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Han sido meses de conversaciones permanentes, de continuas reuniones entre ministros de Energía. Tanto que la presidencia checa del Consejo, que terminar este lunes su última reunión ministerial, ha recibido un regalo especial por parte del resto de titulares, una camiseta en la que se puede leer un mensaje muy repetido desde finales de agosto: “Convocaremos tantos consejos de Energía como sean necesarios”.
Y han sido muchos, pero finalmente los Veintisiete han alcanzado un acuerdo para el establecimiento de un tope al precio del gas en el mercado de referencia europeo, el TTF holandés, una reivindicación de un grupo de 15 Estados miembros, entre los que se encuentra España, y a la que se ha opuesto frontalmente durante meses y hasta el último momento tanto Alemania como Países Bajos, con la cooperación de Kadri Simson, comisaria de Energía, que ha arrastrado los pies a la hora de presentar propuestas e ideas concretas, retrasando la toma de decisiones e irritando a muchas capitales. La presidencia checa ha demostrado mucha paciencia y capacidad de organización, convocando muchas reuniones durante su semestre. Pero Josef Sikela, ministro checo de Industria, lanzaba al inicio del encuentro un mensaje claro: “Hoy tenemos que terminar”.
Finalmente el tope se ha marcado en los 180 euros/MWh y se activará cuando el precio supere ese límite durante tres días seguidos y la brecha respecto al mercado global sea superior a los 35 euros. El tope funcionará durante 20 días y se desactivaría en caso de riesgo para el suministro.
El Consejo de este lunes partía con una propuesta de la presidencia checa que situaba el tope por debajo de los 200 euros/MWh, como venían solicitando un grupo de Estados miembros. En concreto, la presidencia apostaba porque el límite al precio del gas se situara en los 188 euros/MWh y se activaría si durante tres días el precio en el TTF se situaba por encima de dicho límite. Varias horas después del inicio de la reunión y tras varios parones, los ministros de Energía trabajaban con una nueva propuesta: los 180 euros/MWh.
El camino hacia el acuerdo
La enorme presión puesta sobre la Comisión Europea acabó obligando a Simson a poner encima una propuesta a finales de noviembre. Era inaceptable a ojos de los que pedían el tope, absolutamente “inaplicable”, como señalaban muchos ministros. El tope era demasiado alto, el gas debía encontrarse por encima de los 275 euros/MWh durante dos semanas y con una brecha de 58 euros respecto al mercado global. A partir de ese momento fue la presidencia checa la que negoció con los Estados miembros para intentar conseguir un terreno común.
En la reunión de ministros de Energía del pasado martes 13 de diciembre la presidencia checa propuso un tope de 220 euros/MWh y una brecha de 35 euros. Nadie estaba del todo satisfecho con las cifras pero al menos servía para desbloquear la situación. Los dos campos empezaron a acercarse. Teresa Ribera, vicepresidenta del Gobierno, ha sido una de las principales reivindicadoras de un tope a nivel europeo. Antes de ese encuentro el grupo de los países que apoyaban la idea se reunían y en una de las fotografías del encuentro escuchan atentamente a la española, convertida en una referencia interna al haber logrado negociar primero la llamada “excepción ibérica”.
Frente a las peticiones de España, Portugal, Francia o Grecia se encontraba la oposición frontal de Alemania, que consideraba que el mecanismo puede poner en riesgo la seguridad de suministro. Por eso tanto la propuesta inicial de la Comisión como todos los intentos de la presidencia checa han incluido muchas salvaguardias para evitar ese escenario. Una fuente diplomática checa explicaba que intentar cerrar un acuerdo entre las dos partes del debate era intentar la “cuadratura del círculo”. El punto de arranque, la propuesta de la Comisión, era especialmente delicado y ha obligado a la presidencia checa a trabajar mucho: “Algunos decían que era de máximos, otros que no era ni siquiera un punto de inicio”.
Pero Alemania también tenía que saber en qué situación se encontraba: en una exigua minoría. La propuesta de la presidencia checa que situaba el precio del tope en los 220 euros/MWh era una señal a Berlín: estaba muy sola en el pulso. Con el paso de los días esa cifra ha ido cayendo hacia cotas cada vez más bajas. Los Estados miembros que apoyaban el tope del gas podían sacar adelante la propuesta porque ya contaban con la mayoría cualificada necesaria, pero no querían hacerlo sin contar con Berlín. En la última reunión del año de los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión los líderes aumentaron la presión para que sus ministros cerraran un acuerdo este lunes.
Han sido meses de conversaciones permanentes, de continuas reuniones entre ministros de Energía. Tanto que la presidencia checa del Consejo, que terminar este lunes su última reunión ministerial, ha recibido un regalo especial por parte del resto de titulares, una camiseta en la que se puede leer un mensaje muy repetido desde finales de agosto: “Convocaremos tantos consejos de Energía como sean necesarios”.
Fuente El Confidencial
