CDMX, México. – El pasado 6 de febrero la periodista Dixie Edith publicó en el medio estatal Cubadebate la supuesta victoria de una campaña por la igualdad de género en Cuba. Plegada a la propaganda del partido único, la periodista deposita la culpa de la violencia contra las mujeres en la “mentalidad” de los ciudadanos. Con deshonestidad intelectual, Edith no repara en la violencia contra las mujeres en Cuba como política de Estado. Tampoco se detiene a evaluar el fracaso de las políticas públicas orientadas a detener la violencia de género.
A pocas horas del asesinato de Leidy Bacallao, una adolescente de 17 años que fue ultimada por su expareja dentro de una estación de policía en Camagüey, resulta inadmisible señalar como motivo de la violencia de género los estereotipos que puedan albergar los ciudadanos sobre los roles de la mujer en la sociedad.
La plataforma feminista cubana YoSíTeCreo y el Observatorio de Género de la revista Alas Tensas (OGAT) han denunciado 35 feminicidios en el año 2020, 36 feminicidios en 2021, y 34 en 2022. Como bien señalan las feministas en la Isla, esto es solo la punta del iceberg bajo un gobierno enemigo de la información pública, que procura evitar a toda costa ser evaluado por la ciudadanía.
Hoy en Cuba existen 123 presas políticas según la información publicada en diciembre pasado por la ONG Prisoners Defenders. Sin embargo, al igual que la propaganda oficial, la periodista Dixie Edith no incluye a las presas políticas dentro de la violencia de género, ni la represión a las Damas de Blanco, que han sido brutalmente golpeadas por agentes de la Seguridad del Estado.
La organización opositora Estado de Sats ha recogido varios de estos incidentes en la serie “Vamos por ti y por tu familia”, estrenada en febrero de 2017. En esa época la agresión física fue el método más usual contra las Damas de Blanco, complementado con el acoso a sus hijos en las escuelas. Hoy son reprimidas con arrestos arbitrarios y multas ilegales, pero el hostigamiento continúa cada domingo.
La periodista de medios oficiales tampoco alude a las amenazas y arrestos arbitrarios que sufren las madres de los presos políticos por denunciar las ilegalidades que se cometen contra sus hijos en las cárceles, donde cumplen condenas injustas y prolongadas en condiciones infrahumanas. Hoy, entre las formas más recurrentes de tortura contra las presas y presos políticos figura la ausencia o negación de atención médica.
Las artistas e intelectuales desterradas del país por sus ideas políticas, como Carolina Barrero, Katherine Bisquet, Camila Lobón, Anamely Ramos y Omara Ruiz Urquiola, son invisibilizadas por Edith, muy ocupada en el asunto de “los estereotipos”, que nada tienen que ver con el fiasco de las políticas públicas para eliminar la violencia de género en Cuba.
Habría que empezar por desmantelar el esquema patriarcal y homofóbico de los Castro, que auparon a Celia Sánchez Manduley y Vilma Espín como asistentas del nuevo régimen machista y totalitario. Sumisas, casi invisibles, ambas mujeres fueron poco más que secretarias emocionales para los dictadores. Nada aportaron a la voz política de las mujeres cubanas, y mucho menos representaron sus intereses.
En la actualidad, la secretaria de la Federación de Mujeres Cubanas, Teresa Amarelle Boué, reproduce desde su cargo el mismo esquema patriarcal que la continuidad de Miguel Díaz-Canel impone a las mujeres en Cuba: un rol de asistenta subordinada a las orientaciones del PCC. Bajo su mandato, desde 2018, ha sido imposible reivindicar la voz política independiente de las mujeres en Cuba. La violencia estatal sigue haciendo blanco en las mujeres que defienden los derechos humanos, mientras que aquellas que son amenazadas o atacadas por sus exparejas no cuentan con refugios ni protección.
En el año 2016 se dio a conocer la primera encuesta nacional sobre la “percepción” ciudadana de la violencia contra la mujer, realizada por la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). Fue un sondeo sesgado, conducido por instituciones y medios de difusión afines al partido único, que niega las disímiles formas de violencia que sufren las mujeres cubanas, incluida la violencia política, ejercida directamente por el Estado.
A finales de noviembre de 2019 decenas de mujeres presentaron una solicitud ante el Parlamento Cubano, en la cual pidieron incluir en el cronograma legislativo ―que se extiende hasta 2028― el tratamiento de una norma específica. La dictadura respondió que no se haría tal cosa, sino que el Código Penal y el Código de las Familias incorporarían los derechos necesarios para responder a la violencia de género.
En diciembre de 2022 Naciones Unidas dio cuenta de los estereotipos machistas en la población cubana, basándose en un informe oficial del castrismo con más de 25 años de antigüedad.
¿Cómo se construye una política fallida?
- Evitar analizar la responsabilidad gubernamental en la violencia política estatal contra las mujeres cubanas.
- Ocultar el patrón patriarcal del sistema político cubano.
- Impedir la voz política independiente de hombres y mujeres.
- Ocultar la pobreza y las desigualdades como estímulo a la violencia en Cuba.
- Desconocer el hambre por sus políticas de secuestro del aparato productivo del país, y la violencia estatal que implica para los ciudadanos.
- Ocuparse de los estereotipos en los ciudadanos para culparlos por la violencia.
- Desconocer seis décadas de sistema educativo precario y fracasado para generar conductas cívicas decentes.
- Presentar como un logro cívico un Código de las Familias que sigue persiguiendo los derechos civiles y políticos de los cubanos.
En el tema que nos ocupa, como en los restantes graves problemas que acumula la nación cubana, la dictadura manipula el discurso sobre los derechos humanos, se ocupa de la periferia y no de sus responsabilidades, y, lo más grave, organismos internacionales como Naciones Unidas reproducen sus falsedades sobre la supuesta preocupación gubernamental por erradicar la violencia de género en el país.
Si la comunidad internacional desea ayudar a Cuba, debe consultar a la sociedad civil independiente, pues las causas de la violencia de género vienen dadas, en primer lugar, por la imposición, desde 1959, de la violencia como política de Estado.
ARTÍCULO DE OPINIÓN
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Fuente Cubanet.org