirchner, en el acto que encabezó la vicepresidenta de la Nación en La Plata días atrás.
El ala dura del FdT reclama a Fernández que se encolumne por detrás del poder real de Cristina, y desista de sus aspiraciones de reelección en 2023, mientras que el sector más moderado del Gobierno insiste en que el jefe de Estado tiene derecho a ir en busca de una renovación de mandato, o al menos planteárselo como objetivo, buscando incluso evitar -desde lo simbólico- que siga resquebrajándose la debilitada gestión que encabeza.
En este contexto, que mantiene al oficialismo en un estado de tensión en continuado, cuando aún restan largos meses por delante para los comicios generales del año que viene, también están divididas las aguas dentro del peronismo más tradicional: el pejotismo con despliegue territorial en el estratégico Conurbano bonaerense.
El PJ tradicional le reza a Massa una plegaria
Por un lado, existen quienes miran el escenario electoral con ojos pesimistas y temen perder no solamente la Nación, sino también la Provincia en manos de Juntos por el Cambio (JxC) en 2023; y por el otro, algunos intendentes del Gran Buenos Aires se muestran convencidos de que el FdT está en condiciones de alzarse con un triunfo en las urnas, siempre y cuando el Gobierno logre alcanzar determinadas metas imprescindibles.
Se trata de premisas vinculadas básicamente con la inflación y la inseguridad, es decir, dos asuntos que se ubican hoy al tope de las principales preocupaciones de la población bonaerense y en general del país también, sobre todo a lo que se refiere al impiadoso aumento del costo de vida.
En este sentido, dirigentes del Partido Justicialista (PJ) que buscan defender con éxito sus terruños en los próximos comicios rezan para que los planes del ministro de Economía, Sergio Massa, rindan frutos justo antes de la convocatoria popular a las urnas. Es decir, que logren una necesaria disminución mensual del Índice de Precios al Consumidor (IPC).
“Si consigue bajar la inflación a los niveles que él dijo, nosotros ganamos las elecciones el año que viene”, se entusiasmó un jefe comunal de la zona oeste del Conurbano en diálogo con NA. Días atrás, Massa sostuvo que el objetivo del Gobierno es llegar a abril de 2023 con un IPC mensual que “tenga al 3 por delante”.
En tanto, con relación a la inseguridad, intendentes justicialistas del Gran Buenos Aires que se reunieron en los últimos días tanto con el gobernador Axel Kicillof como con el presidente Fernández insisten en la necesidad de recrear por ley las llamadas Policías Locales o Municipales.
“Son una herramienta necesaria y una demanda de la gente. La seguridad es una política de Estado, del Estado nacional, provincial y local, y nosotros lo que estamos pidiendo es hacernos cargo. Por eso queremos que la ley salga“, agregó el jefe comunal consultado por esta agencia.
“Para nosotros la Policía Local fue de gran ayuda, sobre todo por su alto grado de compromiso, independientemente de aquella discusión que se había generado sobre su preparación. Porque era gente de la zona, del barrio. En la Policía Bonaerense si yo tengo a un agente de Lincoln, el tipo va a querer estar en Lincoln. Y acá somos nosotros los que conocemos el territorio, cada uno en su distrito”, subrayó.
La ex gobernadora María Eugenia Vidal fue quien le bajó el pulgar a los llamados coloquialmente “pitufos”, por su indumentaria y su característica boina celeste. Ahora los alcaldes pejotistas del Gran Buenos Aires buscan relanzar la invención del también ex mandatario provincial Daniel Scioli para llevar al menos algo de tranquilidad a los vecinos.
“La gente nos pide seguridad, en las escuelas, en los comercios, cuando entran y salen de sus viviendas. En esos casos podría actuar la Policía Local”, acotó el intendente, que también remarcó la necesidad de que “no se pare la obra pública” durante el año electoral que se aproxima.
“El gran enemigo es la inflación”
Los jefes comunales temen que el cumplimiento por parte de la Argentina del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) redunde en un recorte de las partidas que reciben en sus distritos y que les permite mostrarse activos. Además, miran de reojo la disparada de precios: “Nosotros estamos contemplados en el Presupuesto, en el nacional y en el provincial, pero el gran enemigo de esto es la inflación“, planteó el dirigente en diálogo con Noticias Argentinas.
Asimismo, mientras intenta lanzar un combate contrarreloj para mitigar el impacto del aumento del costo de vida en la población, el Gobierno también coquetea con la posibilidad de revisar con el FMI las metas incluidas en el acuerdo, aunque Massa insistió en que la Argentina procurará reducir su déficit fiscal al 1,9 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB) como está establecido.
Se trata de una estrategia gradualista, pero en continuado, la que busca llevar adelante el “superministro” de Economía con la anuencia del kirchnerismo en principio. Justamente, quien le dedicó loas días atrás a Massa fue Cristina, cuya figura puertas adentro en la coalición oficialista y también hacia afuera se ha fortalecido en las últimas semanas: ha tomado nuevos bríos en especial tras el pedido de condena en su contra en el juicio por presunta corrupción en la asignación de obras públicas en Santa Cruz entre 2003 y 2015, y -sobre todo- después de su intento de asesinato. Hoy Cristina luce incluso más empoderada que cuando criticada a su propio Gobierno por el traspié en los comicios de medio término de 2021.
Quien definitivamente no logró reponerse de aquel tropezón, ni de los embates de quien lo erigió como candidato a presidente de la Nación en 2019 es el propio Fernández. Su tambaleante gestión como primer mandatario generó que gobernadores peronistas apelaran a una suerte de “distanciamiento preventivo” del jefe de Estado, tras haber desacoplado las elecciones locales previstas para el año que viene de los comicios generales, con la intención de alambrar prudencialmente sus territorios.
En este contexto, y según pudo averiguar la agencia NA, después de que mandatarios provinciales del PJ le dieran la espalda cuando dejó traslucir sus intenciones de celebrar el Día de la Lealtad peronista en el interior del país el pasado 17 de octubre, en las últimas semanas fue el jefe de Gabinete, Juan Manzur, el que empezó a comentar en su círculo íntimo que se siente “desaprovechado” en el Gobierno nacional.
Se espera que Manzur renuncie al cargo a mediados de enero del año que viene para regresar a su terruño y concentrar sus energías en las elecciones provinciales anunciadas para el próximo 14 de mayo en Tucumán. Aún está por verse qué rol desempeñará Fernández en la campaña proselitista tanto en ese distrito del norte argentino como en las demás jurisdicciones que se desmarcaron de la votación nacional.
Es decir, ¿los gobernadores que pugnan por mantenerse en el poder invitarán al jefe de Estado a sus provincias para compartir actividades durante la campaña electoral? ¿Se tomarán fotos con él o buscarán conservar cierta distancia? Ocurre que hoy la imagen del primer mandatario luce casi tan devaluada como el peso en el mercado cambiario paralelo.
En política, en especial en el PJ, determinados gestos en ciertas ocasiones dicen más que mil palabras.
Fuente Mendoza Today