LAS TUNAS, Cuba. — Esta Navidad, temprano en la mañana, me encontré con una conversación interesantísima en la panadería, que muestra cómo funciona la demagogia en Cuba, coartando los valores cívicos de la nación. En la cola para comprar el pan, racionado y mezclado el trigo vaya a saber usted con qué ingredientes exógenos, alguien decía que los guardafronteras, los policías y los inspectores, eran “cazadores de pescadores”.
“Sí señor, abusadores es lo que son, que no hacen sino perseguir a personas decentes y humildes, que después de pasarse horas metidos en el mar, ya no es raro que un pescador termine multado y con la pesca y los avíos decomisados”, decía alguno, cuando otro alzó la voz para decir:
“Eso se va a acabar, Díaz-Canel habló de la Ley de Pesca, yo lo vi por la televisión, y dijo que eso era injusto, que no podía haber una ley para que los cubanos, que estamos rodeados de mar, no tengamos pescados”.
Pero la bomba de profundidad, la que disolvió el grupo de opinadores haciéndoles ir en silencio, la lanzó alguien cuando preguntó: “¿Y esa ley de pesca así tan criminal quién la firmó, Trump?”
Respondiendo a esa pregunta perspicaz, debían saber los aplaudidores de Díaz-Canel, quien, cual Robin Hood justiciero, ahora se refiere a algunas leyes que funcionan como alambres de púas en las cercas de un potrero, que fue él mismo, sí, el rubricante de esos rollos leguleyos.
La Ley No. 129, Ley de Pesca, que ordena, administra y controla los recursos hidrobiológicos en las aguas marítimas, fluviales y lacustres (lagunas, ciénagas y embalses donde las autoridades también pueden multar a alguien por pescar “fuera de la ley” algunas tilapias) en la República de Cuba, con el fin —según su artículo 1— de “contribuir a la soberanía alimentaria de la nación”, fue aprobada por la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP) el 13 de julio de 2019, entrando en vigor 180 días después de su publicación en la Gaceta Oficial.
Pero según la Constitución de la República de Cuba en su artículo 128 inciso d), “corresponde al presidente de la República refrendar las leyes que emita la Asamblea Nacional y disponer su publicación en la Gaceta Oficial”; por lo que Díaz-Canel ahora critica o pretende imputar a otros iniquidades que él mismo, y el primer ministro Manuel Marrero -firmante del Decreto 1 que es el Reglamento de la Ley de Pesca-, refrendaron antes de que esas legislaciones entraran en vigor. Entonces cabe preguntar: ¿Ante qué suceso político estamos? Y no cabe sino responder: estamos en presencia de un discurso demagógico.
En este caso, y psicológicamente hablando, el discurso demagógico del castrocomunismo empleado por Díaz-Canel, los ministros y comisarios del Partido Comunista de Cuba (PCC), se funda en la demagogia empleada como pensamiento lateral, entiéndase: la técnica que permite al régimen si no solucionar problemas estratégicos a largo plazo, sí atrincherarse en la cotidianidad, apelando a emociones, miedos o esperanzas, mediante un bombardeo diario, a todos los niveles, de un discurso retórico, hueco, amplificado por todos los medios de comunicación y basado en la desinformación o la tergiversación de los hechos a través de la propaganda política.
Pero el pensamiento lateral castrista en lugar de funcionar cual motor de cambio social, está anclado hace más de medio siglo en el inmovilismo, en tanto los elementos que debían sostener una estrategia así concebida, que son la comprobación de las suposiciones para las que deben formularse interrogantes lógicas y creativas, no cuajan en las formas del discurso oficial, que es una mancomunidad de oratoria y falacia en la negación de otras opiniones u opciones que no sean las aceptadas por el monopolio del PCC.
Discursos como los que hemos escuchado recientemente al señor “presidente” y Primer Secretario del PCC, Miguel Díaz-Canel, proyectándose cual persona fraterna y dolida ante las dificultades que padecen sus conciudadanos, unidos a procederes jurídicos invasivos de derechos universalmente reconocidos, pero juzgados en Cuba cuales delitos, han conducido a la ignorancia política de una parte importante de la sociedad cubana, tornándola huidiza, pusilánime y carente de valores cívicos.
Duele reconocerlo, pero es indubitable. Hundida por la demagogia comunista palabrera, más fácil resultará a la nación cubana salir de la crisis económica que hoy sufre, que emerger de las marismas del miedo y la hipocresía.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.
Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de WhatsApp. Envíanos un mensaje con la palabra “CUBA” al teléfono +525545038831, también puedes suscribirte a nuestro boletín electrónico dando click aquí.
Fuente Cubanet.org