El año de la gran inflación se cerró con una gran pérdida de poder adquisitivo para los trabajadores y con un importante pinchazo para la negociación colectiva que evidencia la gran distancia existente entre empresas y empleados. La subida salarial media pactada por convenio a lo largo del año fue del 2,78% según el registro de convenios mensual del Ministerio de Trabajo. Se trata del mayor incremento de las retribuciones desde 2008, en pleno pico de la burbuja inmobiliaria. Sin embargo, la pérdida de poder adquisitivo fue la mayor en décadas, ya que la inflación fue muy superior, del 8,4%.
Si se analizan solo los convenios firmados en 2022, la subida resultante fue del 3,24%. Un dato algo mejor al del conjunto de convenios (que incluye los nuevos del año pasado y los firmados en ejercicios anteriores). Esta cifra es algo mejor, aunque claramente insuficiente para cubrir la inflación. El año comenzó con subidas salariales pactadas en el entorno del 2,4%, pero, tras el estallido de la guerra en Ucrania y el inicio de la crisis energética, la mejora de las retribuciones fue acelerando. En la recta final del año, los convenios firmados ya superaban el 3,5%.
Algo más del 20% de los convenios firmados a lo largo del año recogen una subida salarial superior al 4%. Sin embargo, un 29% de los convenios pactaron subidas salariales inferiores al 1,5%, lo que implica una pérdida de poder adquisitivo de más de siete puntos para los dos millones de trabajadores afectados.
Esta tendencia a la aceleración de los salarios apunta a un periodo de inflación de costes para las empresas durante los próximos meses. Estos son los efectos de segunda ronda del factor trabajo que está por ver cómo encajan las empresas, si recortando márgenes o subiendo sus precios todavía más. En 2023 y 2024 se tiene que resolver la pugna sobre cómo se reparte el incremento de los costes energéticos, si bien con una merma en términos reales de los salarios, de los beneficios o de ambos.
El sector con mayor subida salarial de convenio fue el de actividades profesionales, científicas y técnicas (sectores de alto valor añadido), con un alza del 3,7%. En el extremo opuesto se encuentra la banca, que en un año de gran crecimiento de sus beneficios forzó la negociación colectiva para que la subida salarial fuese del 1,2%. También el sector energético está teniendo beneficios extraordinarios y sus salarios de convenio subieron un ínfimo 1,9%.
En ausencia de un pacto de rentas, del que el Gobierno desistió rápidamente en 2022, la esperanza pasa por la negociación entre sindicatos y patronales a nivel estatal. Está pendiente la renovación del AENC (Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva), que debería enviar una guía a las unidades de negociación inferiores (territoriales, sectoriales y empresariales) sobre cómo tiene que ser la subida salarial en el año en curso. Sin embargo, la agenda electoral reduce las posibilidades de un acuerdo y los sindicatos se ven forzados a movilizar a los trabajadores para conseguir mejoras salariales.
Además de la pérdida histórica de poder adquisitivo de los trabajadores, hay otro dato que evidencia el fracaso de la negociación colectiva en 2022: la firma de convenios. A lo largo del año se firmaron poco más de 1.000 convenios, el menor dato de la serie moderna con excepción de la pandemia. Y las nuevas unidades de negociación firmaron apenas 239 convenios, menos de la mitad de lo que era habitual antes del covid.
Esto significa que no solo los trabajadores afectados por convenio perdieron poder adquisitivo, sino que los problemas para firmar nuevos acuerdos provocaron una caída de su renta real aún mayor. La ralentización de la negociación colectiva es muy importante tras la reforma laboral, ya que la recuperación de la ultraactividad de los convenios (siguen en vigor incluso caducados) implica que los empresarios están pudiendo prolongar la vida de convenios que incluyen subidas salariales muy bajas, acordes con la inflación estancada previa a 2021. Los datos evidencian que empresarios y trabajadores estuvieron esta vez muy lejos de la capacidad de acuerdo que mostraron durante los meses de la pandemia.
Uno de los cambios relevantes que ha traído la crisis inflacionista es que está aumentando el número de trabajadores protegidos por cláusulas de revisión salarial. Esto permite a los trabajadores evitar la pérdida de poder adquisitivo no planeada como consecuencia de una aceleración de los precios. El 21% de los empleados afectados por convenio tiene algún tipo de cláusula de revisión salarial, un punto más que antes de la pandemia y cinco puntos más que hace un año.
La incorporación de las cláusulas de revisión salarial era la gran demanda de los sindicatos a nivel estatal que las patronales rechazaron. Esto implicaba que todo el riesgo de precios hubiese recaído sobre las empresas mientras que la renta de los trabajadores hubiese quedado protegida. En los ámbitos inferiores, por el contrario, se están firmando convenios importantes con cláusulas de revisión. Estas se están incorporando, sobre todo, en los convenios de ámbito superior (sectoriales o territoriales), ya que en los de empresa se está evitando este tipo de protección a cambio de subidas salariales superiores.
En los convenios de empresa firmados en 2022, la subida salarial pactada fue del 3,94%, mientras que en los de ámbito superior fue del 3,18%. Esta diferencia es inusual, puesto que habitualmente suben más los superiores. En este caso, es posible que la reforma laboral haya influido de forma decisiva, ya que contempla que los convenios de empresa no pueden rebajar las condiciones salariales de los convenios superiores.
El año de la gran inflación se cerró con una gran pérdida de poder adquisitivo para los trabajadores y con un importante pinchazo para la negociación colectiva que evidencia la gran distancia existente entre empresas y empleados. La subida salarial media pactada por convenio a lo largo del año fue del 2,78% según el registro de convenios mensual del Ministerio de Trabajo. Se trata del mayor incremento de las retribuciones desde 2008, en pleno pico de la burbuja inmobiliaria. Sin embargo, la pérdida de poder adquisitivo fue la mayor en décadas, ya que la inflación fue muy superior, del 8,4%.
Fuente El Confidencial