Una de cal y otra de arena. En la jerga diplomática esto es la estrategia pendular de las relaciones internacionales. Es lo que transmitió ayer el embajador argentino en Washington Jorge Argüello: presentó la invitación formal de la Argentina al presidente Joe Biden para asistir a la cumbre de la CELAC en Buenos Aires y, al mismo tiempo, elevó una reiterada queja de Alberto Fernández por una ley norteamericana que afecta a la industria del litio local.
Argüello se reunió ayer con el Subsecretario para Asuntos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, Brian Nichols. La reunión tuvo lugar en la sede de la representación diplomática argentina en Washington y según pudo saber El Cronista, allí el embajador argentino entregó en mano al vicecanciller para las Américas la invitación formal de parte del presidente Alberto Fernández dirigida al Biden para participar como invitado especial en la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), que tendrá lugar en Buenos Aires el día 24 de enero de 2023.
Hasta ahora no hay respuesta oficial de la administración de Biden sobre la eventual concurrencia del mandatario norteamericano a Buenos Aires. Lo más probable es que no asista ya que en este encuentro estará frente a tres enemigos claros de Estados Unidos: los mandatarios de Venezuela, Nicolás Maduro; de Nicaragua, Daniel Ortega y de Cuba, Miguel Díaz-Canel, a quienes la Casa Blanca ni siquiera quiso invitar a la Cumbre de las Américas por considerarlos anti-democráticos.
QUEJA Y PREOCUPACIóN
Pero más allá del gesto de invitación a Biden, Argüello y Nichols repasaron el estado de las relaciones bilaterales y analizaron los resultados de las múltiples visitas de alto nivel que tuvieron lugar en ambos sentidos.
Argüello destacó después de ese encuentro: “El vínculo bilateral atraviesa uno de sus mejores momentos históricos; la cantidad y calidad de las visitas mutuas de ministros, secretarios de Estado, gobernadores y subsecretarios, entre otros representantes, habla de una gran intensidad y de una búsqueda permanente por alcanzar ambiciosos objetivos comunes”.
Pero el embajador argentino luego fue al grano y le transmitió a Nichols algunas consideraciones respecto del “posible impacto negativo” que podría tener la Ley para la Reducción de la Inflación en el comercio bilateral.
En efecto, tal como lo han planteado otros socios comerciales de Estados Unidos y como lo hiciera el propio Argüello en diversos niveles del gobierno, esa disposición, que concede subsidios a vehículos eléctricos condicionados al contenido norteamericano de minerales críticos para baterías, podría incentivar un redireccionamiento de las exportaciones argentinas de litio a otros mercados.
Según pudo saber El Cronista Argüello transmitió, en tal sentido, el interés argentino de que se clarifiquen ciertas disposiciones a fin de no afectar el flujo de exportaciones que han llevado a la Argentina a ser el primer proveedor de litio a los Estados Unidos.
Es que el embajador argentino entiende que la industria automotriz transita ambiciosos programas de electromovilidad que son incentivados por diversas políticas públicas que procuran sistemas de transporte sustentables.
Sin embargo, estas iniciativas encuentran “un cuello de botella en la provisión de un compuesto particular necesario para sus baterías: el litio”
Ahí es donde entra la Argentina que es el segundo país del mundo en reservas probadas de litio y el cuarto en capacidad de producción. La Argentina es el primer proveedor de litio a Estados Unidos.
Así, empresas como General Motors, Tesla, Ford y BMW -tiene su mayor planta a nivel global en Carolina del Sur- cuentan con el abastecimiento de litio argentino como insumo clave para su esquema de transición hacia vehículos eléctricos.
Argentina tiene la capacidad para escalar diez veces su producción, de las 37 mil toneladas anuales actuales a más de 350 mil toneladas en 2030, y así estar a la altura tanto de esta demanda extraordinaria como de las necesidades de la industria nacional.
Pero hay un gran problema: la reciente promulgación de la Ley para la Reducción de la Inflación, firmada por el presidente Biden en agosto de este año, ha generado preocupación en las empresas automotrices y mineras, al igual que en el gobierno argentino y las autoridades de otros países proveedores de los Estados Unidos.
Esa ley, aún no reglamentada, dispuso incentivos para la producción de vehículos eléctricos y sus componentes. La norma prevé préstamos de hasta 7.500 dólares directos al consumidor para vehículos eléctricos nuevos y 4 mil dólares para vehículos eléctricos usados, pero con el requisito de que una parte de los minerales de las baterías debe, para poder calificar, haber sido extraída o procesada en Estados Unidos o en los países con los que Argentina tiene tratados de libre comercio.
Ello podría constituir un obstáculo para algunos de los objetivos planteados por ambos países, incluyendo la necesidad de garantizar las exportaciones de litio de Argentina, e incentivar inversiones para que nuestra industria pueda crecer en términos de valor agregado a lo largo de la cadena. Así se lo hizo saber la Argentina a Washington junto con la carta de invitación a la cumbre de la CELAC.
Fuente El Cronista